No mires arriba ha supuesto un antes y un después en las conversaciones climáticas. Gracias a la película de Netflix protagonizada por Leonardo DiCaprio y Jennifer Lawrence, muchos científicos se han visto identificados. "Somos muchos los que llevamos años diciendo que el cambio climático está aquí y va a causar muchos problemas, pero demasiada gente piensa que no les afecta o que ya se solucionará mañana", dice Emma Camp, una bióloga marina que con apenas 35 años ya se ha convertido en todo un referente en el estudio de los arrecifes de coral.
"Es muy frustrante, porque como sociedad hemos perdido la conexión con la naturaleza. Sentimos que tenemos que ir al bosque, a esquiar o a la Gran Barrera de Coral para entrar en comunión con ella, pero olvidamos que nosotros somos parte de la naturaleza", cuenta, pantalla mediante, desde Australia, lugar de residencia de esta británica desde que consiguió una beca de doctorado para estudiar los corales del país austral en 2016.
Y es que, como dice, cada acción de nuestro día a día, desde que nos levantamos hasta que nos acostamos, se "retroalimenta con todo nuestro entorno natural. Por eso, asegura, "si podemos recuperar esa mentalidad de que somos uno con la naturaleza, entonces seremos capaces de construir un futuro mejor".
Camp, que forma parte del programa de Rolex Premios a la iniciativa, es también exploradora de National Geographic y en 2018 fue nombrada como uno de los 17 jóvenes líderes de las Naciones Unidas para los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS). Ese mismo año, fundó, junto a otros investigadores, un programa de cuidado de los arrecifes en Australia, llamado Coral Nurture Program. Además, la Academia de las Ciencias australiana la considera una de las jóvenes más prometedoras del país, y una changemaker.
Buena parte de su trabajo se basa en motivar a "la gente joven, especialmente las niñas y adolescentes, se dé cuenta de que puede adentrarse en el mundo de la ciencia, la tecnología y la ingeniería (STEM)". Camp, que también fue designada "líder de las próximas generaciones" por la revista Time, reconoce que para ella es clave incluir a las mujeres y las niñas en la toma de decisiones relacionadas con la emergencia climática. "Esta crisis les va a impactar de manera desproporcionada a ellas en todo el mundo, y tenemos que estar en la mesa para aportar soluciones", recalca.
Amor a primer chapuzón
Lo de Camp con el océano no fue un amor a primera vista, sino a primer chapuzón. Es una buena pregunta. Siempre lo ha amado y le ha fascinado. El mar ha formado parte de su vida desde la cuna, pero reconoce que fue en un viaje al Caribe con sus padres cuando tenía ocho años cuando descubrió los corales y todo lo que los fondos marinos escondían.
"Aún recuerdo el momento en el que me enseñaron a ponerme la máscara de esnórquel… me di cuenta de que había todo un mundo debajo del agua que no puedes ver desde tierra firme", rememora. Sin embargo, no fue hasta que había empezado Biología en el Belmont Abbey College de Carolina del Norte (Estados Unidos) cuando descubrió que podría dedicarse a la biología marina. "Ahí me di cuenta de que era un trabajo de verdad y no una fantasía".
Pregunta: Su trabajo en Australia está estrechamente relacionado con el cambio climático y el aumento de las temperaturas…
Respuesta: Mi investigación trata de entender dónde y por qué algunos corales toleran mejor la presión a la que les somete el cambio climático. El calentamiento de las aguas, la acidificación de los océanos, que el mar tenga menos oxígeno… todas estas presiones hacen que sea muy complicada la supervivencia de los corales y otras formas de vida marinas.
Sabemos que hay lugares que se pueden considerar laboratorios naturales donde hay unas condiciones preexistentes: hay aguas superficiales o unos niveles de descomposición que crean entornos hostiles. Pero en algunos lugares encontramos corales que viven en ese tipo de entorno. Así que con mi investigación miro a esa fisiología, esa genética, para intentar entender cómo se han adaptado esos corales a unas condiciones tan hostiles cuando muchos arrecifes están muriendo en ratios alarmantes.
