Dice la RAE, en una de las acepciones de la palabra gato, que este sustantivo se refiere a todo hombre nacido en Madrid. Los madrileños, en muchas ocasiones, argumentarán que para ser gato tus padres también tienen que haberlo sido. Desde enero de este año, además, tienen un nuevo motivo para enarbolar ese nombre tan característico.
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Y es que los paleontólogos del Museo Nacional de Ciencias Naturales (MNCN) han descubierto, enterrados en las inmediaciones de Príncipe Pío, en Madrid, los restos de un pequeño felino único y desconocido hasta ahora. Este nuevo género y especie de gato vivió en la capital hace 15,5 millones de años.
Los investigadores han bautizado al animal como Magerifelis peignei. El género, inexistente hasta ahora, hace referencia, además, a la ciudad de Madrid. Magerit por el nombre fundacional de la capital, y Felis, por gato en latín. La especie, por su parte, se crea como homenaje a Stéphane Peigné, paleontólogo francés que colaboró muchos años con el equipo hasta su fallecimiento en 2017.
La mandíbula perfecta
"Recuperamos la mandíbula prácticamente completa que conservaba casi toda la dentición en un estado excepcional", explicó en un comunicado Gema Siliceo, investigadora del MNCN. Lo que más sorprendió a su equipo, aseguró, es el "diminuto segundo molar inferior", que están "ausente en todos los félidos actuales y fósiles".
Aunque, recordó, hay una excepción: el Proailurus, "el primer félido conocido en el registro fósil, procedente de yacimientos de hace 25 millones de años, mucho más antiguos que el de Príncipe Pío".
Un gran cazador
A partir de esta mandíbula se pudo teorizar acerca de la apariencia que podría haber tenido el animal. Sus dientes, dicen los investigadores, son muy "robustos" comparados con los de otros felinos de tamaño similar. Por tanto, explican, era capaz de "soportar grandes tensiones durante la mordida" y, por ende, cazar presas "relativamente grandes".
Jesús Gamarra ha sido el responsable de devolver a la vida a este felino, ilustrando el aspecto que tendría en vida. "No es frecuente tener una pieza tan completa sobre la que trabajar para reconstruir una especie fósil, así que ha sido una experiencia muy estimulante", dijo en un comunicado del MNCN.
Un 'gato' de otro mundo
El felino encontrado en Madrid vivió en el Mioceno medio. Por aquel entonces, la capital se parecía poco a la que conocemos ahora: el clima era más cálido que el actual y su paisaje, cuentan desde el Museo Nacional de Ciencias Naturales, "estaba dominado por extensas praderas arboladas entre las que se desarrollaban zonas con más vegetación, a modo de parches boscosos donde encontraban refugio numerosas especies de animales".
El Madrid de aquel entonces estaba repleto de rinocerontes como el Hispanotherium matritense, mastodontes, paleomerícidos —familiares lejanos de los ciervos—, bóvidos, caballos de tres dedos, y jabalíes. También había superdepredadores como grandes úrsidos y anficiónidos —versiones gigantes de lobos—, junto a ailúridos —parientes de los pandas rojos—, mustélidos, y felinos de pequeños.