Es de cuna aristocrática, pero su posición nunca le ha impedido tener los pies bien posados en la tierra. Quizá a algunos les resulte sorprendente que un archiduque dedique su vida a ayudar a personas con problemas de drogas, pero esa es precisamente la labor de Maximiliano de Habsburgo desde hace más de 20 años.
Es hijo de los archiduques Ferdinand y Helen de Austria, primo de los Reyes de España, y conoce este infierno de primera mano. Su hermana Elizabeth falleció en los 80 víctima de sus adicciones: un duro golpe que marcaría su trayectoria.
Fue aquello lo que le impulsó a crear la clínica Recal, con sede en Madrid, donde ayudan a los pacientes a rehabilitarse con un programa integral que incluye el apoyo a las familias y las becas de su fundación para pacientes sin recursos. ENCLAVE ODS ha hablado con Maximiliano con el fin de conocer más de cerca su labor.
El archiduque atiende el teléfono mientras pasea por la campiña inglesa y no duda en responder hasta las preguntas más delicadas. No está solo en su cruzada, cuenta con la ayuda de grandes empresas y también de amigos cercanos como Cayetano Martínez de Irujo, que es patrono de la fundación, y la infanta Elena.
Lleva más de dos décadas al frente de la clínica Recal, ¿qué le llevó a fundarla?
Hace 22 años yo me dedicaba un poco a ayudar a gente sin hogar en el centro de Madrid y al hacer esta ayuda social me di cuenta de que muchos de ellos tenían problemas de alcohol y drogas. Yo, con la muerte de mi hermana y también yo mismo, he vivido el tema de las drogas muy de cerca. Es algo que me tocó y fue cuando empecé a abrir un pequeño centro en Pozuelo, donde dábamos ayuda primaria a gente sin hogar, con problemas de adicción.
Con él estuvimos unos años instalados en ese piso y luego contratamos a un especialista de Inglaterra para implementar el programa de Minnesota para tratar estas adicciones y buscamos financiación para hacer un centro de verdad. Lo encontramos con la ayuda de MAPFRE y de otras personas y construimos la Clínica Real que ahora está en Majadahonda, donde tenemos 22 plazas internas y luego la sala, reuniones donde vienen por lo menos entre 50 y 100 personas al día a recibir tratamiento ambulatorio.
¿Cómo es el método que siguen en la clínica?
Se llama el método de los doce pasos, donde el paciente pasa por diferentes fases. El primero es admitir que tiene un problema con las drogas o el alcohol o lo que sea su adicción, y ese es el más difícil. Normalmente, la negación va implícita en esta enfermedad. Luego, van haciendo un inventario de su vida, van escribiendo a todas esas personas a las que han dañado durante su consumo… Un poco como la limpieza del alma.
Durante todo el proceso el paciente recibe ayuda profesional de nuestros terapeutas y psicólogos, hasta llegar al último paso que consiste en, una vez que terminan el programa, deben ayudar a otros adictos a recuperarse. Esto es un poco lo que hago yo.
Hay una opinión generalizada que muchas veces vincula los problemas de drogas con la pobreza o el estatus económico. ¿Las adicciones entienden de clases sociales?
No, en realidad no, y por eso en la Fundación Recal nosotros tenemos una mezcla, tenemos gente sin medios económicos, los cuales becamos, pero también tenemos con dinero y establezca es muy sana. También mezclamos las edades, hay chicos de 18 años y hay gente de 60 o 70 recuperándose.
Al final lo que se ve con la adicción es que la enfermedad es casi igual en todos. Y el sufrimiento y la incapacidad de ayudarse a sí mismo, también. Con lo cual no, las clases sociales no protegen o hacen peor la situación.
Pero parece claro que tener medios económicos sí facilita el acceso a las clínicas de rehabilitación privadas.