P.: Pero, ¿cuál es el objetivo último de su investigación?
R.: Quiero ver si podemos aprovechar ese conocimiento para gestionar de manera más eficiente los arrecifes. Es una intervención innovadora que podemos empezar a llevar a cabo ya, pero que no busca reemplazar la acción climática –eso tiene que ocurrir–. Pero sabemos que si todas las emisiones de carbono parasen hoy, a los océanos les llevaría al menos una década recalibrar sus condiciones para que volviesen a ser favorables para la vida. Es un tiempo que muchos corales no tienen, así que intentamos ver qué podemos hacer para ayudarles a llegar a ese momento en el que llevemos a cabo las acciones que necesitamos para frenar las emisiones.
P.: En Australia los tienen ahí al lado, pero desde España los arrecifes parecen algo lejano, exótico, ¿cómo nos afecta su supervivencia al otro lado del mundo?
Incluso aquí en Australia, hay mucha gente que no entiende el impacto que puede llegar a tener su pérdida. Pero sí que podría afectarnos mucho a todos: hay muchos servicios que los corales proporcionan más allá de su transcendencia cultural; son muy importantes para muchas economías en todo el mundo. Proporcionan protección ante las tormentas, por lo que hay áreas costeras de Estados Unidos, del Pacífico o de Australia en las que los arrecifes son una barrera que disipa la energía de las olas. Y si pensamos en el aumento del nivel del mar, es muy importante proteger estos sistemas costeros.
Si perdemos arrecifes, si perdemos esa capacidad de amortiguación, veremos cómo aumentan las inundaciones en esas zonas. Y aunque en España no os afecte directamente, sí que sufriréis la llegada de refugiados climáticos, es decir, todas esas personas que, por culpa de las condiciones ambientales ya no podrán vivir donde lo hacen y se desplazarán.
P.: Habla de consecuencias socioeconómicas en todo el planeta.
R.: Claro. Además, la mayoría de las poblaciones de peces suelen pasar tiempo de su vida en los arrecifes de corales. Y hay un dato del que no todo el mundo es consciente: muchos componentes farmacéuticos que encontramos en tratamientos contra el cáncer, medicamentos para controlar la presión arterial o antibacterianos derivan de algún organismo que vive en un arrecife de coral. Si perdemos los corales, perdemos toda una serie de componentes químicos que producen.
Camp es clara: "Los arrecifes son una señal de alarma temprana". Y reconoce que si observamos los registros históricos de momentos en los que el ser humano ha "maltratado al entorno marino", podemos ver cómo los corales han sido de los primeros en sufrir. Así que, advierte, deberíamos alarmarnos: "Si de verdad perdemos los arrecifes, lo que pasará al resto de ecosistemas será más que preocupante", zanja.
P.: Y los datos no son nada optimistas… podríamos perder la mayoría de corales en una década.
R.: Yo sigo siendo optimista, pero estoy muy preocupada. Y mi preocupación viene de que estamos viendo cómo cada vez perdemos más arrecifes y cómo la acción climática es mínima. Sería muy ingenua si no estuviese muy preocupada. Sin duda, perderemos muchos arrecifes en todo el mundo durante nuestra vida, pero soy optimista porque podemos hacer muchas cosas para preservar el número suficiente de corales como para reconstruir los arrecifes cuando seamos capaces de estabilizar el clima.
P.: ¿Seremos capaces de "estabilizar el clima", como dice?
R.: Creo que actuaremos colectivamente para aminorar el cambio climático en la próxima década. ¡Incluso en los próximos dos años! Porque si no lo hacemos, perderemos los arrecifes y otros hábitats y veremos un aumento de las pandemias. Todas esas cosas horribles que no nos gustan aumentarán y se intensificarán por culpa del cambio climático.
P.: Al final, perder los arrecifes de coral provocaría un efecto cascada.
