La incertidumbre económica, la crisis climática y los conflictos armados están poniendo a prueba los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) de la Agenda 2030. Pasado el ecuador de este plan de acción, promovido por las Naciones Unidas en favor de las personas, el planeta y la consecución de una mayor justicia social, los retos a los que nos enfrentamos estarían provocando un cierto estancamiento de los desafíos que esta iniciativa pretende abordar.
A pesar de los avances experimentados, en un tercio de los países con información estadística de la Comisión Económica para Europa, el porcentaje de población que sigue viviendo por debajo del umbral de la pobreza supera el 20%. La tasa de desempleo juvenil continúa siendo superior a la del resto de grupos poblacionales, donde este indicador ha disminuido de forma notable tras la COVID de 2020.
Y, aunque el porcentaje de alumnos que han acabado la escuela primaria, secundaria y la educación superior está creciendo a un ritmo más acelerado en los últimos años respecto a periodos similares evaluados, lo cierto es que los avances no son tan rápidos como cabría esperar. De hecho, el 75% de los Objetivos definidos en la Agenda avanza por buen camino, pero aún hay un 25% que está muy lejos de alcanzarse.
El último Informe de Desarrollo Sostenible de 2023 de la Sustainable Development Solutions Network es aún más crítico y asegura que ninguno de los ODS está en camino de lograrse. Y es que, tal y como señalábamos al principio de este artículo, desde el estallido de la pandemia, en 2020, su progreso se habría estancado.
Si cogemos como referencia los datos más optimistas, dentro de ese 75% de objetivos que progresa a buen ritmo tenemos algunos indicadores que resultan esperanzadores. La brecha tecnológica ha disminuido de forma considerable y la democratización en materia de adquisición de nuevas tecnologías ha permitido un acceso más igualitario a la información. La industrialización sostenible y los nuevos modelos de producción responsable para provocar un sistema de consumo consciente y respetuoso con nuestro entorno y sus recursos son también ejemplos de esta evolución.
Actualmente, España ocupa el puesto 16 en el ranking internacional de ODS, según el SDSN, habiéndose producido mejoras interesantes en los temas vinculados a igualdad de género, salud y bienestar, energía asequible y no contaminante y ciudades sostenibles. Por el contrario, los avances son menores cuando hablamos de factores que afectan al cambio climático o los ecosistemas terrestres.
El 63% de las empresas del IBEX 35 cuenta con una comisión de sostenibilidad dentro de sus Consejos de Administración y el 100% considera que el trabajo llevado a cabo en este tipo de intangibles ofrece a las compañías ventajas competitivas que las hacen más atractivas para sus grupos de interés. De hecho, el informe Contribución de las empresas españolas a la Agenda 20230 afirmaba que 9 de cada 10 empresas contribuyen actualmente en España a los Objetivos de Desarrollo Sostenible, siendo el porcentaje de un 96,8% en el caso de las grandes empresas y de un nada despreciable 81% en el caso de las pymes.
Parece que la Agenda 2030 ha calado en el tejido empresarial español, ya que, cada vez más compañías conocen los ODS y los aplican. Certificaciones como BCorp o EcoVadis están ayudando también a impulsar esta nueva realidad, ofreciendo a las organizaciones un sistema que les permita no solo medir a través de rigurosos estándares su desempeño social, ambiental o su nivel de transparencia pública o responsabilidad legal, sino también establecer índices que les ayuden a dar pasos decididos hacia un avance en los diferentes campos que auditan: medio ambiente, personas, gobierno corporativo, comunidad…
Este tipo de guías resultan especialmente interesantes para las pymes. No olvidemos que, según los últimos datos del Ministerio de Industria, Comercio y Turismo, en España existen un total de 2.928.000 pymes, lo que representa la práctica totalidad del tejido empresarial español, reservando un escaso 0,19% a las grandes compañías que, en la mayoría de los casos, tienen más recursos para asumir esta transformación hacia criterios ESG.
Para multitud de pequeñas y medianas empresas, los Objetivos de la Agenda 2030 pueden resultar excesivamente retadores. Sin embargo, certificaciones como las citadas pueden suponer una guía muy interesante para dar pasos hacia un futuro más sostenible, una compañía más comprometida y, también, más alineada a los intereses de inversores, accionistas, consumidores y clientes. Y es que: ¿si la mayor parte de las empresas españolas son pymes, no deberían estas contar con programas específicos que les permitan alinearse con los ODS recogidos en la Agenda 2030? ¿No depende, al menos en España, en buena medida la consecución de estos Objetivos con la adopción que en las pymes se haga de ellos?
La evolución parece lenta, pero todas las grandes aspiraciones llevan marcados unos tiempos que no pudimos anticipar en un primer instante. Lo importante es avanzar y hacerlo de forma más decidida hacia un futuro más próspero, equilibrado y justo para todos. Un futuro en el que, desde luego, las pymes tienen mucho que decir.
*** Irene de la Casa, directora general de Evercom.