Una de las cosas que mayor felicidad le proporcionan a Cristina Alberdi Alonso (Los Rosales, Sevilla 22 de febrero de 1946) es disfrutar del aire puro de la montaña. El senderismo por los bosques frondosos que evocan a la infancia. El canto de los pájaros y el crujido de las hojas secas en la hierba. Por eso en cuanto pudo, hace ya unos meses, hizo las maletas y se marchó al norte de Madrid, a su casa de San Lorenzo de El Escorial, a sobrellevar el confinamiento en esa segunda residencia. Hace ya varias décadas que quedó prendada de este rincón en la vertiente suroriental de la Sierra de Guadarrama, un remanso de calma absoluta, al que regresa con cierta frecuencia.
Hace más de 40 años, mucho antes incluso de ser Ministra de Asuntos Sociales en el último gobierno de Felipe González (1993-1996), Cristina Alberdi colgó un cartel en la puerta de su despacho. Algunos de sus compañeros, también letrados, se mofaban de ella ante la palabra por la que había optado para presentarse ante sus clientes: “Abogada”, y no "abogado", rezaba en la entrada de su garita, y aquello, que muchos de sus colegas consideraron una pretenciosidad, una superchería, desprendía ya el aroma del cambio, el signo de nuevos y mejores tiempos.
Agreste y directa como los montes y laderas escurialenses por los que a sus 74 años todavía le gusta transitar, Alberdi no se guarda ningún as en la manga. No rehúye ninguna materia. Lideró la lucha feminista y peleó por la inclusión de los derechos de la mujer y la igualdad en el proyecto constitucional. Su bufete abanderó en innumerables ocasiones la causa.
Fue la primera mujer en convertirse en vocal del Consejo General del Poder Judicial. Perteneció a ese órgano entre 1985 y 1990. Fue elegida para ese puesto por el Senado a propuesta del PSOE, un partido con el que logró gestionar un ministerio y del que se marcharía años más tarde, en 2003, ante los embrionarios acuerdos con los partidos secesionistas en Cataluña.
Alberdi recibe a EL ESPAÑOL tras haber suscrito un manifiesto junto a más de 70 ministros y ex altos cargos en apoyo de la figura del Rey Juan Carlos. Las informaciones reveladas por este periódico y otros medios de comunicación, apuntaban los firmantes, "han excitado una proliferación de condenas sin el debido respeto a la presunción de inocencia (...). No se podrá borrar su labor".
Para conversar de todo ello y más, conduce a los visitantes hacia los jardines y merenderos próximos a la Casita del Príncipe, un ostentoso palacete de recreo construido por el arquitecto neoclásico Juan de Villanueva, hacedor del Museo del Prado y reconstructor de la Plaza Mayor de Madrid. Villanueva erigió este pabellón recreativo durante el reinado de Carlos III para el entonces príncipe, y más tarde rey, Carlos IV. Quizá los dos Borbones mejor considerados por la historia de toda esta estirpe real en la corona española.
¿Saca usted algo bueno de la cuarentena?
Saco de bueno primero una lección de humildad. Tenía ya la sensación, como apuntaba el fantástico libro de Yuval Noah Harari, que íbamos a pasar de animales a dioses. Como si ya hubiéramos vencido a la muerte. Esto que está pasando ha sido una cura de humildad y de realidad. En este inpass, en el que parece como si el tiempo se hubiera detenido, estamos pensando que volveremos a la situación que teníamos antes, pensando que todo va a ser igual a lo que teníamos antes.
¿No cree que la pandemia está exhibiendo las costuras de nuestro sistema?
Quizás la pandemia puede estar poniéndolas más de relieve, pero ya estaban antes. La pandemia ha puesto de relieve, sobre todo, las dificultades en el tema autonómico, por ejemplo. Da la sensación de que hay 17 respuestas distintas a lo que está pasando.
¿Qué le parece que los políticos como el presidente del Gobierno se hayan marchado de vacaciones en medio de la crisis sanitaria más importante del último siglo?
Una vergüenza. No me ha parecido bien, no tanto por las vacaciones como por el hecho de que han pensado que ya no había nada que hacer, en el sentido de que debieron creer que esto ya se había acabado. La mayoría se fueron pensando de verdad que estaba arreglado, y ahora todos regresan a la carrera.
