Carmen Quintanilla, una vida dedicada a las mujeres rurales: "Sin ellas, no habrá futuro para los pueblos"
Reivindicó su papel cuando nadie más lo hacía, y desde entonces no ha dejado de luchar por la equidad como política y presidenta de AFAMMER.
9 junio, 2023 01:40Carmen Quintanilla Barba (Ciudad Real, 1954) es una profesional a la carrera. Una que agenda su cita con EL ESPAÑOL en medio de una semana de intervenciones, viajes y eventos como el que organizaba este periódico el pasado lunes, 5 de junio, para abrir la Semana Grande del Corpus de Toledo. Porque la manchega será muchas cosas –y ahora las enumeraremos todas–, pero quizás lo primero que debamos dejar claro es que, ante todo, ella se debe a la España céntrica, rural, la del mito quijotesco y los paisajes de Gregorio Prieto.
La suya fue una vida, dice, privilegiada, en la que ha intentado corresponder con dedicación a esa oportunidad que se abrió ante ella en los setenta, apoyada por su abuelo Alfonso, y con la que la mayoría de mujeres de su entorno no pudieron soñar. "Sabía que tenía que ponerme a disposición de la sociedad, y para eso debía comprometerme con el servicio público y con las mujeres", cuenta.
Todo vino a su orden. Quintanilla disfrutó de su infancia en aquella Ciudad Real que todavía se resistía a abrirse a la industrialización. Después creció, y se diplomó en Relaciones Laborales por la Universidad Complutense de Madrid. Podríamos decir que la manchega es el espejo perfecto en el que las niñas pueden mirarse, y para hacerlo solo tendríamos que atender a su carrera, adelantada a su tiempo.
Casi 20 años en el Congreso de los Diputados. 10 en la Asamblea Parlamentaria del Consejo de Europa, donde además es miembro de honor. Fue vicepresidenta de la Comisión de Igualdad en este mismo. Parlamentaria de Desarrollo y Empleo. Una de las promotoras del Convenio de Estambul, y siempre en defensa de los derechos de las mujeres, en concreto, de aquellas que cargan con el peso de la España rural.
Las mujeres que siempre estuvieron
Ya en 1971, todavía a las puertas de entrar en plena Transición democrática, Quintanilla empezó a trazar la ruta hacia la igualdad de oportunidades. "Convoqué una manifestación para las mujeres de la provincia y, once años más tarde, siendo funcionaria y madre casada, decidí fundar la primera organización no gubernamental dedicada a ellas y a reivindicar sus contribuciones", recuerda.
Desde entonces, los avances sociales han marcado nuestra agenda, y hemos entendido que "si queremos construir la España de las oportunidades, debemos contar con las mujeres", explica. Y añade: "Porque son esa fuerza motriz que contribuye no solo a la mano de obra agrícola, sino también a la preservación de las tradiciones y de nuestro patrimonio artístico, histórico e, indiscutiblemente, al emprendimiento".
Mujeres de tierra, pero solo si quieren. Mujeres de campo, pero nunca encasilladas en dicha categoría. Quintanilla ha sido testigo, en estos últimos años, de cómo "ahora las chicas rurales se han incorporado masivamente al mundo universitario, están mucho más formadas que en los 60, cuando solo estudiaba el hombre de la casa y ellas se quedaban ayudando en el hogar".
Pregunta: ¿Hablamos de conciliación en los pueblos?
Respuesta: Lo hacemos, pero sigue siendo una utopía. Muchas mujeres tienen que abandonar su puesto de trabajo para cuidar a sus mayores dependientes. Sigue sin haber una corresponsabilidad real. Somos el segundo país con la mayor tasa de desempleo femenino rural de toda la UE. Hemos conseguido grandes retos, como la equiparación del plan de paternidad; somos los únicos del mundo con un día dedicado a la conciliación, el 23 de marzo. Pero aún tenemos tareas pendientes, empezando por las guarderías y terminando por un cambio de mentalidad.
El mundo rural también pide sanear sus raíces en lo que a violencia de género se refiere. "Si en las ciudades una mujer puede permanecer una media de 9 años en una relación de maltrato, en los pueblos llegan a sufrir en silencio una media de 20 a 25", alerta.
¿Las razones? El desconocimiento de los recursos de protección a su alcance, la presión familiar, la dependencia económica y el aislamiento geográfico. "Desgraciadamente, quedan muy lejos esos centros en los que puedan ser asistidas", lamenta Quintanilla.
Para paliar esta situación, la Asociación de Familias y Mujeres del Medio Rural (AFAMMER), repartida en múltiples oficinas por todo el país, ofrece asistencia a través de un protocolo que pasa por psicólogos, abogados, técnicos y un contacto directo con los cuerpos de seguridad.
Más visibles que nunca
Para Quintanilla, que lleva más de 50 años defendiendo los derechos de las 'madres' de la España que produce, la semilla de la equidad está en el empleo. "Es lo que da libertad y autonomía. Y cuando una mujer independiente decide quedarse, lidera su vida y se producen mil sinergias alrededor de ella, porque va a defender unas condiciones dignas, servicios educativos, va a hacer que su comunidad crezca".
Crecimiento en lo económico y también en lo demográfico es lo que requieren más que nunca los 4.000 pueblos en riesgo de desaparición que existen ahora mismo en el país, y que se resisten a asumir las etiquetas de la España vaciada. Porque "somos mucho más que eso; somos la España donante, la que recoge, la que ofrece" y la que sembrará el progreso en los próximos años.
Sobre AFAMMER
La Asociación de Familias y Mujeres del Medio Rural nace en 1982 como organización pionera en España con una propuesta reivindicativa: que las mujeres de estos entornos dejen de ser invisibles, y que su voz se escuche en todos los foros nacionales e internacionales para alcanzar el reto de la igualdad real de oportunidades.
A lo largo de estas décadas, han llevado su voz y sus contribuciones hasta los más importantes organismos dentro y fuera de las fronteras nacionales. AFAMMER ha estado presente en los gobiernos y parlamentos españoles, así como en el Parlamento Europeo, en la IV Conferencia Mundial de la Mujer de Beijing en 1995 (de donde salió la Declaración y Plataforma de Beijing), en los diversos Congresos Mundiales de Mujeres Rurales celebrados en Washington, Madrid y Durban (Sudáfrica), entre otros.