Cansada de estereotipos, Sandra Carmona, que ha vivido en primera persona ser mujer, gitana mestiza y lesbiana, decidió abrir una ventana a la literatura diversa creada por gente diversa. Galardonada con los premios Amazing Woman 2019 y Hello Woman 2021, de la Fundación Orange, es educadora, ilustradora y creadora de la editorial Altramuz, una editorial sobre diversidad cultural y la primera en publicar un libro infantil sobre una niña gitana, Alma.
“No es justo que las niñas y niños gitanos se eduquen sin conocer sus raíces, su cultura y su historia", dice. Además, es formadora en el proyecto Edyta de la Fundación Orange, para acercar el mundo de las nuevas tecnologías a mujeres gitanas, que se lleva a cabo en entidades sociales y en áreas de servicios sociales de Ayuntamientos. Entre ellas, la Fundación Secretariado Gitano. También ha publicado Gitanas, de Antonio Rodríguez Torres, ilustrado por ella, un libro de relatos que muestra, de verdad, quiénes son las mujeres gitanas en toda su diversidad.
“Nuestra cultura está repleta de personajes gitanos que cumplen estereotipos negativos, creados durante siglos”, explica y denuncia que “nadie se ha preocupado en pensar el daño que ocasionan a todas las personas gitanas”.
Ilustradora, editora, activista, educadora de mujeres en riesgo de exclusión social, sabe de lo que habla, porque, subraya, “todos hemos sido educados en el antigitanismo, yo también”. Con su compañera Tamara Gámez, trabajadora social y activista, han fundado Altramuz, una editorial que abre camino “a todas esas personas diversas que necesitan contar sus propias historias”.
Su primer libro, Alma, el primer cuento protagonizado por una niña gitana, le ha valido el reconocimiento de la comunidad, pero también se ha dado cuenta de que hay mucha gente interesada en el enfoque que proponen. “Lo que más me sigue emocionando son las cartas de personas gitanas agradeciéndome que ahora una abuela puede leerle un cuento a su nieta donde esta se vea reflejada".
"Que por fin muchos niños y niñas gitanas tienen una historia positiva donde son protagonistas y que muestra una realidad en la que se pueden ver reflejados”, explica y destaca que “hay centros educativos que lo están comprando y trabajando con él para crear un contenido sobre diversidad e inclusión”.
“Me crié entre dos pueblos y entre dos aguas, como suele decirse”, dice la malagueña, de 38 años. Desde niña, se recuerda siempre “con un lápiz en la mano y dibujando todo lo que me rodeaba”. Aquellos lápices, y ceras y rotuladores y pinturas, eran mucho más. “Para mí ha sido mi chaleco salvavidas durante muchísimo tiempo, la manera que he encontrado para ir soltando y contando al mundo todo lo que tengo dentro. No es un hobby, siempre he tenido claro que no puedo vivir sin dibujar”, confiesa.
Por eso, tras acabar la carrera de Educación Primaria, Carmona se matriculó en la Escuela Superior de Arte de San Telmo. Ahora compagina su vocación como ilustradora con la de educadora. “Casi todos mis proyectos se enfocan a temas sociales”, admite.
Cansada, también, del patriarcado y del paternalismo que aún pervive incluso dentro del feminismo, destaca que, a estas alturas “ninguna mujer paya está legitimada a hablar por nosotras, igual que defendemos que ningún hombre hable por las mujeres. La sororidad empieza por revisarnos nuestros privilegios, sigue por acercarnos y aprender de las mujeres gitanas y termina por compartir la lucha juntas”.
Escuchar a Sandra Carmona ayudar a afrontar el racismo en una sociedad que, combinado con la pobreza, impide a acceder a una vida digna. Pero también obliga a revisar nuestras chistes. Bromear diciendo ‘ay, payo’ es tener un “comportamiento racista”, afirma sin duda y advierte: “la pirámide del odio empieza por bromas como esas”.
Con todo, aunque tiene claro que “ya es hora de que nos reapropiemos de nuestra historia, de nuestra realidad y vivencias”, porque está convencida de que “si la historia la hubiésemos escrito los gitanos, ahora habría muchas personas payas que comprenderían nuestro presente”. Sueña con “seguir publicando obras” con las que “poder cambiar la visión de quienes miran a las personas gitanas desde la perspectiva antigitana y seguir trabajando por y para la diversidad”.
¿Cómo y por qué nace Altramuz?
Altramuz nace de mis ganas de contar las historias a través de quienes las vivimos. Como mujer gitana mestiza y lesbiana he leído muchos libros escritos por personas payas que muestran la realidad del pueblo gitano de una manera estereotipada, libros escritos por hombres cis hetero que cuentan historias sobre cómo vivimos el amor las mujeres lesbianas.
Estaba harta de que la diversidad se siga mostrando de manera injusta y por quienes no viven esa realidad. Junto a mi compañera Tamara Gámez, quien además de la editorial desarrolla su trabajo como trabajadora social y es también activista por los derechos del colectivo, pensamos en que debíamos encontrar la fórmula en la que poder publicar obras desde esta perspectiva. Así nace Altramuz y así estamos encontrando por el camino a todas esas personas diversas que necesitan contar sus propias historias.