En pleno estado de alarma, distintas comunidades autónomas exigían al Gobierno que el mando único delegase más poder en las autonomías y en cambio, ahora, en la situación en que estamos, con un nuevo repunte de contagios, exigen el regreso al mando único. Y Sánchez devuelve la pelota al tejado de las autonomías. ¿No da la sensación de que, incluso en un momento tan crítico, todo el mundo intenta echar balones fuera?
Sí, y quitarse el marrón, como dice la gente joven. Es verdad que hubo también gente muy razonable, como Andalucía, Galicia, que dentro del PP, sin embargo, coordinaban y reconocían el trabajo o el esfuerzo que se estaba haciendo por parte del Gobierno central y otros que no. Incluso aprovecharon la ocasión para ver si hacían la avería al adversario político. Unos y otros. Ha habido muy malos ejemplos de cómo no se deben de hacer las cosas. Ahora resulta que lo que era mando único y atropellar los derechos y autoritarismo hoy es dejación de funciones… Con esos bandazos, con esa falta de coherencia y de diálogo, poco a poco futuro veo yo a algunos partidos políticos.
¿Está agotada la clase política española?
Hay de todo. Quizás ha bajado un poco el nivel con respecto a los primeros gobernantes de UCD, del PSOE, del PP; una etapa de gente valiosa, que fue capaz de encontrar puntos de encuentro, de buscar lo mejor para la ciudadanía. Pero creo que sigue habiendo gente válida.
¿Qué político le gusta a usted? ¿Qué busca en un político?
De ahora, me gusta Ana Pastor, me gusta Inés Arrimadas, me gustan mucho Margarita Robles, Carmen Calvo… Sobre todo Margarita Robles. Es un ejemplo. Hay mucha gente valiosa, y luego otra gente que está todo el día peleándose. Ese no es el camino. Sánchez tiene cosas buenas, pero también aspectos negativos, de enfrentamiento. Nos dijo a todos los ciudadanos que no iba a poder dormir pactando con Podemos y muchos le votaron con esa seguridad. Ahora no debe poder dormir nada, claro. A mi juicio, Sánchez ha tenido un aspecto muy negativo que es no querer pactar con el líder de la oposición, que es lo que le hubiera llevado al país a una mayor estabilidad.
Aludían al PSOE como al partido de la cal viva.
Pedían una comisión de investigación cuando todo estaba ya juzgado. Están ahí planteando unas cosas como si ellos no hubieran roto un plato en su vida. Todos los demás, salvo ellos, son corruptos, sinvergüenzas. Con los problemas que están teniendo en el ámbito judicial. Y luego los escraches. Ahora es escrache, pero antes era jarabe democrático.
¿Qué le parecen los escraches?
Me parecen, todos, algo inadmisible. Que a una persona se le acose en su ámbito familiar, en su ámbito personal, me parece inadmisible. Me parece una vergüenza, pero claro, me lo parecía también cuando Iglesias salió diciendo que aquello era jarabe democrático, y fueron a alborotarlo todo a la puerta de la casa de Soraya Sáenz de Santamaría, que acaba de dar a luz y tenía un niño pequeñito . Igual que ahora le están haciendo a ellos. Igual de inadmisible.
¿Echa de menos el bipartidismo?
Ojalá que volviera el bipartidismo, aunque creo que es algo que no va a producirse. Creo que ha sido muy positivo, muy bueno para nuestro país. Ha generado riqueza, estabilidad política, cambio social, movilidad social…
Esto no deja en muy buen lugar a las formación políticas que han emergido en esta última década. ¿Qué han aportado Ciudadanos, Podemos y Vox?
Esos grupos estaban dentro del PSOE y del PP. Vox y Podemos solo han aportado radicalidad. Ciudadanos un poquito más al centro pero más de lo mismo. Con 55 diputados, fue una pena que no pactasen con el PSOE. Podemos venía, en teoría, a regenerar. Y Vox, a comerse a la ‘derechita cobarde’, a hacer ruido. Traen mensajes de brocha gorda. Iglesias ha decepcionado a muchos de los suyos. Está haciendo lo contrario de lo que dijo muchas veces.
