Igor el Ruso se sentará en el banquillo de los acusados de la Audiencia Provincial de Teruel la próxima semana para rendir cuentas por haber matado a bocajarro al ganadero José Luis Iranzo y a los guardias civiles Víctor Romero y Víctor Jesús Caballero la tarde del 14 de diciembre de 2017 en Andorra (Teruel).
Las acusaciones particulares y la Fiscalía piden prisión permanente revisable para Norbert Feher, que se convierte en el primer acusado en afrontar esta condena en la provincia de Teruel.
Su abogado defensor pide la libre absolución basándose en que Feher sufre una "neurosis de guerra" que le conduce a situaciones de estrés y a disparar en "legítima defensa" para "proteger su vida". La percepción que tienen sobre él los psicólogos que le chequearon en la cárcel es bien distinta: "Es egoísta", "egocéntrico", "manipulador", "arrogante", "impulsivo", "mentiroso", "astuto", "irresponsable", "sin remordimiento, culpa o vergüenza". Además, adviertieron del elevado riesgo de fuga del reo: "Es paciente, esperará el tiempo que sea necesario".
Los once miembros del jurado popular que se elegirán este lunes para juzgar el caso decidirán si es inocente o culpable tras escuchar al acusado y a todos los testigos -más de sesenta-. Entre los ciudadanos elegidos a sorteo, se han descartado a dos personas por la estrecha vinculación que les une con las víctimas: un vecino de Víctor Romero y una compañera de trabajo de la viuda del ganadero.
Una vez que el jurado popular delibere a puerta cerrada y determine cuál será el veredicto final, el presidente de la Audiencia dictará la sentencia. Este juicio histórico para la provincia de Teruel será público, pero virtual: en la sala solo podrán entrar el acusado, los testigos, los abogados y los miembros del Tribunal. Las familias de las víctimas han expresado su queja por no poder estar presentes en la cita judicial.
Igor el Ruso ya cumple 21 años de prisión por haber disparado a matar a dos vecinos de Albalate del Arzobispo (Teruel) el 5 de diciembre de 2017. También fue condenado en Italia a cadena perpetua por haber asesinado a dos personas en la primavera de aquel año. La sentencia italiana da por probado que era "consciente de los hechos que cometía" y que su objetivo era "escapar al poder punitivo del Estado".
Los hechos
El relato de la Fiscalía sobre el suceso parte del momento en el que José Luis Iranzo llegó a su explotación ganadera en las inmediaciones del municipio turolense de Andorra a las 18.30 horas del 14 de diciembre de 2017.
El ganadero entró en la vivienda al ver la luz encendida, porque pensaba que era su padre quien estaba dentro. Era Feher, que le disparó a bocajarro desde dentro. Segundos después le remató, provocándole la muerte.
Al oír los dos disparos, el padre de Iranzo, de idéntico nombre, llamó para pedir ayuda, sin ser consciente aún de que acababan de asesinar a su hijo. Él había contactado con su descendiente 30 minutos antes, cuando se encontraba con la Guardia Civil buscando al que después se convertiría en su asesino. Fue la última llamada que atendió la víctima.
Iranzo padre le esperó en la masía, pero se escondió detrás de unas alpacas al comprobar que había luz en el interior de la vivienda y que podía ser Feher, entonces un peligroso delincuente sin identificar que había disparado a matar a otros dos vecinos nueve días antes y que, desde entonces, robaba alimento en casas de campo aledañas. Estaba convencido de que en ese momento podría estar en el interior de su inmueble, al que ya había entrado la noche anterior.
El dispositivo
La llamada de Iranzo padre provocó el despliegue de un dispositivo que encabezó el capitán de la zona, Horacio Requena; su alférez, Melchor Bravo, y dos guardias civiles más. Detrás viajaban en otro vehículo Víctor Romero y Víctor Caballero.
Como no sabían llegar hasta el lugar indicado, convencieron a un vecino para que encabezara el despliegue, sin brindarle ninguna protección y sin advertirle de lo que acababa de suceder, según ha podido corroborar este diario.
Al llegar al camino, el capitán ordenó a los dos miembros del equipo que fueran a comprobar un coche que había parado en un camino colindante. Era Feher, que huía con el vehículo de Iranzo y recogía sus pertenencias de un pajar abandonado donde se escondió los últimos días, a menos de un kilómetro de la explotación donde acababa de asesinar a Iranzo.
Antes de emprender su última huida, acribilló por la espalda a Víctor Romero y Víctor Caballero, que bajarían confiados del vehículo pensando que se reencontrarían con el ganadero, no con su asesino.
