Las temperaturas extremas experimentadas esta primavera, las más altas en décadas, están pasando factura a todo tipo aves. Desde las cigüeñas hasta los vencejos, pasando por especies comunes como los gorriones, los cernícalos o los zorzales. La ola de calor los aturde, deshidrata y mata. Por eso SEO/Birdlife ha lanzado una campaña para que los ciudadanos sepan cómo y cuándo ayudar a los pájaros que, muchas veces, aparecen caídos de los nidos durante estos episodios de calor extremo.
Tal y como señala la oenegé, es normal ver una disminución de aves durante las horas más calurosas del día, especialmente hacia el mediodía y primeras horas de la tarde, cuando se registran las temperaturas más elevadas. Nadie debe alarmarse: "Suelen concentrar su actividad física en las horas más frescas, como sucede con los humanos", recuerdan.
Sin embargo, es habitual que los ciudadanos, mientras caminan por la calle o salen a sus jardines o terrazas, se encuentren con algún ejemplar de polluelo caído del nido.
"Las crías aprenden desde muy pequeñas a combatir el calor, pero las que aún permanecen en los nidos son, como los niños, mucho más vulnerables al efecto del calor que los adultos", señala SEO/Birdlife en un comunicado.
"Si el nido está expuesto al sol, la madre intentará proteger a sus retoños creando una sombrilla con su propio cuerpo y alas, a cuya sombra puedan resguardarse los pequeños pollitos, y soportará estoicamente en esta posición antes de exponer a un riesgo potencialmente mortal a su descendencia".
Sin embargo, esas aves que "han anidado en huecos en el interior de nuestros edificios tienen que confiar en el propio aislamiento de la oquedad", que en algunos casos es una trampa mortal, ya que puede actuar como un horno. Es en dichas situaciones "cuando las desesperadas crías pueden decidir, antes de morir por efecto de la temperatura, saltar al vacío mucho antes de estar preparadas para ello".
¿Qué hacer con los pollos?
Una vez nos encontramos con los polluelos tirados en el suelo, se debe comprobar que el animal esté realmente herido (en tal caso habría que llamar a un centro de recuperación de aves). Si no está herido pero sí es un pollo recién nacido o emplumado, debemos construirle algo similar a un nido cerca de donde lo hemos encontrado y apartado del sol, siempre con un poco de agua cerca con la que pueda hidratarse.
Bajo ninguna circunstancia debemos llevarlo a casa y, por ejemplo, meterlo en una jaula. Podría morir en cuestión de horas.
Si el pájaro no está herido y ya tiene plumas, lo mejor es no hacer nada (salvo acercarle un poco de agua en caso de que creamos que la necesite). Lo más habitual, señala SEO/Birdlife, es que las aves pequeñas que comienzan a aprender a volar acaben en el suelo. Es un proceso natural y probablemente sus padres llegarán para auxiliarlo.
"Únicamente, cuando se está cien por cien seguro de que un ave no es capaz de valerse por sí misma o con la ayuda de sus padres, se debe llevar a un centro de recuperación de fauna en el que tengan los medios y conocimientos para criar con ciertas garantías", señala la oenegé.
Sin embargo, si el animal que nos encontramos es un vencejo, como ocurre en las calles de Sevilla o de Córdoba, donde miles de estas aves están siendo halladas estos días en las calles, muertas, heridas o asfixiadas por el calor, lo mejor es auxiliarlas.
Primero, colocando recipientes de no más de 2 o 3 centímetros de profundidad con agua para que puedan beber. Se puede hacer a priori, de forma preventiva, dejando líquidos en lugares estratégicos donde sabemos que existen grandes concentraciones de aves.
Segundo, si vemos que el vencejo encontrado está herido o aturdido, debemos llevarlo directamente a un centro de conservación de aves o, incluso, contactar con el Seprona o el 112, ya que se trata de una especie protegida. Mientras tanto, debemos retirarlo del sol para que no muera por golpe de calor.
"Cientos de crías se han precipitado del nido por no soportar las temperaturas que se alcanzan dentro. En Andalucía han caído en miles, siendo especialmente dramático en Sevilla y Córdoba, donde en las grandes colonias urbanas se han recogido hasta 100 en un solo día", denunciaba en sus redes sociales la oenegé conservacionista Ecourbe.
"Es importante poder ayudar a las aves colocando bebederos", señalan los expertos de SEO/Birdlife. "Cualquier objeto con capacidad de retener agua, en el que las aves se puedan posar sin riesgo de ahogarse, y que no tenga peligro de caer desde nuestro balcón a la calle, sirve para saciar la sed de las aves".
Urohidrosis y cambio climático
Muchas aves, como las cigüeñas, poseen un mecanismo de regulación térmica llamada urohidrosis. Consiste, básicamente, en orinar y defecar sobre las zonas escamadas de sus propias patas para "refrescarse". Este tipo de comportamientos no es habitual, por lo que muchos expertos lo consideran más bien una consecuencia del cambio climático, que fuerza a las aves a adaptarse a nuevos climas.
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Según publicaba Scientific Reports de Nature, "las aves carecen de glándulas sudoríparas y utilizan este mecanismo de enfriamiento por evaporación de fluidos corporales, considerado análogo al sudor en mamíferos. Son ajustes termorreguladores que ayudan a las aves a mantener una temperatura corporal seguro".
El estudio señalaba que existía una correlación entre el aumento de los fenómenos meteorológicos extremos, como las olas de calor, y la práctica de la urohidrosis, que puede servir "para predecir la vulnerabilidad [de las aves] al calentamiento climático".
Las cámaras de SEO/Birdlife han capturado cómo dos cigüeñas de Alcalá de Henares "tienen las patas completamente cubiertas de excremento", fruto de la urohidrosis, para tratar de combatir el calor.