"Lo más complicado de este cómic no es el principio. Lo más difícil es, en realidad, cómo terminarlo". ¿Cómo acabar una historia que aún no ha llegado a su fin y que podría tomar cualquier camino? ¿Cómo poner punto y final a la novela de la Tierra, atravesada por el cambio climático?
Philippe Squarzoni (Ardèche, 1971) tuvo que inventar una suerte de desenlace para su Cambio de clima (Errata Naturae, 2022) hace cuatro años, cuando se publicó por primera vez en Francia. Ahora, su ensayo gráfico –y autobiográfico– sobre el cambio climático en forma de novela gráfica llega a nuestro país para, en casi 500 páginas, sumergirnos en la realidad (científica) de nuestro planeta.
Pero esta no es la primera investigación que Squarzoni transforma en cómic. Tras trabajar como observador de derechos humanos en Croacia, la antigua Yugoslavia, México y Palestina, publicó su primera novela gráfica; la adaptación del libro en el que se basaría la serie de David Simon, The Wire: Homicide: Une année dans les rues de Baltimore (Homicidio: un año en las calles de Baltimore).
El autor francés también ha escrito y, sobre todo, dibujado en profundidad sobre Zapata, el infanticidio, el genocidio del pueblo judío, la discapacidad mental o los entresijos del neoliberalismo. Cambio de clima surge, según el propio Squarzoni, de toda una vida de investigaciones y, en especial, de la última que había llevado a cabo.
"Hice un cómic en el que intento hacer balance de las políticas llevadas a cabo bajo la presidencia de Jacques Chirac, entre 2002 y 2007. Cuando hablé de la cuestión de su balance ecológico, comprendí toda la importancia y la urgencia de abordar el cambio climático", explica.
Y confiesa: "Me di cuenta de que la crisis climática merecía un libro que profundizase en ella, debido a la gravedad de la situación y la magnitud de los cambios que deben realizarse". Fue así como decidió seguir leyendo, entrevistando a expertos y se puso en marcha para recopilar toda la información necesaria para hacer un mapa de la situación de la Tierra. Seis años de investigación le llevaron, dice, a "tratar de ver qué alternativas nos permitiría escapar de las consecuencias más graves del actual calentamiento global".
Sumergirse en las profundidades de la emergencia ecológica no es fácil. "Durante este tiempo me encontré con muchas cosas impactantes", reconoce Squarzoni. Y lo ejemplifica: "Especialmente, la gravedad de las consecuencias del cambio climático y la inacción de nuestros dirigentes que, sin embargo, saben la realidad del problema". Esa desidia, confiesa, le "chocó".
Pero, además, tras hablar con científicos reputados, no pudo dejar de sorprenderse por "la inevitabilidad de los cambios que hemos traído al clima mundial" o hasta qué punto, "como siempre, son las poblaciones más vulnerables las que más tienen que temer por los cambios por venir; y eso a pesar de que los más ricos son los principales responsables".
Cambio de clima, lejos de ser alarmista, pretende plasmar sobre papel –reciclado y sostenible– los datos científicos que muchas veces cuestan digerir por sí solos. Para, así, mostrar la urgencia de la situación. "Nos queda poco tiempo para realizar cambios importantes en nuestro estilo de vida", asegura su autor al preguntársele sobre la principal conclusión de ese más de un lustro dedicado a su cómic climático.
Cambios radicales
En su cómic, Squarzoni propone, como los científicos de todo el mundo, repensar nuestros modelos empresariales y sociales para garantizar nuestro futuro en la Tierra. Porque, como reconoce, ahora mismo "no es posible que empresas como las nuestras sean capaces de ser coherentes con los requisitos medioambientales que necesita nuestro planeta".
El autor francés pone de relieve la "contradicción" existente entre "nuestras formas de vida" y "lo que el planeta puede soportar". La economía extractivista y la sociedad del consumo modernas llevan a que "cada uno de nuestros gestos o acciones diarias, ya sea lo que consumimos o cómo nos movemos o cómo nos relajamos, es un emisor de gases de efecto invernadero", asegura.
Sin embargo, Squarzoni no cree que "la acción se sitúe en un nivel individual. Es importante que cada uno haga lo que pueda; no es insignificante. Pero es sobre todo a nivel estructural –político y económico– donde los cambios deben realizarse". Por eso, concluye, "es difícil no ser pesimista".