En 2003, a usted le invitaron a coger la puerta de salida del PSOE tras criticar los pactos con los independentistas: el Estatut, el tripartito…
Tuve mis encontronazo con el PSOE. El Pacto del Tinell me pareció una atrocidad.
Hablaba usted en esa época de un PSOE radicalizado. ¿Que queda de aquello?
A mí no me gustó nada el encuentro que mantuvo y que organizó Sánchez con Torra. No se puede dialogar con los radicales, quienes quieren separarse del resto del país.
Su situación en 2003 me ha recordado, en cierta forma, a la situación que ha vivido en el PP Cayetana Álvarez de Toledo. ¿Por qué es tan complicada la discrepancia en el seno de los partidos?
Porque el que manda no quiere gente díscola. Que nada se salga de la línea oficial del partido. Lo que le ha pasado a Cayetana lo clarificaba Pedro J. hace unas semanas en su carta dominical. Estoy de acuerdo en que no fue buena idea nombrarla portavoz. Era mejor nombrarla en otro cargo. Es una persona muy valiosa, inteligente pero que va a lo suyo. No puede ser la voz de todos.
"El emérito ha perdido su reputación"
Usted es una de las firmantes del manifiesto en apoyo al rey Juan Carlos. En él se apuntaba que había que “destacar su largo reinado como la etapa histórica más fructífera que ha conocido España desde, al menos, el comienzo del siglo XIX”. ¿Debe ser el monarca eternamente inviolable?
La inviolabilidad absoluta a mí me parece que no es razonable. Juan Carlos ha quedado aforado al Tribunal Supremo, algo también discutible. El aforamiento debería ser muy estricto y muy para muy pocos casos, y no como tenemos en España, que hasta los jueces están aforados. Debería ser inviolable solo en el ámbito público, su cargo. La doctrina considera que afecta a todo, a lo público y a lo privado.
Es bastante grave todo lo que se está conociendo. En EL ESPAÑOL hemos publicado algunas exclusivas al respecto.
Hasta que no haya una resolución, presuntamente es inocente. Hay que darle ese beneficio de la presunción de inocencia como a cualquier ciudadano, desde el más alto hasta el más sencillo.
¿Significa que deba estar exento del ojo de las investigaciones periodísticas?
No, yo creo que las investigaciones periodísticas son una gran labor vuestra, siempre que se haga con respeto y sin atropellar los derechos de nadie. Hay datos, sin duda, como dijo el presidente Sánchez, que son perturbadores. Es evidente que es un golpe para la monarquía, para la institución. No se puede negar esa evidencia.
¿Hasta qué punto ha quedado dañada la figura de la monarquía y del rey emérito?
La institución pervive, y es reconocida por los españoles por su capacidad práctica, por lo que ha significado como unión, como ayuda, como actuación en los momentos difíciles durante los últimos 40 años. La figura de Juan Carlos sí que se ha resentido extraordinariamente, pero ya venía resentida desde que pasó lo de Botsuana. Aquello tambaleó las cosas. Muchas personas no sabían que existía esta relación. La gente quedó muy asombrada, no se tenía ni idea y sobre todo pensar que había una cosa tan intensa. Al conocerse este tema económico el daño ha sido mayor porque ha sumado negativamente sobre el daño que ya se había hecho en la monarquía. A mí me da mucha pena. Es una persona que al final ha perdido la credibilidad y la reputación. Es algo muy penoso.
Ha acabado abandonando el país. ¿Se ha solventado la situación? ¿Se ha hecho de la manera adecuada?
Yo creo que han intentado hacerlo lo mejor posible. ¿Que la salida hubiera podido ser mejor? Puede ser, no lo sabemos, porque igual si se instala en España se le podrían haber realizado escraches, que le hubieran hecho la vida imposible. Ha llamado la atención el país escogido, Emiratos árabes, que es de donde supuestamente viene todo, los supuestos regalos, las donaciones, etcétera. Cualquier salida era mala porque la situación era muy mala.
¿Cómo conoció al Rey Juan Carlos?