Ocho horas después, Igor el Ruso fue detenido a 70 kilómetros del lugar de los asesinatos, en la carretera local entre Mirambel y Cantavieja, a 200 metros del coche que había robado.
Dada la proximidad del lugar con el municipio de Forcall (Castellón), fueron efectivos de la Guardia Civil de esta provincia los que se trasladaron al lugar. Lo encontraron tumbado. Levantó la cabeza y dejó a la vista "entre el suelo y su cuello una pistola cromada marca Smith & Wesson". Los agentes lo redujeron y lo detuvieron.
En un primer cacheo, observaron que además de la pistola también llevaba colgada de la cintura una de las pistolas reglamentarias robadas a los guardias civiles, una Beretta con la inscripción GC. En el pecho, también portaba un cuchillo de grandes dimensiones.
Dudas sin resolver
La crueldad del suceso en una tranquila zona de la España despoblada desató la indignación ciudadana en el Bajo Aragón, donde todavía se acumulan las preguntas a las que ni la Guardia Civil ni la clase política han dado respuesta.
¿Quién era Norbert Feher? ¿A qué fue al Bajo Aragón? ¿Tuvo ayuda? ¿Quién paga a su abogado? ¿Cómo se saltó el cordón policial de Italia? ¿Por qué la Guardia Civil no le detuvo tras el doble intento de homicidio que perpetró nueve días antes del ataque mortal? ¿Cómo pasó de ser un delincuente común a un asesino en serie?
Las familias esperan una sentencia justa contra el autor confeso de los crímenes de Iranzo, Romero y Caballero, pero su vía crucis no terminará esta semana: ellos seguirán buscando respuesta a todos esos interrogantes que este juicio no va a resolver.
Una juez decidió que el doble intento de homicidio de Albalate del Arzobispo el 5 de diciembre y el triple crimen son dos hechos aislados que no tienen nada que ver entre sí y, por lo tanto, se juzgan como dos sucesos distintos.
De esta forma, la dudosa actuación de la Guardia Civil los días previos a los crímenes quedará en un vacío legal, sin examinar. Fue el propio José Luis Iranzo quien les acompañó la tarde de su muerte a buscar a su asesino. Pero la Benemérita no tendrá que determinar el lugar exacto en el que se separaron ni por qué no le acompañaron de vuelta hasta su explotación, si él mismo había puesto una denuncia aquella mañana poniendo de relieve que Feher había robado en su masía la noche anterior.
Este juicio tampoco ahondará en por qué la Guardia Civil escondió un documento interno que redactó el 13 de diciembre, la víspera de los asesinatos, en el que se recogía el seguimiento específico que se hizo a Feher, un delincuente muy peligroso del que no se conocía su identidad pero del que había pruebas de que seguía por la zona.
Meses de espera
El documento lo encontró Noelia Lorén, viuda de Víctor Caballero, casi tres años después. En el informe -que durante la instrucción nadie ha hecho público- la Guardia Civil guardaba hasta sus huellas en las casas de campo donde entró, pero esta información se mantuvo en secreto y solo se compartió con la ciudadanía de la comarca muy a cuentagotas.
El teniente de la Guardia Civil de Andorra, Javier Muro, desveló de manera informal a un vecino, Carlos Sancho, la pisada exacta que buscaban el 8 de diciembre, seis días antes de la tragedia mortal. "Coincidía con las botas marca Paredes número 43 que me habían robado días antes en mi masico", confirma Sancho a este periódico.
El responsable de seguridad del municipio dio un importante aviso a este ciudadano: que "tuviera cuidado y no volviera" a su masía hasta nueva orden. Cuando regresó, ya después del crimen, la puerta de la vivienda estaba de nuevo reventada. "Volvió otra vez", recuerda con el miedo aún asomándole a la cara.
Esta advertencia se extendió de manera muy puntual a otros vecinos. Por ejemplo, Víctor Gracia, el ciudadano que acompañó a la guardia civil minutos después de que Feher ya hubiera asesinado al ganadero, reconoció en el juzgado que horas antes del tiroteo, "a mediodía", la guardia civil le advirtió de que evitara subir a su masico, ubicado a pocos metros de la explotación donde trabajaba Iranzo.
Sin embargo, esta llamada de precaución no llegó hasta víctima y sus trabajadores, que continaron con sus labores sin ser avisados de que buscaban al atacante en ese perímetro en el que estaban. Aquella misma mañana, Iranzo había puesto una denuncia en el cuartel de la Guardia Civil por robo en la vivienda de la explotación.
