El 24 de noviembre de 2016, tras cuatro años de diálogos entre el Gobierno del entonces presidente de Colombia, Juan Manuel Santos, y las extintas Farc-EP, se firmaba el Acuerdo Final de Paz, para poner fin a más de cinco décadas de conflicto interno y construir una paz estable y duradera en el país latinoamericano. Este hito marcó el inicio de una nueva etapa de vida civil para más de 13.000 personas desmovilizadas que decidieron silenciar sus armas.
Este histórico documento recoge en uno de sus seis puntos la reincorporación económica, social y política de los y las excombatientes de las Farc–EP, así como la posibilidad de hacerlo con todas las garantías de seguridad. Actualmente, el 77% de las personas reincorporadas a la vida civil que están acreditadas participan en proyectos productivos individuales y colectivos, acorde a datos recientes de la Misión de Verificación de Naciones Unidas en Colombia.
La guerra dejó un balance de 9 millones de víctimas, de las cuales unas 500.000 fueron asesinadas y 100.000 desaparecidas forzosamente. Además, se estima que más de un millón de personas han tenido que salir del país de manera involuntaria en busca de protección, según la Comisión de la Verdad. Aunque las cifras no alentadoras, pues más 390 excombatientes han sido asesinados desde la firma del Acuerdo, hay quienes siguen apostando y resistiendo por la paz.
Cuidar la 'Casa Grande'
La juventud colombiana ha sido una de las grandes impulsoras de importantes transformaciones sociales en los últimos años. Desde los movimientos populares de base han mostrado su desencanto con la agenda política del país, además de su gran preocupación por las afectaciones del conflicto armado, la desigualdad, las dificultades en el acceso a la educación y la salud, la falta de oportunidades laborales o la degradación medioambiental.
"Allá por 2016, cuando estaba estudiando Ciencias Políticas en la Universidad Nacional de Colombia, me empecé a preguntar por los impactos sociales y políticos que tiene la industria de la moda. Es ahí cuando me doy cuenta de todas estas situaciones de explotación laboral y de las graves consecuencias que tiene el fast fashion, que son ya bien conocidas", cuenta Ángela Herrero, fundadora de la marca Manifiesta.
Es en este momento cuando la joven, que tenía 22 años, decide impulsar un proyecto de moda sostenible y hecha cien por cien en su país de origen. "Entonces era una idea chiquita, pensaba en vender algunas prendas muy sencillas, pues creía que seguramente también habría otras mujeres como yo con ganas de cambiar su modelo de consumo. Es así como nace Manifiesta", continúa.
Muestra de esto es su reciente colección Mar de Montañas, inspirada en la fauna, flora e imponente naturaleza del departamento del Caquetá, ubicado en la región de la Amazonia, al sur del país. Se estima que un 75% de los bosques de la zona han sido destruidos en los últimos años a causa de, entre otros factores, la tala ilegal, la ganadería y la expansión de tierras agrícolas. Ante esto, Manifiesta se alía con las Naciones Unidas para generar una experiencia de restauración ecológica con las comunidades.
"Un porcentaje de las ventas de esta colección irá destinada a temas de reforestación de la cuenca del río Pato, pero esto va más allá de la reforestación habitual que hacen las empresas como, por ejemplo, la siembra de árboles. Nuestra idea es hacerlo mano a mano con las comunidades, para que existan garantías de conservación a largo plazo. Se trata de que sea ella la que se apropie de la causa y del cuidado", cuenta Herrero.
Existir como un acto político
La idea de marca, que comienza su andadura antes del Acuerdo de Paz, tenía un claro objetivo: la moda debía servir como elemento para lanzar mensajes políticos. "Se trata de 'manifestar' una postura entre las prendas y las historias que hay detrás de cada una de ellas. Queríamos alejarnos de esa idea de que la moda es superficial, que reproduce estereotipos de género o relaciones productivas, y reivindicar que podía ser diferente", explica.
Y es que para quienes componen Manifiesta, no existe el miedo a mostrar una clara postura, por ejemplo, a favor de causas como la legalización del aborto. El 21 de febrero de 2022, la Corte Constitucional de Colombia falló a favor de la despenalización de la interrupción del embarazo hasta la semana 24. "Nos empoderamos y generamos espacios de participación y decisión para mujeres como nosotras", añade.
