Cuando el mundo empezó a hablar de calentamiento global, lo hacía pensando en él como un riesgo futuro para la humanidad. Se temía que, en algún momento, el efecto de las subidas de la temperatura alterara el día a día de las más de 8.000 millones de personas que viven él. Ese momento ha llegado: ya en 2023, el BCE advirtió de que el clima extremo será una de las mayores amenazas a la estabilidad de precios que veremos en las próximas décadas.
Ahora, un estudio elaborado por Maximilian Kotz y Friderike Kuik, investigadores del Instituto de Potsdam para la Investigación del Impacto Climático (Alemania) y del Banco Central Europeo, respectivamente, pone números a la crisis que afecta a todo el mundo. La investigación, que ve la luz hoy en la revista Communications Earth & Environment, combinó el análisis de datos meteorológicos e índices de precios en 121 países durante un período de tiempo extendido con las pesimistas proyecciones climáticas que se esperan para 2035.
El objetivo fue estimar los impactos del calentamiento futuro en la inflación. Los resultados fueron tajantes: si la Tierra sigue calentándose al mismo ritmo, el encarecimiento de los alimentos podría aumentar entre 0,9 y 3,2 puntos porcentuales por año. También esperan que, en términos generales, la inflación acumule subidas cada 12 meses de entre 0,3 y 1,2 puntos porcentuales. El aumento de las temperaturas se ha identificado como el principal factor que contribuirá al incremento de la inflación.
Además, plantea el estudio, eventos climáticos como la sequía a la que se enfrentaron los campos españoles en 2022 ya están teniendo un impacto significativo en las cestas de la compra de Europa, lo que podría agravarse aún más en futuros escenarios de calentamiento. El calor y la falta de precipitaciones están generando malas cosechas, lo que encarece desde los productos frescos en el supermercado hasta intermedios que se utilizan en las cadenas de producción.
Los autores temen que "las presiones al alza sobre la inflación tengan efectos adversos en el poder adquisitivo, con efectos distributivos regresivos e impactos en la cohesión social". El alza del precio de los alimentos afecta principalmente a los hogares con rentas más bajas. En Europa, las rentas altas gastan más de la mitad de lo que ganan en productos y servicios que no son de primera necesidad. Las bajas apenas les dedican un tercio de su renta; el resto lo destinan a lo indispensable, que es precisamente lo que no dejará de encarecerse en los próximos años.
Por otro lado, uno de los hallazgos más preocupantes del estudio es que se espera que los impactos causados por el cambio climático sean más difíciles de doblegar en los países del sur global, como aquellos en África y América del Sur. Aunque tanto los países de ingresos altos como bajos verán un aumento de precios impulsado por el clima, especialmente en verano, las zonas en desarrollo de esta región apuntan a ser más vulnerables a las consecuencias del calentamiento global a lo largo del año completo.
"Estos resultados resaltan fuertemente la importancia de que los bancos centrales y los modelos macroeconómicos consideren el cambio climático futuro en sus herramientas de evaluación y pronóstico macroeconómico", subrayan Kotz y Kuik. Los investigadores concluyen que la puesta en marcha de medidas concretas orientadas a la reducción de las emisiones de gases de efecto invernadero y la implementación de tecnologías adaptativas será imprescindible para enfrentar los riesgos cada vez más palpables del clima extremo en la economía mundial.