Desde Ávila para el mundo, con plástico reciclado: así es Nagami, la mayor empresa de impresión 3D
Con 22 robots y una nave de 4.000 m², la compañía de Manuel Jiménez suma 24 Tn recicladas en el primer trimestre de 2024.
29 julio, 2024 00:59Sin duda, la sostenibilidad es un modelo de negocio rentable, un nuevo lujo que aporta valor. Cuando hace años nació el papel reciclado —de un color marrón que nadie quería— sentíamos que algo reciclado era peor calidad. Pero ahora hay una revolución con esta cuestión, sobre todo en el terreno de la moda, que ha llevado a asociar el reciclaje como un valor añadido, de mayor nivel, incluso de mayor calidad.
Marcas como Dior o Gucci, están utilizando materiales reciclados, una tendencia que está empezando a llegar al diseño de interiores y a la arquitectura. Entrevistamos a Manuel Jiménez, CEO de Nagami, pionero en mobiliario 3D de gran formato hecho de plástico reciclado, que utiliza la tecnología para crear un modelo de negocio rentable a través de la economía circular.
"Hay un mercado para la sostenibilidad y cada vez más las nuevas generaciones lo ponen como un requisito", explica Manuel Jiménez. "Mi objetivo no es diseñar para las élites, sino para el gran público, creando viviendas sociales en plástico reciclado que aporten una solución de calidad arquitectónica de una manera más rápida, más segura y económica que la tradicional".
¿Nagami es la empresa más grande del mundo en impresión 3D en plástico de gran formato?
Así es, mediante plástico reciclado tenemos la empresa más grande en impresión 3D de gran formato con 22 robots operativos en una nave de 4000 m² en Ávila, donde trabajamos 45 personas y facturamos alrededor de 2 millones de euros. La siguiente empresa competidora de este formato está en Holanda y tiene solo 7 robots.
¿Cuándo decides crear Nagami?
Empezamos creando una silla para el Centro Pompidou. Tenía 33 años y vivía en Londres dirigiendo un laboratorio en la Universidad de Arquitectura Bartlett UCL. En él investigaba cómo crear nuevos métodos de diseño y fabricación gracias a las herramientas digitales y la automatización, en definitiva, cómo crear herramientas y sistemas para robots industriales con aplicaciones en Arquitectura.
Una de las publicaciones que realicé tuvo mucha repercusión y nos hicieron una propuesta de compra y exhibición del Centro Pompidou: una pieza para la colección permanente y otra para la exposición 'Imprimir El Mundo', (la más grande de impresión 3D hasta la fecha). Fue el momento, en paralelo a mi actividad académica en Londres, de arrancar Nagami en Ávila, mi ciudad natal.
Convencí a mi hermano Miguel Ángel y a mi antiguo compañero de piso Nacho —ambos también arquitectos y con gran conocimiento de máquinas y robots—, para que empezasen esta aventura conmigo, pues en Londres hubiera sido económicamente inviable.
Nagami es una combinación de nuestros nombres y una fruta japonesa parecida a una mandarina que parece de plástico naranja brillante. Pensamos que el nombre le iba bien a nuestra empresa de tecnología que se iniciaba en un garaje.
Siempre he sido un nerd y he bebido de la ciencia ficción, la animación, el modelado… Desde el principio, tuve claro que el 3D era una herramienta de diseño sin límites. Con ella podemos hacer realidad cualquier universo imaginable, aunque nunca haya existido. Había mucha gente que creía en el 3D, pero solo como una herramienta de visualización y no de diseño. Yo pensaba que diseñar en 3D era definitivamente el futuro. En aquel momento, no existía ningún mercado para esto y era muy poca gente investigando esta tecnología.
Hasta crear la silla para el Museo Pompidou de París, estuvimos un año entero desarrollando un extrusor de plástico que funcionase con robots, algo que no existía y, en paralelo, fuimos organizando todo el tema del diseño y la programación. Lanzamos la silla en el 2017 con el objetivo de que la tecnología que habíamos desarrollado para ello sirviera para continuar haciendo muebles con un carácter ligeramente más comercial.
Aunque no existía mucho mercado potencial, lanzamos la compañía oficialmente en el 2018 en la feria de Milán con grandes partners que creían en nosotros, como es el caso del estudio de Zaha Hadid y Ross Lovegrove. Los titulares fueron buenísimos. De repente, empezamos a existir para los medios y para el mundo del diseño y así empezamos a crear mobiliario y proyectos de gran formato 3D hecho en plástico reciclado.