Claro, por eso nosotros becamos a los que no pueden pagar el tratamiento. Aun así, una vez que salen, muchos no tienen medios para salir adelante y eso hace que mantener la recuperación sea difícil. En Recal también les ayudamos a buscar trabajo y una casa. Tenemos pisos de segunda fase por Pozuelo, donde ellos pueden estar incluso durante un año hasta que encuentren estabilidad.
Como experto en el tema, ¿en qué diría que ha cambiado el problema de las drogas en estas dos décadas?
Uno de los problemas es que son muy fáciles de encontrar. Antes era mucho más difícil pillar cocaína o cualquier otra sustancia. Por otra parte, creo que los jóvenes de hoy día andan muy perdidos. Vivimos en un mundo muy materialista donde no es fácil encontrar su sitio y su estabilidad. Eso hace que muchos rellenen ese hueco con el consumo.
En Estados Unidos tienen un verdadero problema con el fentanilo, que es la primera causa de muerte por sobredosis.
Es devastador. El problema con medicamentos potentes como ese (se trata de un opioide 50 veces más fuerte que la heroína) es que se recetan con demasiada facilidad y luego la gente se vuelve adicta. Parece que los médicos no se dan cuenta de que lo adictivo de estas sustancias, ¿no?
Si le pregunto si está a favor de la legalización de las drogas como solución del problema, qué me diría.
Es muy complicado. El alcohol es legal y mira cuántos alcohólicos hay y cuántas vidas ha destrozado y cuántas familias. Parece un poco fuerte pensar en ir a un estanco a comprar un gramo de cocaína, ¿no?
¿Qué porcentaje de éxito tienen los tratamientos de su clínica?
El éxito es muy difícil calcularlo. El 90% acaban el programa, pero luego a los cinco años es complicado controlarlo. Es crucial seguir yendo a los grupos de Alcohólicos Anónimos y Narcóticos Anónimos, que son gratis y están repartidos por todo el mundo. Los que dejan de ir normalmente recaen. Es una enfermedad de por vida.
Recientemente ha dado una fiesta en Madrid para recaudar fondos para la clínica, ¿tiene muchos benefactores?
Sí, contamos con la colaboración de la Fundación Mapfre y la Fundación 'la Caixa'. Luego, una vez al año, organizamos este evento en septiembre, donde viene gente y hacemos una subasta. Así solemos recaudar bastante dinero para pagar a pacientes que no puedan costearse el tratamiento.
Creo que la infanta Elena también está pendiente de vuestra labor.
Claro, ella trabaja en la Fundación MAPFRE y siempre está muy cerca de Recal. La Familia Real son mis primos y me llevo muy bien con ellos.
Además, hace unos años recibisteis un importante donativo de la reina Isabel II se Inglaterra.
Sí, fue con motivo del 80 cumpleaños de mi madre. La Reina vino a su fiesta y mi madre le dijo que no quería regalos y pidió que todo el mundo diera una donación a la clínica. Para nuestra gran sorpresa, a los dos meses nos llegó un telegrama de Buckingham preguntándonos por nuestra cuenta bancaria. Y luego Isabel II nos hizo una transferencia.
¿Cuál ha sido la peor experiencia personal que ha vivido relacionada con las drogas?
Además de la muerte de mi hermana, que fue lo que más me impactó, cuando empezábamos con Recal yo iba mucho a los poblados, a las afueras de Madrid. Había uno donde iban todos los heroinómanos y estaban como zombis, con las agujas colgando del brazo. Esta imagen de ellos chutándose fue literalmente lo más impactante que he visto jamás en mi vida.
Su mujer y sus hijos están involucrados también en Recal.
Sí, además ella está estudiando psicoterapia y ayuda a los pacientes. Luego mis tres hijos los traigo al centro que tengo aquí en Inglaterra, que se llama Ark House, y mi hijo mayor, por ejemplo, ha trabajado ahí en las vacaciones unas semanas. Es muy sano, porque podía hablar con los pacientes y eso le abre los ojos sobre hacia dónde te puede llevar esta enfermedad.