En la última década del siglo XIX, el sistema de la Restauración había mostrado evidentes signos de debilidad. Las pérdidas coloniales aceleraron el principio del fin de aquella época y autores ilustres como Joaquín Costa comenzaron a etiquetar a algunas formaciones como parte de la "vieja" política.
Esa misma distinción entre lo nuevo y lo viejo se repitió en 2011 en España. El estallido de la crisis económica supuso una mirada crítica hacia el sistema surgido de de la Transición y que había llevado al PSOE y al PP a alternarse en el poder.
El cansancio por los casos de corrupción, el alejamiento de la clase política de los problemas de la calle, los recortes en Sanidad y Educación, el convencimiento de la existencia de una influencia excesiva de las élites económicas... se manifestaron en el movimiento de 15-M y en el nacimiento de Podemos y de Ciudadanos, que alzaron la bandera de la regeneración.
En 2014, ambas formaciones ya consiguieron representación en el Parlamento Europeo, pero fue en 2015 cuando entraron por primera vez en la Cámara Baja con 69 y 40 diputados respectivamente, lo que supuso que PP y PSOE perdieran más de un tercio de sus escaños para dar comienzo a una nueva etapa política en nuestro país.
El ex dirigente de Podemos Ramón Espinar cree que aquel cambio "tiene mucho que ver en su impulso con lo generacional, la crisis económica de 2008 y las movilizaciones del 15-M", y que con la entrada de Podemos en el Parlamento "se construyó un eje de regeneración democrática y de la vida pública distinto al de los ejes tradicionales de la política española hasta ese momento".
Ciudadanos, que ya estaba presente en el Parlament de Cataluña, dio el salto en 2015 a la arena nacional. "Nos dimos cuenta de que nuestra idea de España tan renovadora era un mensaje que resultaba atractivo fuera de Cataluña. Lo que hicimos fue crear Movimiento Ciudadano, donde nos comprometíamos a luchar en cuestiones como la reforma educativa o la independencia judicial", explica Juan Carlos Girauta, ex diputado y fundador de la formación naranja.
Vicepresidente y abogado
Cinco años después las cosas han cambiado mucho. Podemos se encuentra formando parte del primer Gobierno de coalición de la Democracia, junto al PSOE, mientras que Ciudadanos ha perdido la magia que le llevó a disputar al PP el liderazgo en el centroderecha y sólo pudo conservar 10 diputados en el Congreso tras las elecciones de noviembre desde los 57 que cosechó en abril de 2019.
Ahora Pablo Iglesias es vicepresidente de España, ha logrado su sueño de "asaltar el cielo", pero esta misma semana era víctima de un escrache de la izquierda radical en su universidad, la Complutense. "¡Traidor, viva la lucha obrera!" y "vendeobreros", le gritaron. Albert Rivera anunciaba un par de días antes su fichaje por un despacho de abogados tras haber abandonado la política.
El profesor de Ciencia Política Pablo Simón explica que ambas formaciones "han cambiado con el ciclo de los tiempos" y han pasado de "ser partidos protesta, a partidos ajustados a la lógica de la izquierda y derecha".
La politóloga Sandra León añade que Podemos "está experimentando los beneficios internos de formar parte del gobierno" mientras que Ciudadanos "se enfrenta a una situación de posible absorción". Subraya además que, aunque las dos formaciones tuvieron el punto en común de la regeneración, a partir de 2016 "se impone la competición ideológica izquierda-derecha y ambos se alejan".
Ambos expertos coinciden sin embargo en que ya no podemos definir a Ciudadanos y Podemos como parte de la "nueva" política, porque aunque llevan menos tiempo y aportan elementos novedosos, han adoptado en su modelo organizativo interno la lógica de los partidos tradicionales.
Crisis internas
Las crisis han sacudido en este tiempo tanto a Podemos como a Cs. "En seis años, donde había un partido ahora hay tres. Muchos de los liderazgos se han ido a otras formaciones o nos hemos ido a nuestra casa. Es un partido que a los elementos iniciales se le suma la preponderancia de un liderazgo muy fuerte", critica Espinar, que abandonó su cargo de secretario general en Madrid a principios de 2019.
Girauta, por su parte, no es partidario de sumar a los críticos que surgieron tras la debacle electoral a la dirección nacional. "Este sector hizo mucho daño al partido. Había cuatro personas que hicieron ver que había una gran corriente de desafección interna. Sólo eran cuatro. Si pierden, pierden", explica. El congreso del partido y el desenlace, la semana que viene.