El 8 de abril, Día Internacional del Pueblo Gitano, es una de las fechas más importantes en el calendario de las más de 750.000 personas gitanas que vivimos hoy en España. Una fecha que recuerda el primer Congreso Gitano que tuvo lugar en Londres en 1971, en el que se instituyó la bandera y el himno gitano.
La bandera es verde y azul, simbolizando el cielo y el campo, con una rueda de carro roja en el centro, que simboliza el camino desde la India y la libertad. En España no sería hasta 2018 cuando, a instancias del Congreso de los Diputados, tuvo lugar el reconocimiento del 8 de abril como Día del Pueblo Gitano.
Este día los gitanos y las gitanas hacemos visible, más que nunca, nuestro orgullo de ser y sentirnos gitanos, reivindicamos nuestra historia de persecución y recordamos a nuestros antepasados, aquellos que ya no están, a quienes perdieron su vida, víctimas del odio y la intolerancia. Las mujeres lanzamos pétalos al río, mientras que los hombres lo hacen con velas en memoria de quienes nos abrieron el camino.
Son muchos los progresos y avances que el pueblo gitano ha vivido desde la instauración de la democracia en nuestro país. Gran ejemplo de ello es el esfuerzo que hemos hecho para incorporarnos al mercado laboral por cuenta ajena, sorteando todo tipo de prejuicios y barreras; sin embargo, para la gran mayoría todavía seguimos siendo una cultura desconocida e invisibilizada, atravesada por la discriminación y rechazo social.
Los gitanos y las gitanas somos parte fundamental de esta sociedad a la que hemos contribuido a través de la cultura, el arte, la lengua, la gastronomía… y de la que queremos seguir siendo parte activa como ciudadanos y ciudadanas de pleno derecho. Pero para eso necesitamos el apoyo y la empatía de toda la sociedad, especialmente de las instituciones y los poderes públicos.
Recientemente, se ha aprobado el Informe sobre el Pacto de Estado contra el Antigitanismo y la Inclusión del Pueblo Gitano, algo que valoro muy positivamente no solo como mujer gitana, sino también como una de las diputadas que ha impulsado este pacto junto a Beatriz Carrillo e Ismael Cortés, diputados gitanos que también ocupan un escaño en el Congreso, y a María Dantas, quien ha mostrado desde el principio su compromiso con la Igualdad de las personas gitanas.
Un pacto de Estado que debe servir para garantizar la eficacia de la Estrategia Nacional por la Igualdad, la Inclusión y la Participación de los Gitanos y Gitanas.
Sin embargo, todavía nos quedan retos pendientes y en esta lucha por alcanzar la igualdad real no podemos estar solos. Los altos índices de pobreza que todavía afectan a gran parte de la población gitana, las altas cifras de fracaso escolar y las situaciones de discriminación estructural y persistente requieren de un compromiso firme por parte de las instituciones para que caminemos juntos hacia la verdadera transformación social del pueblo gitano.
Una transformación social que venimos liderando las mujeres gitanas, quienes pese a las desigualdades siempre estamos dispuestas a dar un paso adelante por la promoción de nuestro pueblo.
En un Estado de derecho como en el que vivimos, no podemos permitir que el 46% de las personas gitanas sean extremadamente pobres y, lo que es aún más alarmante, una tasa de pobreza infantil que se sitúa en un 89%. Si a esto le sumamos que el 63% de niños y niñas gitanos abandonan sus estudios antes de conseguir el título de la ESO, esto solo hace confirmar que sus oportunidades de ascender socialmente son mínimas. Como sociedad, no podemos seguir dándoles de lado.
Es inaceptable desde la perspectiva de los derechos humanos que todavía 18.000 personas gitanas vivan en asentamientos chabolistas y de infravivienda en nuestro país, familias gitanas que ven vulnerados sus derechos cada día viviendo en condiciones indignas. Erradicar las situaciones de chabolismo e infravivienda requiere de voluntad política y de decisiones urgentes que pongan a las personas más vulnerables en el centro.
Estamos ante un año de oportunidades, comienzan los procesos electorales y es un buen momento para que todos los partidos den un paso adelante hacia la igualdad de oportunidades y de derechos de las personas gitanas. Necesitamos medidas específicas para paliar las situaciones de desventaja social que sufren todavía muchos gitanos y gitanas en España.
Es momento de que como sociedad apostemos por un modelo intercultural que tenga en cuenta las necesidades de los grupos socialmente más excluidos.
El 8 de abril es un día para celebrar, para conmemorar a quienes nos han dejado, pero también es una fecha en la que recordar a los poderes públicos su responsabilidad en garantizar los derechos de todas las personas, también de las gitanas.
Los gitanos y las gitanas no queremos recorrer solos el camino hacia la igualdad. Son muchos los siglos de convivencia y es una cuestión de justicia social que en un día tan especial como el 8 de abril otros nos acompañen mientras levantamos nuestra bandera.
Feliz 8 de abril.
*** Sara Giménez es presidenta de la Fundación Secretariado Gitano.