Fallos
El sumario del doble intento de homicidio por el que ya ha sido condenado a 21 años de prisión, pone de manifiesto que la Guardia Civil se tomó su tiempo para investigar ese hecho aislado de extrema gravedad en el que siempre primó la convicción de que el sospechoso habría huido.
La inspección ocular de la casa de campo donde sucedieron los hechos empezó al día siguiente a las 10.00, en total, 15 horas después del ataque. Aquella tarde se atendió a las víctimas, que alertaron de la enorme peligrosidad del atacante, pero no se hizo absolutamente nada por perseguirle: Feher entró aquella noche en un lugar muy próximo adonde atacó.
En el rastreo de la vivienda se encontraron dos casquillos que habían salido de una pistola del calibre 9x21. Los investigadores la remitieron al laboratorio el 20 de diciembre -15 días después del ataque- y aún esperaron dos días más para enviar los casquillos que aparecieron en el suelo del masico.
El 14 de marzo, mientras en Madrid se homenajeaba al ganadero asesinado, se reclamaron los resultados de la munición: habían pasado tres meses y aún no habían llegado las conclusiones de ese análisis que pudo haber servido para identificarlo. Feher ya usó esa misma arma y ese mismo tipo de munición para asesinar a Davide Fabbri y Valerio Verri en Italia en la primavera de 2017.
Munición extranjera
La munición que Igor el Ruso dejó esparcida en el masico no se usa en España, pero ese detalle tampoco aceleró los trámites para que los investigadores localizaran al fugitivo antes de que volviera a atacar. El retrato robot que se diseñó con los datos que facilitó uno de los supervivientes, un “varón, de etnia sudamericana, de unos 40 años, de 1,90 metros, 90 kilos, rostro alargado, ojos normales, orejas de soplillo, boca pequeña, labios finos, mentón alargado, perilla fina y dientes en apiñamiento", tampoco se distribuyó hasta que la tragedia era ya un hecho.
La investigación no recoge ningún documento que avale que la Guardia Civil solicitó la intervención del Grupo de Reserva y Seguridad (GRS) para el 15 de diciembre de la mañana, como defendió en su momento el Gobierno del Partido Popular en boca del que fuera su secretario de Estado de Seguridad, José Antonio Nieto, interpelado en comisión sobre este tema tres meses después de los crímenes.
El número dos del Ministerio del Interior definió el operativo desplegado entre el 5 y el 14 de diciembre como "riguroso, profesional y exhaustivo". Sin embargo, la única prueba oficial que se pidió -aparte del retrato robot y las muestras recogidas en el masico- fue analizar los teléfonos móviles que recogieron los repetidores BTS el día del ataque y los anteriores.
Los abogados de las víctimas no han conseguido incluir en el caso español la sentencia de Italia, que le acusa de pertenecer a una banda criminal internacional perfectamente organizada. El Juzgado de Ferrara acreditó que Norbert Feher tuvo ayuda para huir de la zona y que sus cómplices le dieron vehículos y viviendas para esconderse. Él mismo testificó en aquel juicio que venía al Bajo Aragón "a hacer negocios".
En España, sin embargo, se mantiene viva la teoría de que Igor el Ruso era un lobo solitario que llegó hasta Teruel montado en una bicicleta, aunque nadie ha conseguido explicar cómo recorrió miles de kilómetros con el centenar de cachivaches que llevaba encima y sin ser interceptado por las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado: su rostro permanecía en los ficheros de los fugados más peligrosos que buscaba la Interpol.
Seguridad en el medio rural
El triple crimen de Andorra abrió un profundo debate sobre la seguridad en el medio rural. De aquel trágico suceso emergió la plataforma Amigos de Iranzo, una agrupación local que tres años y medio después aún busca responsabilidades por los "evidentes fallos de seguridad que hubo entre lo que pasó en Albalate y los crímenes de Andorra".
"Si Manuel Marcuello y Manuel Andreu hubieran muerto el día 5, ¿hubiéramos llegado al día 14? Nosotros estamos convencidos de que no porque lo que pasó fue muy simple: se fueron de puente de la Constitución y nadie lo buscó", argumenta Luis Manuel Alquézar, portavoz de la plataforma local.
Alquézar incide también en que durante tres años y medio los políticos de todos los colores se han sacudido las responsabilidades y han dado la espalda a la ciudadanía del Bajo Aragón, que pide respuestas a todos los interrogantes que siguen abiertos.
"Entonces gobernaba el PP y ahora el PSOE, pero ni unos ni otros nos han dado respuestas a qué falló ni han depurado responsabilidades ante los evidentísimos fallos de seguridad que hubo. Si hubieran detenido al asesino después de lo de Albalate, hoy José Luis, Víctor y Tote estarían vivos", sentencia.