Bernard-Henri Lévy (Argelia; 1948) quizás no sea hoy tan conocido en los círculos culturales de Madrid, pero en los de París es un auteur que copa titulares y provoca acaloradas discusiones en los barrios bohemios. A sus 73 años, este filósofo, ensayista, escritor y documentalista francés se ha ganado el calificativo de enfant terrible por quienes siguen sus intervenciones públicas o leen sus libros y artículos.
BHL, como se lo conoce popularmente, es una estrella mediática que tiene rodaje en los platós de televisión. Durante su juventud simpatizó con el marxismo, se aferró a la utópica idea de cambio que se desprendía de la revolución cultural maoísta y fue abanderado de los postulados que proclamaban las movilizaciones del 68. Error garrafal, ya que tras conocer las salvajadas cometidas por el delirio soviético –recogidas de forma brillante en El archipiélago gulag de Solzhenitsyn– se desligó del movimiento y lo condenó enérgicamente.
Gracias a este nuevo "despertar" o desencanto teórico acuñó en 1976 el término que representaría al movimiento filosófico que lo catapultó a la fama: los nouveaux philosophes o nuevos filósofos. Una corriente de pensamiento que renegaba de los postulados marxistas y cargaba contra los totalitarismos, haciendo especial hincapié en el comunismo de corte soviético.
De hecho, Lévy escribió un año después La barbarie con rostro humano (1977), un tratado contra las autocracias en el que también se mostraba desconcertado y desencantado con la izquierda progresista y el socialismo de los años setenta. "Más que el apóstol de la liberación de los pueblos es el Maquiavelo de nuestro siglo", llegó a decir sobre su otrora admirado Karl Marx, renegando de sus raíces.
Tras la publicación de este libro se convirtió en un referente de la filosofía francesa, admirado por los pensadores conservadores y criticado por algunos de sus compañeros "oficialistas", entre ellos Gilles Deleuze, así como por los sectores más progresistas. Aquel encuentro en Televisión Española en el programa La Clave de José Luis Balbín, en el que desenmascaró sin piedad las contradicciones de Santiago Carrillo, también le valió enemistades en España.
En los años siguientes publicaría ensayos destacados y a contracorriente como Las aventuras de la libertad, La pureza peligrosa, La guerra, el mal y el fin de la historia y, quizás, uno de sus textos más importantes del siglo XX: El siglo de Sartre, que llegó a las estanterías en el año 2000, y donde desgranó los orígenes del pensamiento del mítico autor de La náusea y El ser y la nada, con sus luces y sombras.
Las guerras olvidadas
A la par que agigantaba ese aura de leyenda de filósofo rupturista y rebelde, Lévy comenzó a interesarse por el género audiovisual. En 1994 viajó a Bosnia-Herzegovina para denunciar los crímenes cometidos contra el bando bosnio, una denuncia que retrató en el documental Bosna!
En el 97, apartándose del género documental, rodó su primera y única película de ficción, para la cual fichó a tres leyendas del cine, Alain Delon, Lauren Bacall y Francisco Rabal. ¿El resultado? Un drama de alto voltaje llamado El día y la noche.
Ha llovido desde entonces, pero BHL no ha dejado de producir obras filosóficas, ensayos, libros –algunos de gran éxito, como el reciente Este virus que nos vuelve locos– y documentales. Además, ha regado de sabiduría las mentes nacionales gracias a sus columnas publicadas en EL ESPAÑOL.
Su último proyecto lo estrenaron EL ESPAÑOL, ENCLAVE ODS y Fundación "la Caixa" esta misma semana en CaixaForum de Madrid: Otra idea del mundo. Durante el metraje el creador explora algunos de los conflictos bélicos olvidados por la opinión pública y los medios de comunicación occidentales, como la Ucrania del Donbás previa a la invasión rusa, Libia, Kurdistán, Afganistán, Bangladés, Nigeria o Somalia.
Son sólo algunos de los países a los que se desplaza para retratar el horror y la barbarie humana. Su ambición con Otra idea del mundo entronca con una idea que ya trasladó en su libro La Guerra, el mal y el fin de la historia.
En ambos BHL aparece apesadumbrado por los nuevos conflictos, los cuales, dice, no tienen ya casi ninguna razón de ser y sólo se erigen sobre fanatismo y avaricia. Ya no son conflictos entre naciones opresoras y oprimidas, entre héroes que buscan un futuro mejor e imperialistas opresores, sino que son organizados por entidades vacías de ideas y valores; eminentemente inmorales.
Muchos de los verdugos del presente sólo buscan el oro, el dinero o el poder (o el paraíso cuando deriva de un fanatismo religioso, como el islamismo radical, al que tanto trata de combatir el autor). Mírese la Rusia expansionista de Putin, al que el propio BHL se refiere como un "fascista" de manual, o el ISIS, al que compara con el nazismo.
"Uno de los combates de mi vida, desde luego el más importante y al que más tiempo he dedicado, ha sido el de luchar por la victoria del islam virtuoso e iluminado frente al islam oscurantista", explicó Lévy durante el coloquio posterior a la proyección de Otra idea del mundo.
"No creo en el choque de civilizaciones ni que existan bloques de naciones cerrados e impenetrables, pero sí en un futuro para nuestros hijos y nietos. Eso pasa por priorizar un islam moderado", argumentó, y llamó a tender un puente "entre el islam y la democracia".
Enemigo de los populismos
¿Cuáles han sido sus últimas gestas mediáticas, además de rodar este documental sobre los conflictos olvidados, denunciar el horror y la barbarie y conversar asiduamente con sus amigos Emmanuel Macron o Volodímir Zelenki, a los que ha puesto en contacto en reiteradas ocasiones? Básicamente, desmontar la candidatura de Jean-Luc Mélenchon, al que considera un político peligroso debido a sus vínculos con la Siria de Bachar El Assad o a la Rusia de Putin.
[Bernard-Henri Lévy: "No hay peor víctima de una guerra que quien la borra de su pensamiento"]
"La extrema izquierda tiene una concepción de la insumisión que no llega a movilizarse [...] por Masud y las mujeres afganas insurrectas, por los kurdos que luchan contra el Daesh o por los supervivientes de Mariúpol que resisten ante las infernales columnas rusas que avanzan matando como quien tala un bosque", escribió BHL en EL ESPAÑOL durante la campaña electoral francesa, cargando contra la Francia Insumisa de Mélenchon. Algo que, por supuesto, no gustó a los partidos políticos más escorados hacia la izquierda radical, que lo tacharon de ser un reaccionario.
Pero nada más lejos de la realidad, ya que Lévy ha sido uno de los personajes más críticos con los perfiles del "bando contrario", ultraderechistas y populistas como Donald Trump, Éric Zemmour o la propia Marine Le Pen (a estos dos últimos se refirió como "el mal"). Ni Vox se ha librado de sus ataques, ya que, según él, "quiere destruir los valores democráticos liberales", al igual que su contraparte, Podemos. BHL es, por tanto, un liberal convencido; un pensador libre sin pelos en la lengua.
Tal y como dijo de él la Vicepresidenta de EL ESPAÑOL y editora de ENCLAVE ODS, Cruz Sánchez de Lara, "Bernard-Henri Lévy atesora una brillantez innegable, un compromiso inagotable y un tesón que le hacen acudir en favor de la libertad y de la paz allá donde se tornan imposibles [...] Quienes lo conocemos sabemos que su último estertor sonará como liberté".