De un tiempo a esta parte, la palabra 'sostenibilidad' forma parte del ideario colectivo de las empresas. Rara es la compañía que no ha manifestado sus compromisos reales y ambiciosos, que hayan materializado acciones o incluso creado departamentos para acelerar su transición. No cabe duda de que hay una voluntad intrínseca y ligada a la estrategia de negocio de las compañías por hacer las cosas bien.
Sobre el papel, parece sencillo ese hacer las cosas bien. Nada más lejos de la realidad, lo difícil es pasar del mundo de las ideas al mundo de las realidades. No hemos de olvidar que hemos sido programados para identificar el éxito empresarial con el éxito económico, un modelo de empresa basado en extraer el mayor volumen de recursos para generar la mayor cantidad de ganancia.
Pero en este modelo empresarial y cultural surgen una serie de empresas díscolas, dispuestas a redefinir el éxito empresarial, generando un valor económico, a la vez que un impacto positivo en la sociedad. Empresas regeneradoras, que quieren cumplir con un alto desempeño económico, pero también el más alto desempeño ambiental, social y de transparencia.
La receta es sencilla, tomen nota: “De nada sirve asumir compromisos si no vienen acompañados de hechos consumados, de proyectos reales con alto impacto”. No se trata de épica, no queremos aupar a las empresas como las heroínas salvadoras del mundo. Se trata de trabajar con humildad, contribuyendo con soluciones reales a los problemas que hemos creado como sociedad.
Si abrimos la ventana y dejamos que entre el aire de la calle, nos daremos cuenta de que estamos ante un mercado en continua evolución, ante consumidores y consumidoras cada vez más informados y conscientes de que el planeta se encuentra al límite de sus posibilidades, y tienen la firme convicción de zarandear a las empresas en busca de respuestas y de liderar esta revolución, caiga quien caiga.
Hoy, ese grupo de empresas de interés colectivo reunidas en torno al movimiento B Corp, queremos agarrar esa pancarta de la revolución y liderarla junto a nuestros consumidores. Solo hay una cosa de la que estamos seguros, no hay atajos. La única manera de liderar será a través de acciones reales y transparentes, de acciones con impacto y al servicio del interés colectivo. Por ello, el compromiso por parte de las empresas, la colaboración y la creación de sinergias y alianzas con terceros, juegan un papel fundamental en esa transición.
Mirando e interpretando este contexto, desde Danone hemos dado un paso al frente para sumarnos a esta revolución silenciosa, para ser parte de la solución. Por eso, lejos de hablar, nos gusta actuar y hacerlo desde un enfoque colectivo, holístico y transversal, trabajando con la voluntad de generar un impacto positivo en las personas y las comunidades donde operamos, así como en la salud del medio ambiente.
Desde la creación de Danone en 1919 hemos sido fieles a nuestra misión de aportar salud a través de la alimentación. Misión que reforzamos con base en el concepto de doble propósito que acuñó nuestro cofundador Antoine Riboud en 1972. Un doble compromiso que se basa en apostar por el progreso económico siempre que vaya acompañado de un progreso social. Esta forma de entender los negocios es nuestro legado, pero también es nuestro presente y nuestro futuro y ha sido el vehículo que nos ha llevado a convertirnos en la empresa B Corp de alimentación de más tamaño y mayor puntuación en nuestro país.
Desde entonces, hemos trabajado con humildad y paso firme para construir desde dentro y extrapolarlo hacia el exterior, tratando de impactar positivamente en las personas y en el entorno. En estos días se celebra un hito clave: el Día Mundial del Medio Ambiente. Una cita que no pasa desapercibida en los calendarios y que nos permite renovar ese contrato social que voluntariamente hemos firmado con dos objetivos principales: impulsar la descarbonización y la economía circular en el sector.
Solo nuestra ambición de ser Cero Emisiones Netas en 2050 se consigue con una hoja de ruta que empezó hace tiempo, una hoja de ruta que desde 2017 nos ha permitido reducir más del 20% de las emisiones de CO₂ en nuestras granjas. Una hoja de ruta que nos ha llevado a subirnos al tren de la ciencia que conduce la SBTi (Science Based Targets Initiative), la única iniciativa conjunta entre el CDP (Carbon Disclosure Project), el Pacto Mundial de las Naciones Unidas, el Instituto de Recursos Mundiales y el Fondo Mundial para la Naturaleza, que construye y ejecuta los proyectos para materializar la reducción de emisiones con base en la ciencia del clima y el acuerdo de París. Posicionándonos así entre el 6% de las empresas españolas en adoptar objetivos basados en la ciencia.
Ya estamos recorriendo los primeros compases de una carrera que marca como meta la reducción del 42% de las emisiones de CO₂ mediante mejoras en la eficiencia energética de las plantas, el diseño de envases más sostenibles y la activación de nuevos modelos logísticos y operativos para 2030.
Y por supuesto no podemos entender este camino sin prestar atención a nuestro modelo de envasado. Somos conscientes de la importancia de repensar los modelos, pero repensar sin actuar no tiene sentido. Es por ello por lo que ya hemos conseguido algunos frutos como el certificado residuo cero en todas las plantas de la compañía o reducir un 43% de plástico de nuestros envases de agua mineral natural. Y por supuesto, trabajar con el único objetivo de liderar el rediseño, la reducción, la reutilización y la reciclabilidad de los envases.
Estamos convencidos de que este nuevo modelo empresarial que mide el éxito por la capacidad de generar cambios positivos, de atraer clientes, consumidores, proveedores y empleados con los mismos valores, empieza hoy. Sabemos que tenemos una responsabilidad en este cambio y queremos rodearnos de actores que miren en la misma dirección, la del progreso económico y social de las personas y las comunidades, la de un futuro y un planeta saludable.
***Borja Lafuente es responsable de Sostenibilidad en Danone Iberia.