La desaparición de Anna y Olivia en Tenerife, y el reciente hallazgo del cadáver de la segunda, ha vuelto a poner sobre la mesa otro tipo de violencia machista: la violencia vicaria. Un tipo de violencia en el que los maltratadores instrumentalizan a sus hijos para causar el mayor dolor posible a las madres, convirtiéndose los niños, también, en víctimas directas de la violencia machista.
Tal y como explicó la psicóloga clínica y forense Sonia Vaccaro, ese tipo de violencia instrumental toma el adjetivo vicario cuando responde al sentido "en que se toma el lugar de otra persona o cosa, como un sustituto; o como castigo vicario, que ha sido sufrido o realizado por una persona en lugar de otra".
Anna y Olivia desaparecieron hace más de un mes después de que Tomás Gimeno, su padre, amenazase a su madre Beatriz diciéndole que "no las volvería a ver". Llevaban tiempo separados tras una relación difícil, entre múltiples amenazas y enfrentamientos. Cumplió su promesa y se llevó a las niñas, que han estado desaparecidas durante 43 días en los que la madre ha hecho todo lo posible por mantener la esperanza de que regresasen.
Ayer por la tarde, sucedió el terrible desenlace: los servicios de rescate encontraban el cuerpo de Olivia. La Policía trabaja con la hipótesis de que Tomás habría sedado a sus hijas antes de meterlas en bolsas y arrojarlas al mar.
En vez de atacar físicamente a Beatriz, lo que ha hecho es quitarle lo que más quería y obligarla a vivir el resto de su vida con la pena de haber perdido a sus pequeñas. Eso es la violencia vicaria que se ha visto en otros casos de violencia machista como fue el de José Bretón, que en 2011 mató a sus hijos Ruth y José como venganza contra la madre.
Hace solo unos meses, también denunció haber sufrido violencia vicaria Rocío Carrasco en su documental Rocío: contar la verdad para seguir viva. Su testimonio supuso un revuelo nacional y mostró, además, que la violencia vicaria no siempre implica el asesinato.
La hija de Rocío Jurado narró entre lágrimas las amenazas de su exmarido, Antonio David, cuando se separaron: "Él [Antonio David] ha conseguido lo que me dijo cuando nos separamos, 'te vas a cagar, Rociíto'. Me ha quitado lo más importante que tengo en mi vida. Me los ha quitado, no porque hayan desaparecido, me los ha quitado teniéndolos. Ha hecho que me odien. Que tengan esa imagen de mí. Que es mucho más cruel todavía, si cabe. Yo los he tenido muertos en vida".
Asesinato
El Código Penal la describe como "un tipo de violencia intrafamiliar que incluye toda aquella conducta realizada de manera consciente para generar un daño a otra persona, ejerciéndose de forma secundaria a la principal. Dicha violencia es una forma de maltrato infantil que puede ir de la visualización y presenciación por parte del menor de agresiones por parte de uno de sus familiares a otro o por el padecimiento de agresiones directas como método para causarle un perjuicio. En muchos casos el hijo o hija es utilizado de manera instrumental con el objetivo de hacer daño al auténtico objetivo de la violencia, la pareja".
Sin embargo, en ninguna de sentencias aparece siquiera el término violencia vicaria en el texto, como recuerda Rosa Pilar Sáez, especialista en Derecho de Familia.
"Judicialmente, ese individuo sabe que no tiene derechos sobre su pareja, pero sí sabe que conserva poder y derechos sobre las hijas y los hijos. Por lo mismo, los transforma en objetos para continuar el maltrato y la violencia. Sabe que esa mujer será capaz de callar, tolerar, ceder y seguir aguantando muchas cosas sólo por sus hijos e hijas. Sabe que la amenaza más efectiva (que siempre está presente en todos los casos de maltrato en la pareja) es: te quitaré a los/as niños/as", explica la psicóloga clínica Vaccaro especialista en estos temas.
La psicóloga recuerda que la mujer cree que cuando se separa acabará la violencia, sin embargo, si existen hija o hijos menores, con este tipo de padres violentos se inicia el calvario porque ellos se convierten en el "instrumento" para hacerle todavía más daño.
Según datos del Consejo General del Poder Judicial en España, sólo el 3,1% de los casos de violencia de género en España terminan con la suspensión del régimen de visitas a los padres que han maltratado a sus mujeres; y apenas en un 5,2% los jueces dictan la retirada de la guarda y custodia a los agresores como medida cautelar de protección de los menores.