El Fondo de Becas Fiscal Soledad Cazorla Prieto celebró ayer una jornada institucional en el Senado para presentar las conclusiones de su informe anual, además de dos mesas redondas con testimonios que deben servir para alertar a la sociedad y mejorar la situación de los huérfanos y huérfanas de la violencia de género en España.
La descripción de un maltratador que hizo Joaquín Tagar, promotor del Fondo de Becas Soledad Cazorla, en su intervención inicial provocó un silencio en la sala, y un escalofrío: “Cuando el maltratador se disfraza, engaña a todos, pero no a sus hijos y a su mujer”.
Subrayó entonces un lema que se repitió varias veces durante la jornada: “Un maltratador es un mal padre, nunca es –ni puede ser– un buen padre. Si esto no fuese cierto, no estaríamos lamentando la muerte de 44 niños y niñas desde 2013 y de 5 en 2021, asesinados por sus padres”.
“Cuando el maltratador se disfraza, engaña a todos, pero no a sus hijos y a su mujer”, dijo Joaquín Tagar
Tras las palabras de apertura de Ander Gil, presidente del Senado, que calificó este evento de “iniciativa justa y hermosa para rendir homenaje a esa gran mujer que fue Soledad Cazorla”, Tagar recordó la figura de la primera fiscal de sala en violencia de nuestro país.
Su espíritu se encuentra, dijo, hoy encarnado en “el equipo de personas, sobre todo mujeres, que día a día se preocupan por los huérfanos y sus familias”. Quiso poner el foco en algo que desde hace años viene afirmando continuamente: “Hoy nos preguntamos de nuevo, ‘y después del minuto de silencio, ¿qué?’”.
A continuación, relató una reflexión de Cazorla en febrero de 2006, después de convertirse en fiscal de sala: “Para los maltratadores no es suficiente con someter o matar, es necesario infligir más dolor a sus mujeres, las matan cuando vuelven de ver la cabalgata de Reyes, o matan primero a la hija en común para que lo vea antes de asesinarla a ella, ¿habrá algo más terrible?”.
Victoria Rosell, delegada del Gobierno contra la Violencia de Género, intervino a continuación. Para ella, “tenemos una gran deuda con las víctimas más vulnerables, respecto a la violencia vicaria de género”. Alabó el informe recién presentado, que sirve para situar el foco, y se manifestó de acuerdo con las medidas legislativas que están sobre la mesa.
Para ello, mencionó tres ejemplos. El primero, el de una mujer este mismo mes en Cádiz que tenía tres hijos que no eran hijos del agresor, que no tienen la misma protección integral. También, lo ilógico de que la pensión de orfandad se extinga por causa de adopción y la necesidad de que se pueda realizar la declaración de fallecimiento sin hacer pasar a los herederos por más penurias.
Para Rosell, que mencionó la actual proposición de ley orgánica de mejora de la protección, la clave es el consenso para implantar una verdadera política de Estado, en la que los poderes públicos, entre todos, “construyamos un edificio que ni los poderes más reaccionarios puedan derribar”.
Para Elena Valenciano, presidenta de la Fundación Mujeres, en su primer acto público en el cargo, “el Estado debe ayudar a las víctimas de violencia machista para que puedan enfrentarse a la vida”. Manifestó que “nunca podremos agradecer lo suficiente a Joaquín y a su familia que podamos mantener esta beca, que visibiliza y ayuda en una de las realidades más ocultas de la violencia de género”.
"Tenemos una gran deuda con las víctimas más vulnerables", recordó Victoria Rosell
Para Valenciano, trabajar con estas familias es una tarea que mueve y conmueve y ha fortalecido su compromiso. Los grandes trazos de la ley son muy importantes, pero luego existe el pincel fino, la realidad de “los que no tenéis un juicio, encontráis dificultad para acceder a las ayudas… porque la vida sigue”. Y, además de haber sufrido la pérdida de alguien, después los familiares se enfrentan a muchas otras vicisitudes.
Tras el minuto de silencio
En la primera de las mesas organizadas, bajo el título Después del minuto de silencio: Reparación del daño y derechos de los huérfan@s, moderada por Macarena Baena, directora de Efeminista-Agencia EFE, la primera intervención fue de gran impacto.
El interviniente comenzó con la pregunta “¿Cómo se les dice…?” para mostrar el alcance de tener que afrontar la realidad, en este caso frente a sus sobrinos, de que su madre y su abuela habían muerto y de que el asesinato doble había sido cometido por su propio padre.
Para el afectado, en su experiencia, “estos huérfanos son los grandes olvidados por la justicia. Cuando algo así ocurre, las instituciones no disponen de protocolos específicos, puedes encontrarte con personas más sensibles, o que hagan excepciones, pero la protección de un niño no debería depender de la sensibilidad”. Habló de cómo "la lentitud en la resolución de los procedimientos es un gran obstáculo". Y añadió: "La justicia limita la vida normal de los huérfanos y sus familias".
