El inicio del nuevo año es seguramente un buen momento para hacer una valoración sosegada sobre la nueva legislación acordada en la Unión Europea que permitirá que ésta deje de ser uno de los mayores responsables mundiales de la deforestación tropical, así como sobre qué factores han sido fundamentales para hacer posible la aprobación de esta relevante normativa.
De hecho, el pasado 6 de diciembre de 2022 fue un día en el que pudimos sentir un aliento de esperanza para los bosques del mundo: la Unión Europea había acordado prohibir las importaciones de productos vinculados a la deforestación.
En efecto, en la madrugada de aquel día, tras largas horas de negociación, el Parlamento Europeo, la Comisión Europea y el Consejo de Ministros de Medio Ambiente de la UE llegaron a un importante acuerdo sobre el contenido final del Reglamento destinado a minimizar el riesgo de deforestación y degradación de los bosques asociado a los productos comercializados en la UE.
Ese Reglamento es una de las leyes de conservación más notables de la historia. Por primera vez, los gobiernos europeos dicen a las empresas que venden soja, carne, cuero, cacao, aceite de palma, madera y caucho: "Si usted o sus proveedores destruyen los bosques, no pueden vender sus productos aquí".
Impulsar esta política ha sido también la principal prioridad de Mighty Earth en todos sus programas, por lo que este logro es motivo de orgullo para nosotros y más de 200 otras ONG, y, de hecho, en nuestras conversaciones con grandes empresas del sector privado, ya estamos viendo como esta ley europea está empezando a tener un efecto dominó.
El Reglamento sobre deforestación acordado establece un sistema de diligencia debida que obligará a que las empresas que venden o comercializan determinadas materias primas en el mercado de la UE rastreen su origen y demuestren que no están vinculadas a la destrucción o degradación de los bosques.
Una parte importante de la industria afectada se ha mostrado a favor de la norma. Proteger los bosques y sus pueblos es la única forma para conseguir la transición económica necesaria para luchar contra la emergencia climática y ambiental.
En estas negociaciones entre las tres citadas instituciones europeas se mejoró la propuesta inicial del Reglamento al incluir en su ámbito de aplicación materias primas como el caucho y el carbón vegetal, entre otros, y una definición más amplia del concepto de degradación forestal.
Algunos 'agujeros' en la normativa
Los derechos humanos y los derechos de los pueblos indígenas se añadieron como requisitos adicionales pero de forma limitada pues finalmente no se incluyó la obligación de cumplir con la normativa internacional de derechos humanos.
Si bien es cierto que hay aún algunos peligrosos agujeros en la legislación, como el hecho de que no proteja inmediatamente las sabanas y turberas, las cuales, además de su extraordinario valor ecológico, funcionan como grandes almacenes de carbono.
Esto significa que, de momento, quedarán desprotegidos en el ámbito de aplicación del Reglamento ecosistemas, como El Cerrado de Brasil o El Chaco, con menor cubierta arbórea que las selvas y bosques pero de suma importancia para la biodiversidad, el cambio climático y la supervivencia.
Si los responsables políticos de la UE no quieren que la nueva legislación cree un incentivo perverso para que las grandes empresas agrícolas simplemente trasladen sus excavadoras del bosque a las sabanas o a las turberas, van a tener que actuar rápidamente dentro de los periodos de revisión de uno y dos años previstos en el Reglamento para cerrar estos vacíos legales e incluir en su ámbito de aplicación a las “Otras Áreas Boscosas” (Other Wooded Lands; OWL, por sus siglas en inglés).
No obstante, esta legislación supone un punto de inflexión absolutamente crítico en esta materia. Como decíamos, la Unión Europea, debido a sus importaciones de productos agrícolas y ganaderos, ocupa tristemente un destacado lugar en el ranking mundial de la deforestación tropical (es el segundo, con un total de 203.000 hectáreas deforestadas en 2017 -un 16% del total mundial- y una emisión de CO2 asociada de 116 millones de toneladas). Esto la sitúa después de China (24%), pero por delante de la India (9%), Estados Unidos (7%) y Japón (5%).
La soja, el aceite de palma y la carne de vacuno fueron las materias primas que más deforestación incorporaron a las importaciones de la UE, seguidas del caucho, el cacao, el café y los productos de madera. Esta deforestación asociada fue mayor en las importaciones procedentes de Brasil, Indonesia, Argentina y Paraguay.
Lo realmente emocionante es que esta legislación europea podría impulsar a otros países a actuar también. Si EEUU, Reino Unido, Japón y China adoptan una legislación similar, en pocos años podrían eliminarse casi dos terceras partes de toda la deforestación importada del mundo.
El caso de Mighty Earth
En Mighty Earth estamos ya trabajando en Estados Unidos y Reino Unido para impulsar una política similar a la de la UE, y estamos empezando a hacerlo también en Japón y China. Mighty Earth y otras organizaciones llevan muchos años trabajando en alianza por este objetivo.
