Después de varios meses de desencuentros constantes entre Cayetana Álvarez de Toledo y el secretario general del PP, Teodoro García Egea, Pablo Casado comunicaba este lunes por la mañana a su portavoz parlamentaria su cese fulminante.
Una entrevista con El País este domingo era la gota que colmaba la paciencia del líder del PP, que obligó a Cayetana a interrumpir sus vacaciones y volver a Madrid para escuchar las razones de su relevo: "El señor Casado me ha dicho que mi concepción de la libertad es incompatible con su autoridad", resumió la afectada.
Casado ha sustituido a Cayetana por la logroñesa Cuca Gamarra, más dialogante y menos beligerante que su antecesora. La nueva portavoz del PP en el Congreso de los Diputados despuntó por su buena gestión al frente del Ayuntamiento de Logroño.
De perfil moderado y pactista, la hasta ahora vicesecretaria de Política Social apostó en las primarias por la candidatura de la exvicepresidenta Soraya Sáenz de Santamaría y ha sido una de las pocas sorayistas que encajó a la perfección en el nuevo equipo que entró tras la salida de Mariano Rajoy. Su ascenso ha sido imparable y avalado por compañeros de todas las facciones.
Hace apenas un mes que Alberto Núñez Feijóo, uno de los eternos rivales de Cayetana, ganó por mayoría absoluta y dejó a Ciudadanos y a Vox sin un solo escaño. El líder gallego ha hecho llegar de muchas maneras a Pablo Casado que el PP debía apostar por un perfil menos agresivo y más pactista que el de Cayetana como portavoz en el Congreso, pero no ha sido el único.
Cada vez eran más las voces -presidentes autonómicos, diputados, senadores, alcaldes- que pedían este relevo, aunque también había quejas de que "en el partido solo puede haber un pensamiento único... y eso no hará grande al PP".
A la vuelta de verano, los populares tienen que fijar posición sobre grandes asuntos de Estado como la ofensiva de Podemos a la Corona o la estrategia a seguir con los Presupuestos Generales del Estado. En su comparecencia de despedida, Cayetana insinuó que el presidente del PP se plantea negociar las cuentas públicas con el Ejecutivo de coalición y que, en cierto modo, su salida allana el camino en esa dirección. "Yo no he dicho mi postura sobre los Presupuestos", se defendió. Tampoco le gusta que el PP negocie entre bambalinas con el PSOE la renovación del Poder Judicial.
Almeida, cara y voz del PP
Casado ha querido consumar la apuesta por la moderación colocando a José Luis Martínez-Almeida, alcalde de Madrid, como portavoz nacional del PP, un puesto creado ad hoc para el "alcalde de España".
La gestión de Almeida en la crisis del coronavirus ha sido valorada de forma muy positiva por cercanos y adversarios, y la dirección nacional del partido quiere rentabilizar este activo que ha emergido en una de las peores crisis que se recuerdan.
A partir de septiembre, Almeida será la cara y a voz del nuevo Partido Popular que se quiere renovar para recortar poder y votos al PSOE de Pedro Sánchez.
La incorporación de Almeida en la cúpula del partido perjudica a la presidenta de la Comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso, más estridente y próxima a algunos de los postulados de Vox.
Nadie pierde de vista que la presidencia del PP de Madrid está, de forma interina, en manos de Pío García Escudero, expresidente del Senado. Muchos en el partido han interpretado este movimiento como un espaldarazo de Génova a que Almeida sea el futuro líder del partido en Madrid, un feudo que históricamente se ha disputado el poder a cara de perro.
Ana Pastor
Además de Almeida y Cuca Gamarra, el presidente del PP ha sentado en el puesto que deja libre Gamarra a la expresidenta del Congreso, Ana Pastor. La exministra de Sanidad ha formado parte del sanedrín que Casado levantó cuando la pandemia arrasó con toda la agenda política.
El líder de la oposición se dejó acompañar de personas del partido que habían gestionado grandes crisis, como Pastor, para venderse como un hombre de Estado capaz de solucionar los problemas de millones de españoles.
La expresidenta del Congreso, de perfil moderado, solvente y muy querida por el electorado conservador, es especialmente dura con la forma que tiene el PSOE de gestionar esta crisis sanitaria. Este mismo lunes criticaba que el Gobierno toma medidas "tarde, mal y a rastras".