El primer libro que publicó fue 'Alma', una joya de cuento sobre la vida de una niña gitana. ¿Cómo fue la recepción, qué le emocionó más? ¿Hay algo de suyo en esa niña y en su mirada del mundo?
En un principio el proyecto iba a ser tan solo publicar 'Alma', pero la acogida ha sido tan buena que nos dimos cuenta de que hay muchas personas deseando leer literatura desde este enfoque. Es el primer cuento que se publica a nivel nacional que cuenta por primera vez con una niña gitana como protagonista. Está ilustrado y escrito por mí y obviamente tiene muchas cosas que son parte de mi propia vida, pero también otras que son parte de la vida muchos niños y niñas gitanas.
Lo que más me sigue emocionando son las imágenes y cartas de personas gitanas agradeciéndome que ahora, por ejemplo, una abuela puede leerle un cuento a su nieta donde esta se vea reflejada. Que por fin muchos niños y niñas gitanas tienen una historia positiva donde son protagonistas y que muestra una realidad en la que se pueden ver reflejados. Además, hay centros educativos que lo están comprando y trabajando con él para crear un contenido sobre diversidad e inclusión.
¿Faltan personajes, referentes no estereotipados que reflejen a las personas reales de la comunidad?
Totalmente. Nuestra cultura está repleta de personajes gitanos que cumplen estereotipos negativos y que han sido creados durante siglos. Autores como Cervantes han escrito atrocidades sobre nosotros y nadie ha venido a reparar esto. Libros, obras de teatro, películas, series de televisión, realities... Está en todas partes. Nadie se ha preocupado en mostrar la realidad y la diversidad del pueblo gitano y nadie se ha preocupado en pensar el daño que ocasiona este estereotipo a todas las personas gitanas.
Uno de los principales objetivos de la editorial es hacer literatura gitana, que prácticamente no existe en España. ¿Por qué cree que hay esa carencia y qué supone?
Hace mucha falta una literatura gitana en géneros literarios diversos: literatura infantil, novela, novela gráfica... Hay un vacío enorme donde la mayoría de la sociedad piensa que hay un catálogo infinito. Hemos estado leyendo obras donde un gitano o una gitana es quien roba, trafica, mata, engaña, la persona que pide limosna, sucia y vaga. La mujer gitana ha sido la representación exótica de este país.
El símbolo a manos del antigitanismo que la ha convertido y expuesto como una mujer vengativa, que baila y canta 24 horas, que va a engañar al hombre payo que se obsesione con ella y a robar niños. Hemos sido los chivos expiatorios de todos los males de este país. Ya es hora de que nos reapropiemos de nuestra historia, de nuestra realidad y vivencias. Si la historia la hubiésemos escrito los gitanos, ahora habría muchas personas payas que comprenderían nuestro presente.
En estos tiempos muy dados, por fortuna, a hacer genealogías, si miramos hacia atrás, ¿tendría que disculparse la sociedad española con la comunidad gitana?
Necesitamos algo más que una disculpa. Y no por la sociedad mayoritaria, sino por quienes crearon las leyes antigitanas de este país, por todo un sistema antigitano construido desde dentro, desde quiene tienen el poder de decidir sobre la vida de las personas.
Todos hemos sido educados en el antigitanismo, yo también. La sociedad debe ser consciente y consecuente. Lo único que tenemos que hacer es querer escuchar otras voces y acercarnos a quienes nunca nos hemos acercado. Trabajar en conjunto para que todo esto vaya cambiando. No se trata de seguir sintiéndonos mal y culpables, sino de abrir los espacios a todas las personas, de trabajar por los derechos de todas las personas y unirnos en esta tarea.
En la presentación de Altramuz explicó que la gitana es una cultura diversa que, a menudo, se enfrenta a prejuicios basados en falsos estereotipos. ¿Cuáles serían los más dolorosos de llevar?
La cultura es la mejor herramienta para transmitir un mensaje, una realidad. Siempre vas a llegar a las personas si lo haces buscando una emoción y no pensando solamente en informar. Ya he mencionado los estereotipos más dolorosos que se han construido sobre las personas gitanas, pero sin duda lo que más duele son las consecuencias de estos estereotipos.
Vivir racismo y pobreza te da un billete prácticamente seguro hacia una vida donde tener acceso a una vivienda digna, un puesto de trabajo, gozar de buena salud o poder estudiar lo que quieras son metas casi inalcanzables para muchas personas gitanas de este país.
¿Qué nos aporta la diversidad y qué peligros tiene la falta de ella?
La diversidad es lo que da forma a este mundo, está en todas partes. Las personas somos diversas. Lo que se ha implantado como lo ‘normativo’ no es más que un arma de quienes quieren seguir controlándolo todo a través de separar este mundo en diferentes casillas. ¿Quiénes piensan, aman, viven y sienten esta vida exactamente igual?