Teresa Peramato, fiscal de sala contra la Violencia sobre la Mujer, dijo –visiblemente emocionada– que la clave está en la protección previa antes del feminicidio o el infanticidio. Se refirió a la posibilidad de la privación de la patria potestad desde 2010, y a las leyes actuales para el “no establecimiento en un régimen de visitas cuando hay orden de alejamiento”. Habló, también, de una “protección global y holística, extendiendo la prohibición de aproximación a los guardadores para que no reciban presiones”.
Las instituciones no disponen de protocolos específicos, pero "la protección de un niño no debería depender de la sensibilidad"
Peramato se refirió a “penas de hasta 25 años, prohibiciones de aproximación hasta 10 años por encima de la pena” y a “libertad vigilada y otra serie de medidas 10 años más”. Y recordando una frase de Cazorla, afirmó que “cuando el cazador sale a cazar, caza”.
Una nueva intervención de una familiar de víctima de violencia de género dejó emocionada a la sala. Relató la historia de su hermana, que fue asesinada, y todos los problemas posteriores durante muchos meses para resolver asuntos logísticos en los que las instituciones se mostraron poco atentas: la complicada burocracia y el apoyo psicológico limitado a las víctimas.
“Cuando ven que están más o menos bien les dan el alta, y eso obliga –al menos, así ocurre en Canarias– a ir a la Unidad de Salud Mental o buscar psicólogos privados”, explicó.
Habló de "aprender a vivir con rabia, con dolor, días puntuales en los que amaneces con cefaleas o vómitos, somatizando ese dolor". También de tener que "arrastrar" a su madre todos los días, de "afrontar bajas laborales, perder trabajos…".
La directora de la Fundación Mujeres, Marisa Soleto, aportó su visión acerca de la reparación del daño, y alabó el fondo de becas. Para ella, "la reparación del daño es una actitud social", por tanto, "la sociedad tiene que decidir si en ese compromiso vamos a incluir el hecho de reparar el daño que sufren y esa actitud tiene que ser algo que está presente en la legislación".
Si no somos capaces de imaginarlo, al menos deberíamos intuir el daño económico y de la reconstrucción después del asesinato
Si no somos capaces de imaginarlo, al menos deberíamos intuir el daño económico y de la reconstrucción después del asesinato, puesto que hay familias que están en riesgo de exclusión social. Se hace necesario, por tanto, en palabras de Soleto, “ampliar por parte del Estado la cobertura económica por causa de violencia de género”.
Las voces calladas
En la siguiente mesa, bajo el título Las otras voces, las voces calladas, moderada por la periodista Pilar Álvarez, la fiscal decana de la sección territorial de Linares, Ana Carolina Parejo, explicó cómo “no solo se priva a la mujer de la vida, sino que se generan consecuencias de por vida a toda una familia”.
Así, los hijos son las principales víctimas, pero también toda la familia cercana que se encuentra en la obligación y la necesidad de proteger a esos niños. Habló del caso de la madre de una víctima, presente en la sala, cuya hija fue terriblemente agredida y actualmente tiene movilidad reducida.
Para Yolanda Bernáldez, psicóloga y presidenta de la Asociación de Psicología y Psicoterapia Feminista, “no es fácil encontrarse con un entorno en el que se describa con esta claridad lo que está pasando”.
En su perspectiva, “más que avanzar, me gusta pensar en la profundidad”, preguntándonos “qué tipo de humanidad hemos construido para llegar a esta situación, en el que se hace necesario dar un golpe en la mesa y dejar de banalizar la violencia y sus efectos en la salud de las personas”.
El tratamiento psicológico no puede ser, como ella explicó, decidido por una institución, sino que esa reparación de heridas debe darse de acuerdo a la necesidad de cada persona, especialmente en el caso de las huérfanas y huérfanos.
"Qué tipo de humanidad hemos construido para llegar a esta situación, en el que se hace necesario dejar de banalizar la violencia", se preguntó Yolanda Bernáldez
En su intervención telemática de cierre, tras el agradecimiento de Joaquín García-Cazorla, la ministra de Justicia, Pilar Llop, se manifestó “plenamente convencida de que erradicar la violencia de género ha de ser un objetivo prioritario”.
Asimismo, habló del carácter estructural de este tipo de violencia y la necesidad de huir de los discursos neutrales o negacionistas, con una educación en igualdad. Alabó la figura de Soledad Cazorla, “una gran luchadora contra la violencia de género”.
Para cerrar el acto, sonó Hermana de Violeta Tello con sus versos "hermana, te daré un golpe, un golpe de estrellas / para que veas cuán azul el cielo".