La legislación sobre el aborto ha sufrido varios varapalos a lo largo del año 2022. El más importante en Estados Unidos, la principal democracia del mundo. En una decisión histórica en junio, la Corte Suprema decidió anular el caso Roe contra Wade, que hasta entonces consideraba el aborto como un derecho constitucional federal.
La decisión tuvo consecuencias importantes en la salud sexual y reproductiva de las mujeres estadounidenses: 13 estados han prohibido la mayoría de los casos de aborto; en 5 estados se han establecido límites; y en 8 se ha bloqueado por el momento la prohibición. Si se diera luz verde en estos últimos, el aborto restrictivo estaría en vigor en más de la mitad de los estados del país.
Con este cambio, señala Lola Liceras, coordinadora del grupo Mujer de Amnistía Internacional, se está limitando el acceso a los derechos de las mujeres. “Es una lotería”, asegura. “Dependiendo del estado en el que vivas, podrás tener garantizado el acceso o no. Y dependiendo de tu capacidad económica, podrás desplazarte a otro estado donde está permitido abortar o no”.
Aun así, incluso con la pérdida de Estados Unidos, para la experta, los avances superan a los retrocesos en el mundo. “Si echamos la vista atrás en los últimos 25 años, más de 50 países han mejorado sus legislaciones para permitir de alguna forma u otra el acceso al aborto con garantías”, recuerda.
Algunos de los casos más llamativos se encuentran en América Latina. Chile o México han sido dos de los países que han mejorado sus legislaciones frente a las interrupciones voluntarias del embarazo durante los últimos años en la región. Liceras también señala notables avances en continente como en asiático o el africano.
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¿Es un derecho humano?
Partiendo de la base de que todos los derechos humanos son interdependientes, para Liceras no hay duda: el aborto es un derecho humano. Ya en 1995, en la IV Conferencia Mundial sobre la Mujer celebrada en Beijing (China), se ratificó que los derechos de las mujeres son derechos humanos, por ejemplo, explica, "al reconocer este estatuto a los derechos sexuales y reproductivos, o al considerar la violación que sufren muchas mujeres en los conflictos armados como crimen de guerra".
En el caso del acceso al aborto legal y seguro, esta se enmarca en el ámbito de los derechos sexuales y reproductivos. Y esto, para la experta, incluye el “derecho a la autonomía personal de las mujeres para decidir sobre si tener hijos o no, el acceso a métodos anticonceptivos y a los servicios de salud integral”.
Por tanto, cuenta, la restricción del acceso a un aborto legal y seguro solo hace que las interrupciones se hagan de una forma que pone en riesgo la salud e incluso la vida de las mujeres. Según los datos de la Organización Mundial de la Salud (OMC), cada año tienen lugar 25 millones de abortos inseguros.
Asimismo, añade, regularizar el aborto no significa que vaya a aumentar estadísticamente el número de interrumpciones del embarazo. Según los datos del Instituto Guttmacher de EEUU, la tasa de abortos es de 37 por cada 1.000 mujeres en los países que prohíben el aborto totalmente o lo permiten sólo en caso de riesgo para la vida de la mujer. En los países donde el aborto es legal, la tasa es de 34 por 1.000 personas.
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¿Qué tipos de leyes existen?
Por lo general, las leyes sobre el aborto son muy diferentes a lo largo y ancho del mundo. En algunos casos, la decisión es completamente libre y es la mujer la que determina la interrupción.
En otros, se restringen los aborto en base a ciertos supuestos como la salud o el peligro de la vida de la madre. En estos casos, el número y el tipo de supuestos varía enormemente de un país a otro.
Finalmente, hay un grupo de países que prohíben todos los supuestos en los cuales se permite el aborto. Esto es, no es posible interrumpir un embarazo en estas naciones, al menos de una forma segura.
El peligro de un efecto dominó
El caso estadounidense no ha sido el único en el ámbito occidental. En Polonia, apenas hace dos años, el Tribunal Constitucional eliminó uno de los pocos casos que contempla la ley: la malformación fetal. Junto con Malta y Andorra —donde están prohibidos el aborto en todas las circunstancias, incluido la violación—, tiene una de las legislaciones más restrictivas de toda Europa y sólo contempla los casos de violación, o si la salud o vida de la madre corre peligro.
Este mismo año, una activista polaca por los derechos humanos fue juzgada por dar píldoras abortivas de forma ilegal a una mujer que buscaba interrumpir su embarazo. Se podría enfrentar hasta a tres años de cárcel por este simple gesto.
Ante esta situación, existe el riesgo de un efecto dominó e involución en países donde se había legalizado el aborto tras años de lucha. De hecho, varios países europeos tienen planes para retirarse del Convenio de Estambul —el instrumento jurídico más importante a nivel mundial para prevenir y luchar contra todas las formas de discriminación y violencia contra las mujeres—.
La propia anfitriona, Turquía, anunció que retira su adhesión. Hungría ya ha decidido no ratificar el tratado. Polonia también tiene un plan para retirarse del Convenio. Bulgaria, Eslovaquia y la República Checa también han rechazado la ratificación del documento.
Así, ante esta época de oscuridad, para Liceras, es importante recordar y reivindicar que el aborto es un derecho que “se enmarca en un conjunto de derechos y de no discriminación hacia las mujeres”. Asimismo, recuerda, “es una gran contradicción que gobiernos como el de Polonia o el de Paraguay, que establecen una política muy restrictiva de aborto, prohíban al mismo tiempo la educación afectivo-sexual en las escuelas”.