R.: Sin duda. Y una de las cosas que más miedo da relacionado con el medioambiente en general es que no siempre sabemos los servicios que proporciona un ecosistema hasta que ya no existe. Hasta que no ha desaparecido, no sabemos exactamente para lo que servía. Los científicos no lo sabemos todo, y por desgracia, muchas veces, no sabemos el valor de un ecosistema hasta que no se ha perdido para siempre.
P.: Pero el cuidado y la conservación de los ecosistemas no es sólo labor de los científicos.
R.: Nunca ha habido un momento más importante en la historia para que todo el mundo se implique en la solución de los problemas que nuestro entorno está teniendo. Cada acción que cada uno de nosotros puede hacer como individuo o en nuestro lugar de trabajo para reducir nuestra huella de carbono, nuestros residuos, el consumo de plásticos de un solo uso… todo produce un efecto positivo. Y con los arrecifes, por ejemplo, cualquier puede involucrarse en proyectos de ciencia ciudadana. No es el problema de otros, es el nuestro, pero no sólo de los biólogos marinos, sino de toda la sociedad, todos podemos ser parte de la solución.
El turismo, un aliado
El Coral Nurture Program que Camp puso en marcha con varios investigadores de Australia hace cuatro años bebe precisamente de esa idea de que todos somos parte de la solución. Y lo hace a través de la alianza con operadores turísticos e involucrando a un sector que antes de las restricciones por la covid suponía el 3,1% del Producto Interior Bruto del país.
Pero, como explica Camp, la capacidad del sector de acompañar a la restauración de los ecosistemas y la conservación de la naturaleza "depende mucho de cómo se gestione el turismo". Y lo explica: "Por ejemplo, aquí en la Gran Barrera de Coral está muy regulado, por lo que el impacto en los arrecifes es mínimo. Si tenemos buenas regulaciones y operadores turísticos con estándares altos, este puede ayudar a reconectar a las personas con la naturaleza".
Y recuerda: "Es más probable que a la gente le importe la naturaleza si la viven y la experimentan". Por eso, dice, son importantes los programas como el suyo, que une ciencia y operadores turísticos concienciados. Así, asgura, "podemos controlar mejor esas zonas específicas donde operan y conservarlas. Este trabajo conjunto nos ayuda a impulsar la recuperación y desarrollar resiliencia en los arrecifes".
P.: La resiliencia de los arrecifes que estudia, al final, no es más que una parte de esos programas de adaptación al cambio climático que ya deberían estar en marcha.
R.:Totalmente, y sabemos que tanto los corales como la naturaleza en general es muy buena recuperándose; si le damos la oportunidad, si le damos tiempo, puede recuperarse. Sabemos de sobra que los corales pueden superar cualquier evento que ponga presión en ellos, pero el problema es que con el cambio climático se están haciendo más frecuentes e intensos y los arrecifes no tienen tiempo para sanarse. Y ahí es donde estas intervenciones locales pueden ayudar a incrementar su capacidad de resiliencia para, con suerte, sobrevivir.
P.: Las soluciones locales a veces son más importantes que las globales.
R.: Necesitamos ambas. Creo firmemente en que los gobiernos tienen que unirse para encontrar una solución, necesitamos votar y usar nuestro voto de manera inteligente para asegurarnos de que los gobernantes que tenemos tienen en su agenda la acción climática.
Es más, acabamos de ver cómo en Australia hemos cambiado de gobierno y el clima ha tenido un gran papel en este cambio, porque estamos experimentando dos veces más inundaciones que nunca: eventos climáticos que antes ocurrían cada 100 años ahora están dándose una vez cada 10. Incluso una vez al año. Y la gente quiere saber que sus hogares, sus familias y sus recursos están a salvo. Por eso necesitamos acción climática desde la política. Pero la acción local puede cambiar completamente la narrativa, y hay ejemplos en todo el planeta de gente que ya se ha puesto manos a la obra.