Las luces de la localidad pacense de Valverde de Burguillos, de apenas 280 habitantes, se apagaron durante las noches del 18 y 19 de junio del pasado año. El corte controlado del alumbrado público dio paso a todo un espectáculo estelar. "La Vía Láctea apareció de repente", comenta Miquel Serra, astrónomo del Instituto de Astrofísica de Canarias. "Está lleno de estrellas", se escuchaba entre los asistentes.
Aquel episodio formaba parte del primer experimento de contaminación lumínica desarrollado con motivo del solsticio de verano y en el marco de la estrategia regional de Extremadura, Buenas Noches, que busca proteger el medioambiente y poner en valor un turismo sostenible.
Entre Valverde de Burguillos y el área natural de Cornalvo, se han instalado hasta 40 fotómetros que permitirán crear mapas de luminosidad nocturna con resolución temporal y espacial.
Como cuenta Serra, el apagón controlado de Valverde fue uno de los mayores espectáculos nocturnos que recuerda, comparable con la primera vez que pudo ver el núcleo galáctico desde Zimbabue.
"Nuestro equipo se situó en una de las calles de la entrada del pueblo, y a la hora programada, se apagaron todas las luces y apareció súbitamente el Universo", describe el astrónomo. Una experiencia aún más especial, asegura, porque "estamos acostumbrados a ver cielos oscuros".
Tanto para él como para su equipo, fue "una noche de ciencia". Los 15 fotómetros nocturnos instalados, una cámara all-sky –que permite grabar o fotografiar todo el cielo de forma continuada– y detectores de aerosoles atmosféricos estuvieron tomando datos cada cinco minutos de forma ininterrumpida. "Gracias a este tipo de experimentos avanzamos en el conocimiento de cómo se propaga la contaminación lumínica en la atmósfera terrestre", apunta el experto.
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Este espectáculo de estrellas se extiende a otras zonas de Extremadura como parte del proyecto que se está impulsando en la región. Lugares donde poder observar, en una percha de horas establecidas, cielos que son auténticas ventanas al universo. Vistas reservadas, generalmente, a investigadores, científicos o unos pocos aficionados al astroturismo.
Sobre todo desde que, a pesar de las medidas, la contaminación lumínica sigue aumentando. Es lo que reveló un estudio publicado por Science esta semana, que apuntaba cómo el brillo del cielo se estaba disparando, pero no por las estrellas, sino por esa especie de crepúsculo artificial que creamos con el alumbrado.
El trabajo concluye que se ha producido en los últimos años un aumento anual del brillo del cielo del 9,6% por año, un aumento más rápido de lo que indican los satélites. Los autores señalan que, bajo tal cambio, un niño nacido hace 18 años en un área donde eran visibles 250 estrellas, ahora vería probablemente menos de 100 estrellas en el mismo lugar. Y es que, como revela la investigación, amplias zonas habitadas de nuestro planeta nunca se oscurecen por completo.
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Por este motivo, con la estrategia de Extremadura, Buenas Noches, cualquier aficionado a las estrellas puede acercarse a algunos de los puntos seleccionados para vislumbrar un espectáculo estelar poco presente en nuestra vida cotidiana.
Extremadura, además, cuenta con un clima favorable que permite la observación de las estrellas durante un número de horas de observación útil al año, así como una vasta superficie natural desde donde poder disfrutar de esta experiencia.