Carles Puigdemont sigue buscando aliados en el extranjero. Su última intentona ha quedado plasmada en una tribuna en el diario británico The Guardian. El expresident de la Generalitat reconoce: "Necesitamos la mirada escudriñadora del exterior".
Igual que hizo durante su primera comparecencia en Bruselas, celebrada en el Club de la Prensa, ha vuelto a dibujar a ojos de los lectores extranjeros ese "Estado español" opresor y violento. A ojos de Puigdemont, Justicia y Ejecutivo se han unido en Madrid para intervenir Cataluña y acabar con el "pacífico" independentismo. Poéticamente, critica: "Es mi deber exigir justicia para todos y hacer visibles todas esas zonas oscuras en las que a un Gobierno se le permite cometer abusos inaceptables".
A continuación, quedan desgranadas las principales falsedades relatadas por el expresident en su artículo recién publicado.
"Cataluña es el único territorio de la UE al que se le ha negado la ley suprema que votaron sus ciudadanos"
Carles Puigdemont obvia que fue precisamente la Generalitat quien vulneró "la ley suprema": la Constitución. Con sus palabras, puede que se refiera a la ley del referéndum, quizá a la de transitoriedad, aprobadas en contra de los informes de los letrados de la Cámara catalana y de la máxima constitucional.
Una vez más, el expresident aclara que "la ley suprema" a ojos de su Gobierno no tiene nada que ver con el Estatuto de Cataluña ni con la Carta Magna.
"El Estado español disolvió el Parlament de forma ilegal"
La tribuna de Puigdemont, párrafo por párrafo, apostilla que su Govern sólo considera ley aquella que ellos crearon de forma paralela. Reitera que el "Estado español decidió disolver el Parlament", en su opinión, "de forma ilegal".
Otra vez, del blanco al negro. El Gobierno central convocó las elecciones del 21 de diciembre en base al artículo 155, recogido en la Constitución. Las destituciones catalanas no llegaron hasta que hubo más que suficientes indicios como para enjuiciar al que fuera president y sus consejeros.
"Brutal ofensiva para detener y criminalizar candidatos que promueven ideas políticas"
El encarcelamiento de Oriol Junqueras y otros siete exconsellers poco tiene que ver con las ideas políticas que defienden. La jueza Lamela decretó prisión por los flagrantes indicios que los vinculan a delitos de rebelión, sedición y malversación de caudales públicos.
Puigdemont quiere borrar del debate público europeo la letra pequeña, que en realidad es muy grande. Se empeña en concretar que sólo se les persigue por política, cuando en la Constitución y el Código Penal se recogen detalladamente los delitos que se les atribuyen.
"Nos enfrentamos a castigos similares a los casos de terrorismo: treinta años de prisión"
Con esta afirmación, el líder de Junts Pel Sí busca hacer creer a los lectores que los jueces españoles han decidido espontáneamente equiparar a las penas por asesinato el delito de rebelión.
Tanto Puigdemont como sus consellers conocían de antemano que el Código Penal detalla esos treinta años, y que no se trata de la opinión de un juez, sino de uno de los documentos que estructura el Estado de Derecho.
"Nuestros votantes sabían cuál era el objetivo y aún así se nos acusa de rebelión"
Según la máxima de Carles Puigdemont, cualquier partido podría cometer una ilegalidad siempre y cuando la avanzara en su programa electoral. "Aún así se nos acusa de rebelión (...) por llevar adelante algo que nunca ocultamos".
Las variables son distintas. A Puigdemont se le acusa de haber proclamado la independencia de Cataluña de forma unilateral, sin importar el contenido de su programa.
"La mayoría de los catalanes está a favor de la independencia"
Esta es una de las falsedades más repetidas por el separatismo catalán. Intentan convencer de que su mayoría de escaños supone haber cosechado en las pasadas elecciones la mayoría del "pueblo catalán". Nada más lejos de la realidad. El bloque constitucionalista recabó más votos, pero el sistema electoral corrigió los resultados en favor de una mayoría independentista.
"Puedes pertenecer a un partido independentista siempre que no gobiernes"
En este punto, Puigdemont habla de "doble moral". Asegura que, en España, sólo se puede ser independentista desde la oposición. Su propia experiencia lo desmiente. Él pudo defender el separatismo desde el Gobierno de Cataluña hasta que decidió saltarse la ley por las bravas.
"Deben prevalecer los derechos fundamentales, incluidos en tratados internacionales y también en la Constitución"
El expresident de la Generalitat acostumbra a referirse al derecho de autodeterminación recogido en los tratados europeos para justificar su referéndum unilateral. Esconde que aquel mecanismo se acordó para liberar a aquellas naciones oprimidas por un régimen colonialista.
Por otro lado, enarbola estos tratados "recogidos en la Constitución", sin importarle que esa misma Constitución prohíba la consulta rupturista.
"En las manifestaciones, grupos radicales de ultraderecha marcharon haciendo el saludo nazi"
A ojos de Puigdemont, fueron la Falange y los herederos de Franco quienes auspiciaron las manifestaciones en pro de la unidad nacional celebradas en todo el país, pero principalmente en Barcelona. Las concentraciones fueron convocadas por Sociedad Civil Catalana y los principales ponentes nada tuvieron que ver con la política, a pesar de la presencia de miembros de PP, PSOE y Ciudadanos. Aquellos que caminaron con el "saludo nazi" fue una minoría engullida por las decenas de miles que salieron a criticar a su Govern.
"Una vez que acabe la violencia podremos sentarnos a hablar de todo"
Carles Puigdemont ha querido apropiarse del "diálogo" como herramienta exclusiva de su Ejecutivo. El Gobierno central mantuvo su mano tendida hasta que la pretensión nacionalista se convirtió en la declaración unilateral de independencia.
Rajoy aceptó "hablar de todo", pero siempre advirtió de que entre sus funciones no está la de negociar la ruptura de un país.