Siete. Ese es el número de tallas que utiliza un niño desde que viene al mundo hasta que cumple los dos años. Este problema es que se encontró el ingeniero aeronáutico Ryan Mario Yasin cuando terminó su máster en el Royal College of Art de Londres. "Quería entrar en el mundo de la moda, pero pronto me desanimé por los medios insostenibles por los que opera", contó a The James Dyson Award, galardón que recibió en la edición del Reino Unido de 2017.
De media, en el Reino Unido, los padres gastan más de 2.000 libras esterlinas en ropa antes de que su hijo cumpla un año. Y el coste de este consumo no es sólo económico, sino que también en el medioambiente. El proceso de producción, desde la agricultura hasta la comercialización, ejerce presión sobre el medioambiente en forma de desechos –muchas veces no reciclable—, consumo de agua y emisiones de carbono.
En ese momento, cuando terminó el máster, la hermana de Yasin iba a tener un nuevo hijo. Como otras tantas personas, decidió regalar ropa a su nuevo sobrino. El problema es que cuando las prendas llegaron, ya eran demasiado pequeñas. Esto le sirvió como señal. Tenía que inventar algo que pusiera freno a este sinsentido.
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"El ingeniero que hay en mí se dio cuenta de que si simplificaba el gran problema que estaba tratando de abordar, tendría la oportunidad de marcar una diferencia en el consumo de moda. Fue entonces cuando me concentré en un grupo de usuarios de nicho, los niños, y el concepto de talla única comenzó a surgir", explicó.
Una prenda flexible
Inspirándose en la tecnología que se utiliza en el espacio exterior, Yasin acabó creando una prenda que crecería con su sobrino Viggo, es decir, ropa dinámica en vez de estática. Para ello, se valió de la relación de Poisson negativa, un comportamiento característico de los materiales o estructuras, explican un artículo de investigación publicado en Scielo, "que se expanden en todas las direcciones cuando la carga mecánica es de tracción y se comprimen en todas las direcciones cuando la carga es de compresión".
Los satélites, que son enormes estructuras que deben hacerse lo más pequeñas posibles para poder llevarlos al espacio, fueron el espejo de Yasin. El material se guarda y luego se despliega utilizando técnicas de origami una vez están en la órbita alrededor de la Tierra.
Al final, acabó naciendo Petit Pli, una marca que ha ganado numerosos premios en los últimos años. Las prendas de Yasin tienen pliegues que se expanden o se contraen en función de cómo se mueva el niño. "El primer prototipo fue un par de pantalones que había cosido y cocinado en el horno de mi casa. Le quedaba bien a mi sobrino recién nacido y a mi sobrina de dos años", indicó.
Básicamente, venden una única prenda que puede ser utilizado para las siete tallas, aunque tienen dos tipos de tallas: Minihuman (0-9 meses) y Littlehuman (9-48 meses). Además de ser prendas resistentes a la lluvia y al viento, con esta tecnología, Yasin busca reducir el número de prendas que se compran en el mundo.
Extender la vida útil de las prendas nueve meses puede reducir hasta en un 30% la huella de carbono y el uso de agua. "Ofrece una solución rentable a los padres al tiempo que reduce su impacto en el medioambiente", señalan de la marca.
En 2020, con la pandemia, Petit Pli diseñó su primer artículo para adultos: una mascarilla. Hecha de botellas de plástico recicladas, el objetivo era reducir las toneladas de mascarillas desechables que llegaban cada día a los vertederos. El invento acabó ganando el premio al mejor invento de 2020 de la revista Time.