Recuerdo hace nueve años cuando la idea de esta legislación era sólo un destello en los ojos de unos pocos defensores de los bosques. La presentamos a altos funcionarios de la UE en un acto en Chatham House, y uno tras otro nos fueron diciendo que estaban demasiado ocupados para considerar un proyecto tan arrollador y de tan gran envergadura.
Tras años de insistencia y de campañas de toda una coalición de más de 200 organizaciones, lo que antes se consideraba imposible se convirtió en inevitable y luego en realidad.
Cómo sucedió
¿Cómo se produjo esta transformación en el seno de la UE y cómo se superó la oposición tanto de los grupos de presión del sector agroalimentario, que tradicionalmente han dominado la formulación de políticas, como de muchos gobiernos productores de productos agrícolas que mantienen sustanciosas relaciones comerciales con Europa?
Quería compartir algunas reflexiones que contribuyeron a esta historia de éxito. En primer lugar, el juego interno. Hubo algunos destacados expertos y entidades que pacientemente consiguieron los apoyos necesarios para que finalmente se formulara una propuesta inicial.
Además, el hecho de que el principal defensor parlamentario de esta propuesta de normativa fuera el eurodiputado Christophe Hansen, de centro-derecha, generó una interesante situación política.
En segundo lugar, el juego exterior. Tradicionalmente, la política europea se considera en gran medida tecnocrática. En el caso de la deforestación, el movimiento ecologista y otras organizaciones se aseguraron de que la buena política contara con apoyo en los principales Estados miembros, y esto dio sus frutos. En varios países, las coaliciones se movilizaron para garantizar que la normativa sobre deforestación ocupara un lugar destacado en la agenda nacional.
Así fue en España, con el trabajo conjunto de Amigos de la Tierra, Confederación de Consumidores y Usuarios (CECU), Coordinadora Estatal de Comercio Justo, Ecologistas en Acción, Greenpeace, Mighty Earth, SEO/BirdLife y WWF. Hay muchos otros ejemplos en toda la UE, gracias a aliados como Canopée - Forêts Vivantes, Fern, Rainforest Foundation-Norway, Global Witness, National Wildlife Federation, Greenpeace, WWF y muchos otros.
En tercer lugar, el apoyo empresarial. Extraordinariamente, conseguimos que las principales empresas afectadas por el Reglamento lo apoyaran, desde las grandes empresas del chocolate, el caucho y el aceite de palma hasta los supermercados importadores de carne. Muchas de estas empresas ya habían respondido a las campañas comprometiéndose voluntariamente a eliminar la deforestación.
Debido a esos compromisos, les resultaba incómodo oponerse a la propuesta de legislación de la UE. Cuando algunas lo intentaron, Mighty Earth y sus aliados les cayeron encima como una tonelada de ladrillos. Como resultado, pudimos conseguir significativas victorias, como la inclusión en el ámbito de aplicación de la normativa de productos clave como el caucho, el cual había quedado excluido, erróneamente, en la propuesta inicial de la Comisión.
Finalmente, acercar a los legisladores a la realidad del problema. Mighty Earth y sus aliados llevaron una delegación tras otra de comunidades indígenas a Bruselas para hablar con las instituciones europeas de cómo la legislación podría ayudarles a evitar el problema de la deforestación y la devastación y muerte asociadas. De repente, una política que podía perderse en los detalles de los códigos comerciales se convirtió en algo de lo que dependía la supervivencia de personas reales.
Queremos dar las gracias a nuestros colegas y socios como, por ejemplo, la Articulación de los Pueblos Indígenas de Brasil (APIB) y la Coordinadora de las Organizaciones Indígenas de la Cuenca Amazónica, por sus viajes desde Costa de Marfil, Indonesia, Bolivia, Brasil, Colombia y muchos otros países.
En resumen, ha sido una campaña muy compleja, con muchos ámbitos de actuación, gracias a la cual se ha logrado aprobar una legislación crucial para el medio ambiente y el cambio climático, así como para los pueblos indígenas. Aplicaremos estas lecciones en nuestro trabajo para seguir avanzando en su mejora y esperamos que también sean útiles en la elaboración de políticas tanto en la UE como en otros países y regiones.
Gracias a todas las personas, organizaciones y entidades que, con su apoyo y compromiso, han hecho posible esta gran victoria.
***Glenn Hurowitz, CEO y fundador de Mighty Earth.
Mighty Earth (www.mightyearth.org) es una organización internacional sin ánimo de lucro de protección del medio ambiente. Nuestro objetivo es proteger la mitad de la Tierra para la Naturaleza y garantizar un clima que permita el florecimiento de la vida. Mighty Earth tiene su sede en Washington DC, pero trabaja a nivel mundial con presencia en distintos continentes.