Aquel día Shakira versionó Imagine cantando frente al Papa y los máximos líderes mundiales aquello de You may say I’m a dreamer…. Pero ni siquiera una imagen mediáticamente tan potente como esa sirvió de gancho para que la aprobación de la Agenda 2030 y sus 17 Objetivos de Desarrollo Sostenible, que imaginaban un mundo mejor para todos nosotros, se convirtieran en portada.
La prensa, de aquel 25 de septiembre de 2015, siguió aferrada al día a día de la política catalana y al escándalo del momento, que por aquel entonces eran los motores de diésel, pero podría haber sido cualquier otro. La Agenda 2030 quedó relegada a las páginas interiores, y con ello el sueño mundial para erradicar la pobreza y las desigualdades, garantizar el acceso a la sanidad y a una vida sana, lograr la igualdad de géneros, el empleo y crecimiento sostenible, frenar el cambio climático o proteger la biodiversidad.
Y es que con cierta frecuencia en las noticias, en la política y en nuestro día a día ocurre aquello que en la sanidad hemos llamado tradicionalmente 'ley de cuidados inversos', que los asuntos y las personas que más atención requieren son precisamente quienes menos la piden y menos la reciben.
Los farmacéuticos lo sabemos bien. Sabemos que es precisamente el anciano con demencia que menos ayuda directa pide, el que más necesita que detectemos que está solo, que precisa ayuda para organizar su medicación o simplemente que se ha perdido.
Sabemos bien que es la mujer que no dice nada, pero que acude, día sí día también a la farmacia, en busca de algo para curar las heridas, calmar el dolor y aplacar la ansiedad, la que más necesita que nos demos cuenta de que está sufriendo violencia de género.
Que es el joven con prisas o vergüenza que no consulta el que más necesita nuestra educación y consejo en prevención de enfermedades de transmisión sexual o cesación tabáquica. Que Juan retira cada mes su inhalador, pero nunca ha preguntado si puede desecharlo en el Punto SIGRE para proteger el medio ambiente.
Sabemos que es el ejecutivo con diabetes que no tiene tiempo de acudir al centro de salud en horario laboral, pero que viene sin falta a por su medicación a la farmacia, quien necesita que le recordemos a la menor ocasión posible que debe vacunarse de la gripe porque es colectivo de riesgo.
Lo sabemos porque por en las farmacias comunitarias pasan cada día 2,3 millones de personas, sin listas de espera ni cita previa, casi el triple que por los centros de salud. Y eso convierte a las farmacias en el mejor radar de vulnerabilidades sanitarias y sociales.
Pero no nos basta con saber. Los farmacéuticos también queremos hacer. Ser motor de cambio social. Tal vez sea una simple casualidad, pero ese mítico 25 de septiembre en el que celebramos al son de Imagine cada año el aniversario de la Agenda 2030 y los 17 ODS coincide con el Día Mundial del Farmacéutico. Y por eso este año hemos querido que el lema de nuestro día mundial esté profundamente vinculado a la Agenda 2030 y su filosofía de trabajo: Farmacéuticos: respondiendo a las necesidades sanitarias globales, facilitando soluciones globales.
Con esta idea hemos presentado al calor del Día Mundial del Farmacéutico el II Barómetro Social de la Farmacia que recoge casi 600 de iniciativas puestas en marcha por las farmacias comunitarias españolas que están alineadas con el cumplimiento de los ODS, especialmente con el objetivo de garantizar una vida sana, reducir las desigualdades y lograr una educación de calidad.
Tres ODS que están especialmente vinculados a mejoras de la salud pública, un ámbito en el que la farmacia comunitaria está ganando protagonismo porque, como dice la campaña de la Federación Internacional Farmacéutica, Pensar en Salud, es pensar en farmacia.
Se trata de iniciativas para reducir las desigualdades sociales actuando sobre los determinantes sociales de la salud como la obesidad, el tabaquismo o el riesgo de problemas de salud mental que, con frecuencia, afectan con mayor dureza a las personas más vulnerables y desfavorecidas. Pero también acciones para mejorar la salud pública como cribados de cáncer, test de VIH o campañas de gripe, e iniciativas de buen uso de los medicamentos, deprescripción y salud mental, proyectos de cooperación internacional, campañas para la detección de la soledad no deseada o la violencia de género.
Más de medio millar de iniciativas que muestran el compromiso de la profesión farmacéutica con la Agenda 2030 y generan un impacto social positivo, mejorando la salud de la población, reduciendo las desigualdades sociales, fomentando la igualdad de género, protegiendo nuestros ecosistemas. Grandes proyectos y a veces pequeñas acciones de farmacias rurales que seguirán sin salir en la portada de los periódicos de mañana, pero nos ayudarán cada 25 de septiembre a imaginar, a través de la farmacia, un mundo mejor.
*** Rita de la Plaza es tesorera del Consejo General de Farmacéuticos.