El Grupo Intergubernamental de Expertos en Cambio Climático (IPCC, por sus siglas en inglés) de Naciones Unidas ha publicado el borrador de su sexto informe sobre el estado actual del clima y los resultados no son nada halagüeños. Países como España podrían sufrir en los próximos años eventos cada vez más extremos que tendrían una incidencia importante sobre la población y su actual modo de vida.
El documento alerta especialmente del aumento de la temperatura media, que en nuestro país podría aumentar hasta 3ºC. Esto tiene consecuencias directas sobre aspectos como la temperatura de la superficie del mar en el Mediterráneo, que es probable que exceda los 20ºC, o la demanda de energía para refrigeración, que se espera que supere el 40% en áreas del sur de Europa.
El informe hace también hincapié en las olas de calor extremas y nombra específicamente a España, donde, en las próximas décadas, el calor alcanzará niveles muy elevados asociados a la actividad humana y los cambios que ha generado en la atmósfera.
Como apunta el documento, se calcula que para 2050 habrá hasta 20 días más al año con temperaturas por encima de los 35ºC e, incluso, a final de siglo, entre cinco y diez días más por año con niveles superiores a los 41ºC. Es decir, cada vez España sufrirá temperaturas más altas en ventanas de tiempo más extensas lo que se unirá a una disminución progresiva de las temperaturas frías de invierno. Según previsiones de los científicos participantes en el estudio, estas temporadas de frío podrían llegar a desaparecer prácticamente para finales de siglo, con consecuencias directas sobre la agricultura y los bosques.
Pero además, la disminución de las precipitaciones en zonas del sur del Mediterráneo (especialmente en invierno) se unirá a un paisaje árido que los científicos dibujan como desolador. Países del Mediterráneo como España podrían sufrir sequías hidráulicas entre cada 2 y 5 años para 2080, unos episodios que el Ministerio para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico (MITECO) define como la disminución en las disponibilidades de aguas superficiales y subterráneas que puede impedir cubrir las demandas de agua al cien por cien durante meses.
En este sentido, el documento advierte también de las importantes sequías agrícolas y ecológicas que llegarían a incrementarse en frecuencia (dos por década) y en severidad, y que afectarían en primer término a los países del sur del Mediterráneo.
Muchos de estos episodios se están experimentando hoy en día. La ola de calor extrema que asola el Mediterráneo oriental estos días y los incendios forestales casi imposibles de extinguir podrían ser escenarios cada vez más frecuentes en países como España. Así lo reflejan las previsiones del IPCC que indica que las condiciones climáticas de los próximos años serán más favorables para la generación de grandes incendios.
Las costas españolas también podrían sufrir las consecuencias del cambio climático. El informe de Naciones Unidas prevé que el nivel del mar aumente en torno a medio metro para finales de siglo, incluso alcanzando emisiones netas cero. Si se llegasen a doblar, la subida podría llegar a los 1,8 metros. Esto podría provocar inundaciones costeras frecuentes y un retroceso de las costas en la mayoría de zonas más arenosas.
Por último, el informe subraya el nombre de España para resaltar el incremento de la frecuencia y longitud de eventos meteorológicos que harán que hacia mitad de siglo se experimenten episodios cada vez más cálidos y secos. Estos eventos contrastan con los que se podrán ver en países europeos como Francia o Alemania donde se espera que se sucedan importantes temporadas de frío y humedad.
Algunas conclusiones
Hay que tener en cuenta que estas previsiones que lanza el IPCC se plantean acorde al ritmo de emisiones de gases de efecto invernadero actuales y se calculan escenarios distintos en función de las regiones. Así, puede observarse que en un mismo continente como puede ser el europeo pueden suceder fuertes heladas e inundaciones en el norte y sequías e incendios extremos en el sur.
Los científicos apuntan a las actividades humanas como las culpables de aspectos como el calentamiento global de 1,5ºC en todos los escenarios posibles. Un desafío climático en el que los ecosistemas terrestres y oceánicos tienen una capacidad limitada para ayudarnos a resolverlo.
No obstante, la ciencia apremia a centrar esfuerzos también en atajar las emisiones de efecto invernadero distintos a los del CO2 como el metano, un potente gas "especialmente preocupante". Y es que este trabajo, elaborado por 234 autores de 66 países, aunque refleja que esta reducción de emisiones no tendría efectos discernibles en la temperatura global hasta pasadas unas dos décadas, valdrían apenas unos pocos años para comenzar a notar los beneficios en lo relativo a la contaminación atmosférica.
Este estudio, además, servirá de base para el sexto informe que el IPCC presentará en febrero de 2022 para la revisión del estado del clima y que recogerá advertencias como las publicadas en el documento anterior: "las decisiones que tomen las sociedades ahora determinarán si nuestra especie prospera o simplemente sobrevive a medida que avanza el siglo XXI".
Una voz de alarma que ha servido de poco, porque desde que se negoció el Acuerdo de París de 2015 para controlar las emisiones globales y evitar los peores efectos del cambio climático, ningún país ha tomado las medidas suficientes para tratar de revertir la situación que se avecina y que ya se está experimentando a lo largo y ancho del globo.
La ciencia advierte: aspectos como la subida del nivel del mar y el deshielo de los glaciares son irreversibles, pero se pueden frenar. Máxime cuando los modelos climáticos prevén escenarios catastróficos en amplias zonas del planeta durante las próximas décadas.