Nos han vendido eso de las ‘minorías’, pero yo creo que la minoría aquí son quienes temen perder el poder porque son quienes lo llevan poseyendo desde hace ya mucho tiempo. Estamos en un momento en el que la diversidad está dejando de ocultarse, está perdiendo el miedo a visibilizarse y quienes no desean esto están cada vez más nerviosos. Por eso comienzan de nuevo a resurgir aquellas personas que no toleran la diferencia y que solo saben usar el odio y la violencia como lenguaje. Aquí vamos a seguir, cada día con menos miedo y con más ganas de mostrarnos.
Cuando se bromea con términos como 'ay, payo' o hacemos chistes de personas gitanas, ¿a qué estamos contribuyendo?
Estamos teniendo un comportamiento racista. El antigitanismo es la forma especifica de racismo que se dirige solo a las personas gitanas. La pirámide del odio empieza por bromas como esas. Sigue por reírse de ellas, hasta llegar a justificar que las personas gitanas no podemos quejarnos de estas cosas o que nos merecemos todo lo que nos pasa por ser como somos. Recuerdo haber visto un monólogo de un personaje que decía cosas inhumanas que no voy a repetir, que nuestro trabajo es vender droga y cosas así.
Mientras decía todo esto, el público se partía de la risa. Este personaje cada vez tiene más espacios en medios audiovisuales y encima ha sido visto como una víctima. Hemos visto cómo en programas de televisión se defendía a quien había asesinado a una persona gitana que había robado un cubo de habas. Todas estas acciones y reacciones están conectadas. No podemos separarlas. Si te ríes de nuestras desgracias, ¿cómo vas a empatizar con ellas? Si no eres capaz de entender que comentarios así son hirientes y racistas, no puedo esperar de ti que me puedas entender y respetar.
Es feminista, ¿están las mujeres gitanas lo suficientemente representadas en el movimiento?
Las mujeres gitanas siguen sin tener el espacio que nos corresponde. El ejemplo es que casi siempre me encuentro o sola o con las mismas primas que estamos intentando cambiar esto. El feminismo romaní existe y merece ser considerado como tal, ya que el antigitanismo de género está también presente. Es decir, una mujer gitana sufre el machismo y el patriarcado de una manera diferente a una mujer paya.
Ninguna mujer paya está legitimada para hablar por nosotras, igual que defendemos que ningún hombre hable por las mujeres. La sororidad empieza por revisarnos nuestros privilegios, sigue por acercarnos y aprender de las mujeres gitanas y termina por compartir la lucha juntas.
Desde la realidad y sin estereotipos, ¿cómo diría que es la situación actual de las mujeres gitanas?
Una realidad en la que aún sigue siendo vista desde el estereotipo del que ya hemos hablado. Que sigue viviendo en la exclusión social y sigue siendo señalada para llevar el peso del cambio de su propia realidad. Con eso de que las mujeres gitanas son el motor del cambio, hacemos que se echen a sus espaldas responsabilidades que solas no pueden llevar. Ese peso no lo colocaron ellas ahí.
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El último libro que han publicado es Orgullo. Volumen I, en el que diversa gente activista LGTBI+, pertenecientes a la cultura gitana o no, narran el descubrimiento de su sexualidad. ¿En qué consiste este proyecto?
Esta es nuestra publicación más reciente. En él hay seis relatos escritos por personas activistas y autores muy importantes para el colectivo, para su historia y para su presente. Están Javier Sáez, Miryam Amaya, Coco Guzmán, Tatiana Romero, Demetrio Gómes y Claro Alises, personas que representan la diversidad e interseccionalidad de nuestro colectivo: mujer gitana trans, hombre cis gay, personas queer, personas migradas, de diferentes edades, etc.
Lo que hemos querido con la colección que comienza con este primer volumen es mostrar a quienes están detrás de nuestra bandera. Ver el rostro que hay tras una carrera de activismos, de luchas y de experiencias de vida. No caer en el error de borrar nuestra memoria y a quienes forman parte de ella, y aún menos en olvidar que el colectivo lo formamos personas de todos los tamaños, pesos, formas, colores, capacidades, culturas y orígenes.
Están llevando Altramuz a centros educativos, universidades, asociaciones culturales...
Estamos yendo a centros educativos para trabajar el cuento, a Universidades para hablar sobre Antigitanismo, Diversidad y feminismo romaní, y a espacios sociales y culturales con este mismo fin. En todos los espacios nos reciben con ganas de escuchar, que es lo más importante y con una mirada abierta, flexible y tolerante. Siempre hay alguien que aún está en el camino, pero para esas personas también estamos aquí.
Y por último, ¿cuál o cuáles serían sus sueños respecto a Altramuz?
Seguir publicando obras que no existen y que son muy necesarias y que el resto de las sociedad las siga recibiendo como hasta ahora. Poder cambiar la visión de quienes miran a las personas gitanas desde la perspectiva antigitana y seguir trabajando por y para la diversidad.