Fue en una fiesta de abogados. Yo estudié en la Complutense, teníamos una asociación de abogados de la Complutense y entonces él vino porque el estudio también allí. Ya estábamos en democracia. Era una persona simpática. El recuerdo que tengo de él es muy bueno, aunque yo he tratado mucho más a la reina Sofía. La reina venía a todas las cosas que organizábamos en el Ministerio cuando era ministra. No fallaba. Era un apoyo permanente.
¿Ha hablado con ella recientemente? ¿Cómo está?
Pues yo no lo sé. Es una persona muy entera, con un gran mundo interior. Con ella se hablaba un poco de todo: de filosofía, de historia, de cosa muy interesantes. Tiene en la música un refugio tremendo. Tiene mucha entereza porque tiene mucha vida interior.
¿En qué situación queda Felipe VI?
Yo espero que esté bien y que siga adelante con esa responsabilidad histórica que tiene. Espero que tenga el apoyo suficiente para seguir adelante. Puede ser que exista la sensación de que está solo. La Familia Real se ha desmembrado en los últimos diez años, ha tenido toda clase de escándalos, avatares impresionantes. Hay partidos aprovechando la tesitura para pedir la república, como Podemos. No es nada nuevo. Están en su perfecto derecho, pero no es nada nuevo.
Lo importante es que el PSOE está manteniendo que no hay nada fuera de apoyar el pacto constitucional, naturalmente. Felipe VI tiene apoyo en PSOE, el PP, en Ciudadanos. Desde luego en quien no lo tiene es en los independentistas. Y como tenemos el sistema electoral que tenemos, pues ocurre que al final se ha necesitado los partidos nacionalistas e independentistas para completar mayorías. Todos, desde Felipe a Aznar, pasando por Zapatero y ahora Sánchez. Todos han necesitado en momentos puntuales a una gente que está totalmente en contra de la monarquía.
Tal como lo plantea, para usted esas formaciones tienen demasiado poder.
Darle tanto poder a los partidos nacionalistas fue un error en la Transición. Ellos van siempre por delante, son mucho más listos. Hay algunas actas de la época en la que se gestó el proyecto constitucional en las que se ve cómo Roca i Junyent, uno de los padres de la Constitución, en las que se negaba a firmar si no se aceptaba que se pudiera obtener escaño presentándose únicamente en la provincia. Por ejemplo, que te presentaras en Cataluña y no tuvieras que presentarte en toda España. Y ahora así nos va.
Pero esas reglas, al final fueron aceptadas por todos en el Pacto de la Transición.
Sí, se aceptó, pero luego se le han visto las costuras. Es uno de los errores de la transición, darle tanto poder a los independentistas. Entonces no se pensó que aquello era poder, pero ellos iban por delante, bastante por delante del resto.
¿Cómo recordarán las generaciones venideras al emérito?
Conocemos cómo es la sociedad. Probablemente se le va a recordar por Corinna, por el elefante en Botsuana, por el supuesto dinero en Suiza. Aunque se diga de paso que hizo un buen trabajo y que ha dejado un legado, probablemente se le va a recordar así. Es una pena. Mucho tendría que cambiar el ser humano para recordarle de otro modo. Es una pérdida de reputación lamentable, con una persona tan querida, con tanta capacidad, con todo lo que hizo…
Aún así, defienden su legado.
-Sí, yo defiendo su legado, ojalá se le recuerde por ello, pero veamos la historia de España y los distintos reyes que ha habido, y cómo han salido cada uno de ellos, y por qué se les ha recordado.
"No hay que excluir a nadie del feminismo"
En una tribuna publicada en el año 1978, en el diario El País, usted criticaba precisamente el proyecto constitucional no solo por no recoger las aspiraciones del movimiento feminista, sino por contener graves discriminaciones tanto explícitas como implícitas. Apuntaba, en concreto, a la sucesión en la corona española, cuyos vestigios de la ley sálica conceden todavía prioridad al varón sobre la mujer (artículo 57.1 de la Constitución). Decía usted: “La preeminencia del varón sobre la mujer, lo que además de ser insostenible, no ya desde un punto de vista feminista, sino igualitario y democrático, produce sobre la comunidad una imagen que condiciona el papel de la mujer y trae consigo la redefinición de la cultura preexistente patriarcal y machista”.