Hacer la moda y no la guerra
Uno de los momentos que marcaron un antes y un después para la marca fue cuando comenzaron a trabajar con población excombatiente. Conscientes de las dificultades del mercado laboral en Colombia, más si cabe con el estigma que existe hacia este colectivo, decidieron contribuir a la reconstrucción del tejido social en el país. "Nosotras entendimos que eso no era una responsabilidad únicamente del Estado y que la sociedad civil podía cumplir un papel importante", apunta.
Con el cometido de aportar a la transición histórica que se estaba produciendo, desde 2018 Manifiesta establece alianzas solidarias con cooperativas que surgen tras el Acuerdo de Paz. "Ha sido muy chévere [buena] esa construcción de confianza entre, digamos, estos dos grupos de actores que no se conocían, pero que desde la ciudad y el campo estaban queriendo lo mismo, que era trabajar por un país diferente. Ambos creemos que Colombia puede ser mejor", cuenta.
Con su idea de apostar por la paz y el cambio sin condiciones, y con una creencia inquebrantable en las segundas oportunidades, además de trabajar con población excombatiente, también lo hacen con víctimas de la violencia del conflicto armado y los familiares de soldados que perdieron la vida durante la guerra. "Nos dimos cuenta de que a medida que íbamos creciendo podíamos seguir impactando en más personas en situación de vulnerabilidad", explica.
Prueba de ello es la historia de Nicolás Galvis, el hermano de un soldado muerto en un combate contra las Farc-EP con solo 18 años, mientras prestaba el servicio militar obligatorio. "Cuando se involucra en el proyecto; en un principio, lo hizo con mucha prevención, tristeza y rabia. Sin embargo, con el paso del tiempo y a media que ha ido impartiendo talleres a personas excombatientes sobre confección o patronaje, su perspectiva ha cambiado y ha hecho un trabajo de perdón real", señala.
Ellas lideran
Otro de los distintivos del proyecto es su firme convicción en que las mujeres jóvenes tienen mucha tela por cortar. "Entre nuestros intereses está promover los liderazgos femeninos. Por eso, todo nuestro equipo está conformado por mujeres, la mayoría estudiantes de ciencias sociales interesadas en la moda. Queremos ser un espacio donde puedan desarrollar los diferentes intereses que tengan, así como pudimos sus creadoras", dice.
En estos siete años de existencia, la proyección de la marca ha superado cualquier expectativa inicial. Su compromiso las mantiene en la búsqueda de nuevos espacios de comercialización, pero también de aquellos en donde puedan continuar difundiendo mensajes de reconciliación. Pese a que Colombia es un país polarizado, el proyecto ha recibido una gran acogida que va en aumento. Y ellas lo tienen claro: "La moda en Colombia está construyendo paz y reconciliación".
En un principio existía un solo taller en Icononzo (Tolima), pero ahora también trabajan en Guaviare y Caquetá, otras de las zonas más afectadas por el conflicto. "Son espacios donde el sector privado duda en si llegar, por razones que son totalmente válidas como la seguridad, pero ahí estamos nosotras. Esperamos seguir creciendo y generando empleos e ingresos en otras áreas para acortar esas distancias entre el campo y la ciudad a través de la ropa", detalla Herrero.
El futuro es ahora
En Manifiesta no quieren dejar de soñar. Entre sus mayores ilusiones está poder convertirse en una empresa referente a nivel mundial en prácticas de construcción de paz y de un modelo de negocio basado en lo social, mucho más allá del lucro. "Creo que podemos ser una experiencia replicable en otros países en fase de posguerra o incluso en guerra. Y, bajo esa lógica, ojalá podamos empezar a vender fuera de Colombia", explica.
El equipo es bien conocedor del reciente interés en países de Europa o Estados Unidos por consumir con impacto social y respetando el medio ambiente. "Creemos que ahí hay un espacio para Manifiesta. Queremos contarle al mundo lo que es Colombia, más allá de los prejuicios que hay sobre el país, además de seguir aumentando el número de personas que forma parte del equipo y que están cambiando su vida gracias a la moda con sentido social", cuenta.
Otro de los focos se centra en desdibujar los imaginarios de la sociedad del país. ''Las pequeñas acciones se pueden ir transformando esas desconfianzas. Si te regalan un pañuelo donde dice 'hasta que la paz se vuelva tendencia', y te cuentan que lo hicieron personas que antes estaban empuñando un arma y ahora tienen su propia empresa, piensas: 'Ah, es mentira que se volvieron a rearmar'. Se trata de desmotar esos discursos de odio,que los medios de comunicación reproducen'', concluye.