Estamos acostumbrados a ver pegatinas que informan de determinada certificación en todos los productos cárnicos y de origen animal. Una de ellas es la de bienestar animal, y atiende directamente a una directiva europea que garantiza que la procedencia de ese producto ha cumplido con una serie de estándares que evitan el maltrato.
En concreto, el artículo 13 del Tratado de Funcionamiento de la Unión Europea (TFUE) deja claro que "los Estados miembros tendrán plenamente en cuenta las exigencias en materia de bienestar de los animales como seres sensibles, respetando al mismo tiempo las disposiciones legales o administrativas y las costumbres de los Estados miembros relativas, en particular, a ritos religiosos, tradiciones culturales y patrimonio regional".
En resumen, y tal y como fija la Organización Mundial de Sanidad Animal (OIE), un animal obtiene el certificado de bienestar cuando durante su vida “está sano, cómodo, bien alimentado, seguro y no padece sensaciones desagradables como dolor, miedo o desasosiego”.
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Nuevos hábitos de consumo
La manera en la que compramos ha cambiado en los últimos años, evolucionando y centando el foco en aspectos que van más allá de cuestiones como el precio, y fijándonos en cosas como la procedencia del producto o la manera y las condiciones en las que se ha producido.
Una de las funciones de los sellos y certificaciones de bienestar es precisamente esa, la de aclararle al consumidor las dudas sobre cuestiones como la alimentación de los animales o las instalaciones en las que han vivido.
Tal y como refleja el informe Otro consumo para un futuro mejor, elaborado por la Organización de Consumidores y Usuarios (OCU), en torno al 70% de los entrevistados se decantan por comprar productos movidos por criterios de sostenibilidad, y eso a pesar de que todavía existen muchas barreras en cuando al conocimiento y la información de este tipo de productos.
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El documento también afirma que la mitad de los consumidores tienen interés en movimientos sostenibles como la economía social o solidaria, y alguna vez se han interesado o practican acciones de economía circular.
Por todo esto, el sector de la alimentación cuenta con un gran número de consumidores comprometidos, con un 70% de los encuestados reconociendo que toma decisiones en sus compras pensando en el bienestar animal, su propia salud y el medioambiente.
¿Cuáles son los estándares?
En el caso de la industria cárnica, los estándares bajo los que se produce carne con certificados de bienestar animal son los siguientes:
- Dieta: Los animales se están alimentando de forma correcta, sin pasar sed ni hambre, con una dieta variada y la cantidad de comida suficiente.
- Trato: Son tratados con respeto y cariño, sin violencia ni conductas negativas que impliquen agresividad. En este apartado también se mira que se relacionen bien con el resto de sus congéneres.
- Sanidad: La salud de los animales es fundamental, por eso deben realizarse exámenes veterinarios periódicos y quedar patente que ningún ejemplar padece enfermedades o heridas.
- Hábitat: Los animales deben contar con un espacio cómodo, donde pudan moverse con libertad, sin elementos que coarten sus movimientos, y en lugares donde no haya elementos que alteren su descanso.
¿Cómo lo aplica España?
Como miembro de la Unión Europea, España está obligada a aplicar y cumplir con los estándares de bienestar animal. Aun así, es una competencia transferida a las comunidades autónomas. Tal y como informa el Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación, sobre este respecto existe legislación dessde 1974, cuando se aprobó la directiva relativa al aturdimiento de los animales antes de su sacrificio.
Casi 50 años después, la ley va mucho más allá de los sacrificios, y el bienestar animal ha llegado a otros ámbitos de la producción como la estancia en explotaciones ganaderas, su transporte o la experimentación.