“Los bioestimulantes son un insumo clave para una agricultura más sostenible, productiva y rentable”, señaló en enero Luis Planas, ministro de Agricultura, Pesca, Alimentación y Medio Ambiente de España, en una visita a la planta tecnológica de experimentación de microalgas de Algaenergy. Y es que este tipo de productos están siendo una auténtica revolución dentro de la agricultura.
La importancia de crear nuevas soluciones no sólo se encuentra en mejorar el rendimiento de los cultivos, sino también en crear mejores condiciones para luchar contra el cambio climático. Según un mapa publicado por la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), los primeros 30 centímetros del suelo de nuestro planeta contienen prácticamente el doble de carbono que el que existe en toda la atmósfera.
De hecho, los suelos son el segundo sumidero de carbono natural más importante de la Tierra después de los océanos. Por ello, es sumamente importante tener los suelos saludables, no solo para la producción de alimentos, sino también para evitar las consecuencias más drásticas del calentamiento global.
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Precisamente, en la lucha contra el cambio climático, los bioestimulantes se han erigido como una herramienta más para frenar los efectos más devastadores y, sobre todo, para ayudar a alimentar a un mundo que pronto se adentrará en los 10.000 millones de seres humanos, una cifra que probablemente alcancemos a finales de este siglo.
Qué son los bioestimulantes
Estos insumos son básicamente productos que estimulan a las plantas para que puedan aprovechar mejor los nutrientes y, así, “mejorar algunas características de la planta o de su rizosfera”, indica Camino García, directora general de la Asociación Española de Fabricantes de Agronutrientes (AEFA).
Según recoge la directiva europea 2009/1009, los bioestimulantes tienen cuatro funciones básicas: mejorar la eficiencia en el uso de nutrientes de los vegetales, mejorar su tolerancia al estrés abiótico, mejorar sus propiedades de calidad o incrementar la disponibilidad de nutrientes inmovilizados en el suelo o la rizosfera.
Los bioestimulantes son, por tanto, todo un grupo de sustancias, mezclas y microorganismos que estimulan los procesos naturales de nutrición. Entre ellas se encuentran ácidos húmicos y fúlvicos, proteínas hidrolizadas o extractos de algas y plantas. También se encuentran en este grupo de productos algunos microbios beneficiosos, que se basan en la actividad de hongos y/o bacterias vivas.
Cómo combaten el cambio climático
“Los bioestimulantes son una muy buena herramienta para combatir el cambio climático”, explica García. Y añade: “Son una opción estupenda porque ayudan a la planta a estimular sus procesos naturales y con ello reducen su energía y se defiende mejor ante condiciones climáticas adversas”.
En un caso más concreto, como es el de la sequía que sufrimos actualmente en España, un bioestimulante en concreto —los aminoácidos— pueden ser de gran ayuda para que la planta sea más resiliente frente al estrés hídrico. “Si se aplican aminoácidos, la planta estará más vigorosa para defenderse ante el estrés que le puede suponer esa falta de agua. Aumenta la resistencia de las plantas en condiciones de falta de riego”, afirma García.
Asimismo, los bioestimulantes pueden ser un factor clave para la reducción de la contaminación de los suelos y el agua. Como explica la directora de AEFA, los bioestimulantes no son sustitutivos de los fertilizantes tradicionales, pero ayudan a reducir el uso de estos, ya que mejoran la eficiencia en el uso de nutrientes y permite que la planta acceda mejor a los nutrientes aplicados al suelo.
Además, añade García, se trata de productos que suelen estar relacionados con la economía circular. “Muchos son subproductos que se aprovechan de residuos de otras industrias como la alimentaria”, incide.
Un producto novedoso
Los bioestimulantes se venían utilizando desde hace tiempo. Para el agricultor, por ejemplo, era normal utilizar productos como extractos de algas y se sabía que era algo bueno. Pero no se había demostrado los grandes beneficios que pueden llegar a tener los bioestimulantes. La razón, simple y llanamente que existían unos estándares o normas que regulasen cómo debían comercializarse estos productos y si realmente eran eficaces.
Sin embargo, en los últimos años, con los estudios más recientes, estos insumos están viviendo un auténtico boom. Según AEFA, en los últimos años, el mercado de los bioestimulantes está creciendo a más de un 10% de mercado anual.
Y es que como señala García, “para seguir produciendo a los rendimientos que se necesitan y con la demanda que hay actualmente, es necesario que se potencie y se introduzcan como un insumo más en la agricultura habitual". Sobre todo, si queremos "lograr un equilibrio ecológico y del medioambiente”, concluye.