Es fundamental que dentro de una empresa exista una buena comunicación interna y externa. Esta evitará que aparezcan problemas que afecten a la productividad y la competitividad de los propios empleados.
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Es por ello por lo que la comunicación es un recurso clave que debe saber utilizar cualquier líder dentro de la compañía.
Sin embargo, el liderazgo de uno puede verse perjudicados por sufrirse determinados síndromes que afectan a su manera de comunicarse con el equipo. Estos son el resultado de la personalidad, habilidades y experiencia de quien ejerce el liderazgo. Uno de ellos es el síndrome de Napoleón.
Síndrome de Napoleón
De acuerdo con la OBS Businness School, este síndrome es típico de los líderes descuidados y de bajo nivel, que tienen un claro problema de autoestima.
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Estas personas se caracterizan por usar en sus prácticas comunicativas las amenazas, las humillaciones en público e incluso la ofensa verbal o física.
Quienes padecen el síndrome de Napoleón buscan ejercer el poder generando miedo al equipo para imponer su punto de vista y no aceptan que haya alguien con mejores opiniones o ideas. ¿Por qué? Por miedo a perder poder o verse débiles.
Este síndrome recibe el nombre de Napoleón por una leyenda que decía que el líder francés compensaba su baja estatura con la búsqueda del poder, la guerra y la conquista. En el ámbito empresarial, habría que sustituir la baja estatura por una falta de autoestima que sería la que provocaría un liderazgo autoritario.
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Las consecuencias
La consecuencia principal de este tipo de liderazgo es la rotura de la confianza y de los puentes de comunicación honesta entre el jefe y el equipo. La falta o mala comunicación entre el líder y su equipo tiene efectos muy negativos para la consecución de los objetivos. Entre ellos se encuentran:
- Mal ambiente laboral. Tener un jefe con el síndrome de Napoleón puede provocar ambientes tóxicos en los que predominen la falta de comunicación, las relaciones de desconfianza y altas cargas de trabajo. De acuerdo con el blog de Evo Payments, un equipo mal liderado puede provocar estrés, cansancio y frustración.
- Faltas de respeto. El respeto nace en el seno de las relaciones y estas se basan en la comunicación. Esta, de acuerdo con El líder experiencial, ofrece a los equipos la oportunidad de compartir ideas y perspectivas diferentes, fomentando el entendimiento y la confianza. Una relación autoritaria acaba con el respeto y sin este es difícil que un equipo pueda ser eficiente.
- Bajo rendimiento. Muchas veces, un líder autoritario, que abusa de su poder y no reconoce el esfuerzo de las personas, puede generar desmotivación y, en consecuencia, un menor rendimiento, según Evo Payments.
- Mala gestión del conflicto. De acuerdo con El líder experiencial, los conflictos crecen con la mala comunicación. Si las personas tienden a ocultarlos y no gestionarlos adecuadamente cuando estos suceden, pueden crecer llevándose la confianza, el clima y la cohesión de los integrantes.