En la actualidad tenemos tres objetos en la colección permanente del Museo Pompidou (tres sillas) y no paramos de crear. De aquel primer robot hemos pasado a 21 en una nave industrial de 4000 m².
¿Por qué en plástico reciclado y cuánto lleváis reutilizado?
Porque hay ocho veces más peso en plástico en el planeta que peso de seres humanos. Es un problema ilimitado al que nosotros le damos una solución útil para las personas. Ocupa nuestros océanos, la naturaleza, los vertederos... No es biodegradable y hay que hacer algo con él. En el primer trimestre de 2024, hemos reciclado 24 Tn. Podría decirse que hemos dado una segunda vida a unas 600 toneladas de plástico, ya que en los últimos tres años llevamos una media de 100 Tn anuales.
¿De dónde obtenéis el plástico?
Tenemos varios partners de reciclaje y producción de plástico que son con los que desarrollamos los compuestos. Ahora, vamos a empezar a trabajar con empresas que recogen desechos, como Ecoembes y Ecoalf.
¿Qué espacios habéis realizado recientemente?
Acabamos de inaugurar el teatro Pereyra de Ibiza, para el que hemos realizado 250 sillas, taburetes y mesas muy especiales inspiradas en las formas de la balaustrada del interior de dicho teatro. Otro proyecto que hemos terminado recientemente es Casa Decor, donde hemos creado tres espacios diferentes, mostrando gran parte de nuestras capacidades.
El primer espacio ha sido la entrada, donde diseñamos unas columnas que crean una fusión entre el neoclasicismo y el futurismo. En el segundo, hablamos de la importancia de los océanos, creando un mar artificial caracterizado por unos paneles, lámparas y objetos luminiscentes que, flotando, recuerdan a formas marinas. Para el tercer espacio, creamos una lámpara que recuerda formas lunares.
Cabe también destacar el pabellón de Telefónica del Mobile World Congress, en el que hemos avanzado con nuestra conciencia medioambiental y ahora nos comprometemos a recoger el material y reciclarlo en nuestras propias instalaciones. Para nosotros, el desecho es una fuente de materia prima.
En nuestra nave troceamos nuestro propio desecho y tenemos residuo cero, ya que lo reutilizamos directamente. Así, la tienda de Ecoalf de Las Rozas Village ha sido un proyecto con el que logramos reciclar 3,3 toneladas de plástico gracias a la impresión 3D con la que formamos las paredes, las estanterías y las mesas recreando un glaciar.
¿Cuál es el proyecto más difícil que hayáis hecho?
Ahora mismo estamos con el Pabellón de plástico reciclado en impresión 3D más grande hasta la fecha. Se trata de una investigación sobre cómo repensar cada elemento de la Arquitectura para la impresión 3D. Lo estamos haciendo con el estudio Hassell y TO: fundation, creando un espacio de 9 metros de diámetro hecho al completo con plástico reciclado y puramente funcional: suelo radiante, impermeabilización…
Ahora mismo pensamos en cuáles son las formas más idóneas de imaginar una puerta, las bisagras, las fachadas, las ventanas… Estamos reimaginando con una tecnología que anteriormente no existía y que es como la obra del Monasterio de El Escorial.
Si tuvieras un cheque en blanco, ¿qué sueño te gustaría imprimir?
Mi sueño es hacer casas, soy arquitecto. Las sillas seminales siempre las hacen arquitectos porque, en realidad, son un mini edificio que soporta a un ser humano.
Cuando entremos en el mundo del diseño de la construcción con viviendas, será cuando más capacidad tengamos de limpiar de plástico el planeta. Tenemos un proyecto de vivienda modular, de investigación, en el que incorporamos la flexibilidad de la impresión 3D a la arquitectura, pues personalizamos las piezas según las necesidades del usuario.
Si me dieran un cheque en blanco, lo invertiría todo en imprimir un edifico de 4 plantas de vivienda social. El gran hito no es hacer sillas para museos de 20 mil euros, sino que lleguen a todo el mundo. Tiene mucho más impacto en la sociedad hacerlo para el gran público que hacerlo para un museo o para la élite.
¿Cuál crees que es la clave de vuestro éxito?
Llevar en vena el diseño para la impresión 3D, un know-how global desde el puro diseño hasta el entendimiento de la manufactura para llevarlo a cabo. Cada objeto que creamos era completamente inimaginable anteriormente: la tecnología es el pretexto para crear esos universos previamente inconcebibles.