Los glaciares de la Antártida y Groenlandia están amenazados. No es una novedad. El cambio climático y el calentamiento global provocado por la acumulación de gases de efecto invernadero emitidos por el ser humano desde la Revolución Industrial podrían “reducir a la mitad” el hielo que cubre los polos.
Así, al menos, lo asegura un nuevo estudio publicado en la revista Nature. La investigación, liderada por Jean-Baptiste Bosson, científico del Conservatorio de Espacios Naturales de Alta Saboya (Francia), asegura que el deshielo podría crear “ecosistemas inéditos” en la zona y que, para el año 2100, estos podrían alcanzar el tamaño de Nepal y Finlandia.
Una de las consecuencias directas del cambio climático antropogénico –inducido por el ser humano– es la paulatina pérdida de hielo en los glaciares.
Algo que a finales de julio pudo observarse en Canadá, cuando un pedazo de iceberg gigante apareció, llevado por la corriente, ante la costa de Terranova. Este fenómeno fue consecuencia de un deshielo que provoca cambios ecológicos rápidos. Estos, a su vez, van acompañados de la creación de nuevos ecosistemas que ocupan los nuevos hábitats que se crean.
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Estos ecosistemas posglaciares darán forma al nuevo clima del planeta, aunque, explica Bosson a ENCLAVE ODS, "no hay estudios suficientes como para saber su impacto total". Eso sí, se puede teorizar sobre ello con bastante seguridad.
El científico explica que, sin lugar a dudas, "el ecosistema posglacial contribuirá a fomentar el cambio climático debido al cambio de albedo [la proporción entre la energía luminosa que incide sobre la superficie terrestre y la que se refleja] y a la liberación de carbono antiguo ubicado en los actuales lechos glaciares".
Bosson asegura que el deshielo provocará que "se oscurezca la superficie de la Tierra". Porque, recuerda, "los lagos, la vegetación, los suelos y los lechos rocosos son más oscuros que la nieve o el hielo". Esto hará que estos nuevos ecosistemas "absorban y dispersen más calor, pues la radiación solar se reflectará menos".
Por otro lado, continúa Bosson, "el desarrollo de nuevos suelos, plancton, comunidades del fondo marino, vegetación, biomasa u otros procesos geoquímicos en áreas deglaciadas contribuirán a capturar y almacenar carbono atmosférico y, por lo tanto, a mitigar el cambio climático". La pérdida de glaciares y el desarrollo de diversos ecosistemas terrestres y acuáticos, insiste, "también influirán en la humedad, el viento, etc.".
El estudio, desgranado
Ante la falta de estudios relacionados con este fenómeno común, Bosson y su equipo decidieron utilizar un modelo de la evolución global de los glaciares para predecir la trayectoria que los 650.000 km² de hielo que existen en la Antártida y Groenlandia tendrá en lo que queda de siglo.
Para ello, han empleado información existente sobre los contornos de los glaciares, datos climáticos y modelos de elevación digital del terreno subglacial. Así han sido capaces de predecir la respuesta que cada glaciar tendrá a los diferentes escenarios climáticos que podremos encontrar hasta 2100.
El modelo de Bosson, además, es capaz de predecir las características que tendrán los ecosistemas que emerjan en zonas de deshielo: podrán ser marinos, de agua dulce o terrestres.
2040, el punto de no retorno
Las predicciones del equipo francés aseguran que el deshielo sucederá sí o sí al mismo ritmo en todos los escenarios climáticos hasta 2040. Ese será el punto de inflexión: en ese momento, las estimaciones varían dependiendo de la cantidad de emisiones de gases de efecto invernadero que sigan emitiéndose a la atmósfera.
En un escenario en el que no se tomen medidas ambiciosas para reducir las emisiones, y estas se tripliquen para 2075, la mitad de los glaciares existentes en 2020 desaparecerían para 2100. Algo que, insiste Bosson, es "inaudito en la historia reciente de la Tierra y, en concreto, en la cortísima vida del Homo sapiens. El científico asegura que en este futuro en el que se siga con el lema "business as usual" (que todo siga igual), lo que tendremos será un "cataclismo tanto en la magnitud como en la velocidad de la desaparición de los glaciares".
Y es que los glaciares, recuerda, tienen un "papel crítico" en la cantidad de agua disponible, en el clima regional, en la biodiversidad, en la distribución de los ecosistemas o de las actividades humanas. "Este cambio masivo tendrá importantes consecuencias ecológicas y sociales", asegura. Y lo explica: "Esto significa, en gran medida, modificar la superficie de la Tierra y su funcionamiento".
Sin embargo, si en 2050 conseguimos vivir en un planeta con emisiones netas cero (un escenario net zero), se reduciría en un 22% la pérdida de hielo. Este, por desgracia, según Bosson no tiene pinta que vaya a ser el escenario más realista. "Los límites para cumplir con los Acuerdos de París se están sobrepasando", indica. E insiste: "Es el momento de actuar".
Según el estudio, se prevé que para finales del siglo el deshielo deje al descubierto un terreno del tamaño de Nepal (55.000 km²) y Finlandia (99.000 km²). Los hábitats que se crearían en los polos, explica Bosson en su investigación, serían un 78% terrestres, un 14% marinos y un 8% de agua dulce. Estas zonas, además, podrían servir de refugio para todas esas especies adaptadas al frío que se quedasen sin hábitats en otros lugares del planeta por el calentamiento global.