La incansable lucha de Ben Barres, el investigador trans que demostró la discriminación en la ciencia
El neurobiólogo descubrió que sus colegas le hacían más caso con las mismas investigaciones como hombre que cuando era mujer.
28 junio, 2023 01:57Es la anécdota más conocida de la carrera de Ben Barres (EEUU, 1954-2017), una que él mismo contó muchas veces a lo largo de su vida para explicar su activismo político. Había acudido a impartir una conferencia sobre células gliales, su especialidad dentro de la neurobiología, en el Instituto Whitehead de Investigación Biomédica. Al terminar, escuchó a uno de los investigadores asistentes comentar: "Ben Barres ha dado hoy un gran seminario, su trabajo es mucho mejor que el de su hermana Bárbara".
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Solo que el científico no tenía hermanas. El interlocutor no era consciente de que estaba hablando de la misma persona: Barres era una persona trans que transicionó con más de 40 años; durante parte de su carrera científica fue identificado como mujer.
¿Importa el género?
Barres se convirtió legalmente en Ben en 1997. Nueve años después, en 2006, su perspectiva única sobre la discriminación de género dentro de la ciencia saltó al debate público cuando decidió responder a unas declaraciones de Lawrence Summers, entonces presidente de Harvard. Summers había sido Secretario del Tesoro de los Estados Unidos entre 1999 a 2001, durante la presidencia de Bill Clinton, y tras dejar el cargo se convirtió en el máximo responsable de la prestigiosa institución educativa.
Preguntado por la razón de la falta de científicas mujeres en la especialidad de ciencias consideradas más 'duras', como las matemáticas, Summers respondió que se debía a la desigualdad de “las aptitudes intrínsecas” entre hombres y mujeres para dichas materias. Barres, que se doctoró en neurobiología en Harvard (aunque entonces era investigador en la Universidad de Stanford), respondió con un artículo publicado en Nature cuyo título no podía ser más explícito: Does gender matter? (¿Importa el género?).
Por primera vez, pero no última, Barres compartiría experiencias chocantes como la del seminario. Con el paso del tiempo y su transición, descubrió que sus investigaciones se tomaban "más en serio", explicaba, desde que las publicaba como hombre.
“La principal diferencia que he notado es que la gente que no sabe que soy trans me trata con mucho más respeto", afirmó el investigador, haciendo referencia a la anterior percepción de género que se tenía de él. Y añadió: "Incluso puedo completar una frase entera sin que me interrumpa un hombre".
Entre las experiencias discriminatorias que sufrió como mujer cuando empezó sus estudios de matemáticas, la más famosa es otra que recogió en su artículo en Nature: “Fui la única persona en una clase grande de casi todos los hombres que resolvió un problema matemático difícil, solo para que el profesor me dijera que mi novio debe haberlo resuelto por mí”.
El primer trans de la Academia Nacional de Ciencias
Barres nació en West Orange, Nueva Jersey, en 1954. Su especialidad como neurobiólogo fue el estudio de las células gliales o neuroglias, es decir, las que componen el tejido nervioso y que actúan de manera auxiliar o soporte de las neuronas y juegan un papel fundamental en la transmisión de impulsos e información.
Se graduó en biología del Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT) y en medicina de la Escuela Médica de Dartmouth. Luego obtuvo su doctorado en neurobiología en la Universidad de Harvard. En 2008 ganó una posición en la cátedra de Neurobiología en la Universidad de Stanford y tres años más tarde participó en la fundación la compañía Annexon Biosciences, que nació con el objetivo de investigar nuevos medicamentos contra las enfermedades neurodegenerativas.
A lo largo de su carrera publicó más de 160 artículos y sus investigaciones sobre las funciones de dichas células en el sistema nervioso han abierto el camino al tratamiento de enfermedades como el párkinson. El equipo de investigación liderado por él hizo grandes avances en la investigación de los astrocitos, un tipo de células que juegan un rol clave en la formación de sinapsis, los procesos mediante los cuales se comunican nuestras neuronas.
Uno de los hitos de su carrera fue convertirse en miembro de la Academia Nacional de Ciencias de Estados Unidos, en 2013, a los 59 años. Un gran honor a nivel particular y un reconocimiento a su labor científica, que tuvo además el simbolismo de convertirlo en el primer científico abiertamente trans en ingresar en la institución. También fue mentor de toda una generación de investigadores en el campo de la neurobiología surgidos de su equipo de trabajo en Standford.
El activismo LGTBiQ+ de Barres
Una de las bases del activismo de Barres fue su conciencia de que normalmente los sectores privilegiados en una situación de desigualdad no suelen ser conscientes de su posición e incluso tienden a ver a los desfavorecidos como naturalmente inferiores. Lo comprendió mucho antes de definirse como trans. Fue en su adolescencia, cuando le presentó a su madre a su profesor de matemáticas, que era su preferido en el instituto. Ella le comentó más tarde, en tono de reproche, que debió decirle que el hombre era negro. Hasta ese momento, Barres ni siquiera había considerado relevante el dato.
Fue él mismo quien explicó en numerosas ocasiones cómo desde entonces se había esforzado por superar sus propios prejuicios y cómo creía que este mecanismo de autojustificación del privilegio, a veces inconsciente, estaba detrás de declaraciones como las de Summers, que tuvo que dimitir como presidente de Harvard por las mismas, acusado de machismo.
Entre escandalizado y divertido por ser de repente un infiltrado en territorio que le había sido desconocido hasta entonces, Barres descubrió que los científicos varones cisgénero tenían más confianza con él desde que lo veían como a un hombre. Se llegó a encontrar, contó una vez, con confesiones como la del cirujano que afirmaba que nunca había encontrado una mujer tan buena en su especialidad como el más torpe de los hombres.
Barres falleció un 27 de diciembre de 2017, a la temprana edad de 63 años, tras un cáncer de páncreas que acabó en pocos meses con su vida. Dejó unas memorias que se publicaron póstumamente, Autobiografía de un científico transgénero (The Autobiography of a Transgender Scientist). Una de sus últimas apariciones públicas fue en un vídeo del canal de la Universidad de Stanford en el que defendía la curiosidad como la base de la ciencia y la belleza intrínseca de esta. “¿Qué puede haber más hermoso que descubrir algo que nunca se había conocido antes?”.