La versión de Iñaki Urdangarin y Diego Torres se desmonta. Su asesor fiscal, aquel que supuestamente controló todas sus cuentas, aquel al que culparon de todas las irregularidades, ha desmontado hoy la versión de ambos. Ellos eran los jefes, quienes controlaban todo, se repartían los beneficios del Instituto Nóos, una supuesta asociación sin ánimo de lucro, al 50%, y ambos le pidieron que parte del dinero de Nóos se moviera al extranjero. Así lo ha dicho Miguel Tejeiro, que ha declarado como testigo, y quien además ha lanzado un mensaje: la Casa Real no está en el día a día del Instituto Nóos ni lo supervisaba, tal y como aseguraron de manera insistente no sólo los dos socios sino la propia infanta Cristina de Borbón.
Al asesor de la infanta, Carlos García Revenga, no le vio nunca. Esta afirmación es difícil de encajarla con la ofrecida por Urdangarin, quien aseguró que no hacía nada sin consultárselo a él. Según el ex duque de Palma, García Revenga y Tejeiro eran las dos personas de su máxima confianza, sin embargo no se conocían, a pesar de estar ambos supuestamente en el día a día del Instituto Nóos y de las empresas de los dos socios. “Nunca he visto a García Revenga, ni he hablado, ni le he visto. No le conozco”, ha añadido.
Tampoco trató “jamás” ningún asunto con José Manuel Romero, conde de Fontao, a pesar de que Urdangarin asegurara que éste supervisó el trabajo de Nóos. “A Moreno, le vi una vez. Comimos en un restaurante en Barcelona junto con Urdangarin. Me lo presentó para que le conociese por si en algún momento pudiéramos tener algún contacto, pero nunca hemos tenido ninguno contacto. No he hablado con él nunca de nada. En esa comida eran datos informales”, ha señalado.
Y con quien supuestamante había tratado los datos fiscales de los dos socios y de sus empresas, el asesor de la Familia Real, Federico Rubio, “jamás” le ha visto y las únicas veces que ha mantenido el contacto telefónico o por correo electrónico con él era para darle datos de la infanta para que le hiciera la declaración de la renta.
Desvincula a la infanta, a pesar de la infanta
Esto desmiente totalmente la versión de Torres y Urdangarin, quienes aseguraron que Rubio se reunía una vez al año con Tejeiro para revisar los datos fiscales de ambos y de sus sociedades. Según el testigo, es falso. Por orden de Urdangarin, le enviaba los datos de la hipoteca de La Caixa o del IBI de cara a que Rubio pudiera incorporarlos en la declaración fiscal de Cristina de Borbón.
También ha desmentido que él dijera al notario que constituyó la sociedad Aizoon, de Urdangarin y la infanta, que él recomendara a Cristina de Borbón que lo hiciera para obtener algún beneficio fiscal. “He visto a la infanta sólo tres veces ante notario, nada más”, ha indicado. Según ha explicado, el notario, Carlos Masiá, declaró todo eso por rencor después de que él se negara a declarar en un juicio por un asunto de una herencia familia que tenía con su familia. Le pidió que mintiera y Tejeiro se negó. Desde entonces, declaró en el proceso del 'caso Nóos' para implicarle y hacer creer que él tenía más implicación en el entramado del que realmente tenía.
Con Aizoon no se buscó que Cristina de Borbón hiciera de escudo fiscal porque según ha explicado esta sociedad era la continuación de una anterior que ya tenían antes de que Tejeiro empezara a llevarles las cuentas, Namasté. “Yo lo único que aconsejé a Urdangarin es que cerrara la primera sociedad porque estaban sus hijos. Me hizo caso y se cerró para abrir Aizoon”, ha señalado.
Con esta declaración, Miguel Tejeiro desvincula a la infanta de la gestión de Aizoon, al afirmar que Aizoon se trataba de una sociedad para gestionar los ingresos de Urdangarin. Sin embargo, Cristina de Borbón, en su declaración, cargó las tintas contra él al decir que su marido confió plenamente en él, culpándole de ser idea suya la de dar de alta a trabajadores ficticios o de cometer irregularidades en las declaraciones de la renta. Es más, la hermana del rey Felipe VI dijo que antes confiaba en él pero después de lo que les ha hecho ya no confía en Miguel Tejeiro.
Eso sí, ha asegurado que fue Urdangarin, como lo hace cualquier cliente dueño de una sociedad, quien decidió que sus rendimientos de trabajo se declararan en el Impuesto de Sociedades en vez del IRPF y por lo que ahora está acusado de dos delitos fiscales, y su mujer como cooperadora necesaria de ambos.
“Torres es un compulsivo del control”
Miguel Tejeiro ha insistido que tanto Torres como Urdangarin eran los jefes en el grupo Nóos y ellos llevaban el control. Pero insiste en su cuñado, a quien califica de “persona brillante, primero de su promoción”. A su juicio, “Torres es un compulsivo del control. En una sociedad de Diego Torres sólo puede haber un jefe, Diego Torres”.
El asesor fiscal ha mostrado su enfado por el hecho de que ambos socios quisieran cargar la culpa de la falsa facturación y contratación ficticia de trabajadores en las empresas del grupo a su hermano Marco Antonio Tejeiro, sentado en el banquillo de los acusados. “Parece mentira que dos socios que controlan un grupo, digan que mi hermano tenía el control. Era un administrativo y nada más”, ha añadido.
Además, ha señalado que el Instituto Nóos a pesar de que apareciera como una sociedad sin ánimo de lucro, en realidad era con ánimo de lucro. “Por eso les dije que se acogieran al régimen general, porque hacían actividades de consultoría con animo de lucro. De ahí que se repartían los beneficios al 50%”, ha manifestado. Esta afirmación también desacredita la versión del yerno del rey Juan Carlos I, quien sostuvo que el beneficio del Instituto Nóos se retornaba a proyectos sociales.
Urdangarin pidió sacar dinero al extranjero
Otra de las contradicciones con la versión de los dos socios es que Miguel Tejeiro ha afirmado en reiteradas ocasiones que Iñaki Urdangarin también formaba parte del entramado internacional. Ellos habían desvinculado al cuñado del Rey de las empresas que Torres había montado en en el extranjero. “Me lo pidieron los dos”, ha asegurado.
“Mi hermana Ana, la mujer del jefe”
El testigo ha intentado suavizar la implicación de su hermana, Ana María Tejeiro, en el entramado. “Mi hermana Ana era la mujer del jefe, la voz de su marido. Pero con horario libre y con todas las ventajas del mundo, hacía los recados que le mandaba su marido. Ejercía más de mujer de que de empleada”, ha señalado.
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