Totalmente, y lo sigo suscribiendo. Menuda pelea tuve yo con eso en el programa de televisión de Fernando García de Tola. Entonces a mí se me ocurrió decir en aquel programa lo mismo que digo en la tribuna. Luego añadí: “Las niñas van para tontas y el niño para rey”. La que se armó. No sabes la que se armó. Llegaron a suspender el programa. Un follón.
Lo decía irónicamente, ¿no?
Claro, no decía que fueran a ser tontas, claro, pero que iban en esa línea. Llevé una gran batalla con esto. Decían que como afectaba a la corona había que meterse en una reforma de la Constitución… Y al final el debate se convertía en monarquía o república. Nos decían: ya están las feministas con este rollo. Hoy en la sociedad española no se hubiera admitido que el hombre fuera por delante. Se considera anacrónico. No se admite. En Inglaterra lo cambiaron, en Dinamarca lo cambiaron. En Bélgica también se cambió. Quizás ellos lo han podido cambiar con menos coste porque tienen monarquías mucho más consolidadas.
Su bufete logró grandes avances en la lucha feminista durante la Transición.
Nosotras trabajamos mucho luchando por la igualdad. El marido era, en la casa española, el administrador de los bienes gananciales y también años antes administrador de los bienes privativos. El marido tenía que autorizarla para trabajar, para todo. No podía hacer nada sin la licencia marital. La mujer tenía que obedecer al marido y seguirle allí donde esté estableciera su residencia. Éramos equiparadas a locos, dementes y sordomudos. La mujer era una minusválida, una persona que no tenía capacidad de obrar una vez que se casaba. Soltera podía hacerlo todo a partir de los 25 años, porque hasta esa edad dependía de la autoridad paterna. Hasta el 66 les estuvo prohibido a las mujeres ser juez, fiscal, abogada del Estado. Todas las profesiones de élite de la administración estaban prohibidas hasta 1966 o 1967.
¿Es esa etapa la más satisfactoria de su trayectoria?
La mejor sin duda. Todavía vivía Franco cuando formamos un grupo de abogadas que seguimos trabajando juntas en muchas cosas. Montamos el despacho y estuvimos desde el 75 al 85, hasta que entro en el Consejo del Poder Judicial. La etapa mejor, sin duda, y la de cosas que conseguimos. La lucha por el divorcio. La lucha por el aborto libre. Hicimos como un #Metoo, pero diciendo “yo también he abortado. Recogimos 1.000 y pico firmas y las llevamos a los juzgados de Bilbao. Era el caso de las mujeres de Basauri. No nos dejaron entrar. Hicimos lo que pudimos.
¿Cómo ve el feminismo de hoy?
Hay una generación nueva que está haciendo también cosas, unas mejor y otras peor, pero las están haciendo. Llevan a la práctica una cosa que hemos dicho siempre: la importancia de vivir el feminismo como una realización personal. Hoy ya las reivindicaciones de entonces empiezan a ser una realidad. Yo veo un montón de señores con el cochecito, y con el niño, y es algo que me encanta porque digo, bueno, en mis tiempos sería algo inaudito.
Hay un aspecto que no me gusta que es excluir a determinados grupos. Nosotras nunca excluíamos a nadie. Por ejemplo, cuando el 8 de marzo quisieron excluir al PP, golpearon a Begoña Villacís, a las de Ciudadanos. ¿Cómo pueden hacer una cosa así? Aquí todas somos mujeres, toda la que venga, bienvenida es. Eso me indignó.
Los más críticos con Cs les acusaban de gobernar con un partido que niega la existencia de la violencia de género y del machismo.
Pues anda que, ¿no habrán pactado ellos con los que quieren separar su territorio de España? Eso no quiere decir… Tú no puedes excluir, no debes excluir. Es una pequeña deriva censora en ese sentido. Está defendiendo lo mismo que tú. En cierta forma, eso también fue un escrache. Una cosa lamentable.
¿Cómo espera el otoño?
Difícil desde el punto de vista sanitario y social. Mucha gente va a perder su trabajo, va a haber gente que no cuente con los medios suficientes para comer y para vivir. Va a haber que hacer un esfuerzo y repartir lo que haya.