Las telas, los tapices naturales y la decoración vegetal adornan el estudio que Kavita Parmar (India, 1972) tiene en Madrid mientras esta explica a una veintena de jóvenes que la circularidad textil es necesaria y viable en un mundo cada vez más preocupado por el planeta. Lleva un sombrero negro con forma de cuenco que parece pesar bastante, aunque probablemente no lo haga. Sonríe mucho, y se dirige a los chicos con perfecto acento inglés.
Ese vago recuerdo corresponde a la primera vez que ENCLAVE ODS | EL ESPAÑOL coincidió con la activista y diseñadora hindú, instalada en la capital gata desde el año 2001. Es la creadora de The IOU Project, una plataforma de trazabilidad que desde 2010 permite a los clientes entrar en contacto con los artesanos que han trabajado sobre los diseños y telas de la ropa que están comprando.
Basta con escanear el código QR impreso en la etiqueta de las prendas para conocer lo que se esconde tras ellas, desde el nombre y fotografía de quienes las han elaborado hasta sus historias de vida y datos de contacto. "Cuando creamos IOU, la primera pregunta que nos planteaban los inversores era cómo íbamos a lograr que nadie copiara nuestra idea; yo lo que quería era precisamente que el sector tomara nota, que nos imitaran", asegura.
Llegó a la industria textil con apenas 17 años y asegura que tuvo un flechazo inmediato. Empezó desde abajo, trabajando con artesanos que le enseñaron a apreciar el oficio y la preocupación por la calidad. Poco después, se hizo con la licencia de una conocida marca india de ropa para niños, con la que abrió más de una decena de tiendas repartidas por el país.
Ha colaborado con algunas de las marcas de lujo que hoy dominan la industria de la moda y, por el camino, ha vivido en Hong Kong, Canadá, Nueva York y Londres. La vida la llevó a España en el momento de oportuno, cuando el país acababa de entrar por las puertas del euro y el optimismo era una emoción compartida por los emprendedores. Comenzó con dos marcas propias, Raasta y Suzie Wong, que crecieron rápidamente hasta llegar a más de 250 puntos de venta multimarca.
Sin embargo, la crisis de 2008 hizo tambalear sus negocios y marcó un punto de inflexión en la carrera de la empresaria. La volvió más pragmática y crítica con la industria: "Hemos convencido al público de que ya no importa cómo se hagan las cosas, que no tiene por qué cuestionarse que una camiseta cueste tres euros".
En 2010, Parmar fundó IOU, siglas que en inglés se amplían como I owe you. Nació como una plataforma encaminada a rediseñar la cadena de valor, a darle la vuelta al tablero y aprovechar la tecnología y la globalización precisamente para ofrecer una alternativa al fast fashion. Un año más tarde, se lanzó oficialmente como marca.
El algodón de Madrás
En India, se estima que más de 20 millones de familias dependen de los ingresos económicos derivados del tejido manual. IOU trabaja con más de 200 artesanos integrados en una cooperativa independiente. Al crear las prendas "no se usa algodón genéticamente modificado, el nuestro es local y crece solamente con agua", explica.
Durante la entrevista, Parmar insiste en no caer en la criminalización del algodón, cuyo cultivo se ha ganado en los últimos años el título del más contaminante del planeta. Aunque más del 95% de su producción mundial no se hace de forma sostenible, esas estadísticas corresponden principalmente al algodón transgénico, es decir, aquel modificado genéticamente que no solo es más perjudicial para el medio ambiente, sino que, además, implica costes mayores.
En la India, la tasa de producción de algodón orgánico es extremadamente pequeña: en 2020 representaba un 2%, según datos del informe Organic Cotton Market Report, de Textile Exchange, pero ha crecido en 1,4 puntos porcentuales desde 2007 y se espera que siga haciéndolo en los próximos años.
IOU trabaja con el Madrás, un tejido fabricado con algodón muy típico del período estival. Se caracteriza por sus coloridos cuadros, conseguidos a partir de la combinación de varios tintes con agua. Los artesanos seleccionan los colores y tratan las telas "con toda su cultura india detrás", explica Parmar. Después, los tejidos se envían a Europa, donde los esperan colaboradores especializados en corte y confección.
Lo que importa una firma
Las colecciones de IOU son versátiles y cumplen con el propósito de su fundadora de hacer "ropa bien hecha que dure mucho tiempo y pueda adaptarse al estilo y la forma de vivir de cada uno". Para Parmar, el tejido es el segundo gran protagonista después de las personas. "Es el antiguo texto de la humanidad, nacemos enrollados en uno y morimos vestidos con otro; es una forma más de comunicarnos con el mundo", reflexiona.
Cuando las prendas llegan al cliente final, este puede ver todo el camino recorrido por las prendas a través del QR impreso en la etiqueta. El hecho de que quede reflejado el nombre del artesano, asegura la emprendedora, "es una forma de dar valor a sus conocimientos y trabajo, porque para ellos es muy importante".
"Han salido historias muy bonitas de nuestro proyecto. Incluso, algunos clientes que han viajado a la India han querido visitar a quienes hicieron sus prendas para conocerlos y comprarles más telas, ver cómo viven, etc.", cuenta Parmar. Y añade: "Yo quiero que todo eso crezca, que las siguientes generaciones también quieran ser artesanas. Y que se sigan preservando las culturas locales, en las que hay tantísimo conocimiento milenario".
Un festival para artesanos
La emprendedora aprovecha su conversación con este periódico para hablar de XTANT, su segundo proyecto de vida, organizado junto a Marcella Echevarria. Se trata de un encuentro anual del textil patrimonial que este 2024 va camino de su quinta edición. Del 10 al 13 de mayo, sus dos impulsoras reunirán a diseñadores, artistas y consumidores entusiasmados por participar en las actividades y talleres organizados en el marco de este festival sin ánimo de lucro en Palma de Mallorca.
La capital balear no es un destino elegido al azar, explica Parmar. "Mallorca tiene una tradición interesantísima; ya hace más de 500 años documentaron el uso de un tejido que todavía sigue existiendo, pero solo lo trabajan tres artesanos en toda la región", explica, refiriéndose a las telas de llengües. "Además, es un lugar en el que cada vez hay más inquietud por lo local y proyectos sostenibles. Nos pareció muy simbólico que precisamente se celebrara aquí un evento que tiene como objetivo mostrar todo lo que está cambiando en el mundo", destaca.
"Lo que más me emociona [de XTANT] es que hay una parte educativa en lo que hacemos: organizamos cursos para diferentes tipos de personas, desde los profesionales a aquellos que realmente no saben nada del mundo de la moda; les enseñamos a bordar, a tejer, a hacer tinte natural… Tenemos workshops en las que hay mucho que elegir, pero también puedes venir a pasear y a encontrar un lugar bonito con artesanos y textiles de más de 25 países. Es un proyecto de moda, pero también es cultural. Animamos a todo el mundo a que venga a conocernos", concluye. XTANT tendrá acceso abierto al público y su programa podrá conocerse en los próximos meses en la página oficial del festival.