Entre Elche y Santa Pola se esconden 366,31 hectáreas que, a fecha de hoy, pueden considerarse todo un paraíso de biodiversidad para la flora y fauna de nuestro país. El Clot de Galvany da cobijo a más de 1.100 especies animales y vegetales que conviven a lo largo del año en este pedazo de tierra ‘salvaje’ alicantino considerado Paraje Natural Municipal desde 2005.
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Pero, como explica Zoraida Alonso, técnica ambiental del Clot, se trata de “una pequeña joya en medio de la presión urbana”. Algo que se aprecia a simple vista. Ni siquiera hacen falta prismáticos para, desde cualquiera de los humedales en los que descansan las aves migratorias y chapotean los zampullines locales, observar cómo el cemento y hormigón de los complejos turísticos y urbanísticos de Elche y Santa Pola rodean a este remanso de paz.
Hogar –temporal en la mayoría de ocasiones– de martines pescadores, cercetas pardillas en proceso de recuperación –en situación crítica en nuestro país–, fartets autóctonos, garzas, flamencos, liebres o jabalíes, este paraje alicantino estuvo a punto de desaparecer allá por los años 70 del siglo pasado.
Por aquella época, su futuro se preveía complicado, pues un proyecto urbanístico pretendía construir en el paraje edificios de hasta 18 plantas. Por suerte, y gracias a la lucha incesante de ecologistas y naturalistas, los planes de desecación del humedal se frenaron antes de que fuese totalmente irrecuperable.
Aguas regeneradas para el Clot
Desde finales de los 70 y durante toda la década de los 80, el futuro del Clot pendió de un hilo. Al menos, así fue hasta que el Ayuntamiento de Elche adquirió el humedal y en 1996 dieron comienzo los trabajos de recuperación. En 1998 se puso en marcha el Servicio de Control y Educación Ambiental (SCEA) del paraje y con él se dio el primer paso que culminó con la declaración del primer Paraje Natural Municipal de Elche más de un lustro después.
En 2013, el marjal costero que es el Clot de Galvany sufrió toda una revolución: a su gestión se sumó Aigües d’Elx, dándole un empujón a la inversión en este paraje natural. Esto, explican desde la empresa mixta de gestión de aguas, fue “un salto cualitativo muy importante”.
De este modo, el Clot fue capaz de recuperarse a una velocidad mayor. Especialmente por una de las principales actuaciones de Aigües d’Elx que consistió en mejorar todo el sistema de bombeo y conducción del agua regenerada procedente de la depuradora de Arenales del Sol hasta las charcas artificiales y naturales del paraje natural. Desde ese momento y hasta ahora, haya sequía o no, se mantiene a lo largo del año una lámina de agua permanente, lo que precipita el equilibrio ecológico del entorno.
Desde Aigües d’Elx explica que en el proceso de recuperación del humedal, las aguas regeneradas han sido clave, pues “ha favorecido la recuperación de las charcas gracias el aporte regular de agua”. Esta iniciativa ha permitido no sólo que sobrevivan las especies endémicas, sino que ha fagocitado la proliferación de otras nuevas.
“Las aves han seguido encontrando en el Clot de Galvany un lugar para el asentamiento y la reproducción”, explican desde la empresa mixta. Y añaden: “De hecho, como se ha podido demostrar, se trata de un gran enclave para la recuperación de especies, como la cerceta pardilla, una de las aves más amenazadas de España y de Europa occidental”.
Recuperar ecosistemas…
Más de una década de trabajo de naturalistas, técnicos ambientales y expertos en la gestión y recuperación del agua ha conseguido que los datos de biodiversidad del Clot sean, cuando menos, alentadores. En un paraje en el que, como explica Alonso, la escala trófica se respeta y reproduce al milímetro –es decir, matiza, “no se usan insecticidas ni químico alguno”–, se ha conseguido triplicar la fauna en menos de una década.
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Tras analizar los datos de biodiversidad, Aigües d’Elx asegura que desde 2013 se ha aumentado en 28 especies la diversidad de aves –el grupo faunístico más estudiado y del que se disponen más datos–. En cuanto al resto de fauna, se han añadido a los listados 2 especies nuevas de reptiles, 5 de mamíferos y 49 del resto de grupos, que incluyen a los invertebrados. Respecto a la flora, se han identificado unas 45 especies más desde el mismo año.
“Este aumento puede ser debido a las mejoras en conservación que se han llevado a cabo en el paraje, incluyendo aportes de agua, tareas de rehabilitación de charcas, limpiezas, canalizaciones, creaciones de poblaciones de refuerzo para especies protegidas…”, explican desde Aigües d’Elx.
Y aseguran que “se calcula que el número de especies de aves que se pueden observar en toda España está en torno a 600 y sólo en la pequeña extensión que tiene el Clot ya se pueden observar casi la mitad de estas especies”.
… con educación ambiental
Para el adecuado funcionamiento del Clot de Galvany es fundamental el trabajo del equipo del SCEA, que combina la protección y seguimiento de la fauna y flora con la difusión e información a los visitantes. Además, a través de la educación ambiental para niños y adultos, busca impulsar la corresponsabilidad ciudadana en la protección del paraje.
Ejemplo de ello son las campañas de revegetación que se realizan anualmente en el mes de noviembre y que se han convertido en un evento ineludible en la agenda ambiental de Elche. Desde 2013, son ya más de 3.500 las personas –entre particulares, asociaciones, colegios y empresas– que han participado en las actividades de revegetación del Clot.
Así, se han conseguido plantar 5.300 plantones entre coscojas, sabinas, romeros, palmitos, acebuches, lentiscos, lirios de mar, cambroneras, efedras, etc. Todas ellas especies autóctonas mediterráneas que se aclimatan al particular ecosistema de la zona, seco y caluroso.
Según los informes del Servicio de Control y Educación Ambiental del Clot de Galvany, el índice de supervivencia ronda el 50%. Se trataría, aclaran desde Aigües d’Elx, “un porcentaje muy elevado para revegetaciones en entornos mediterráneos”.
Gracias a las revegetaciones se ha conseguido recuperar una cubierta vegetal con plantas autóctonas que favorece la biodiversidad del entorno. A estas labores también se le añaden las campañas conjuntas con la Brigada de Biodiversidad –dependiente de la Consejería de Medio Ambiente–, que han consistido en la introducción de ejemplares de la planta silvestre Senecio auricula, 280 plantas de Limonium lobatum en las dunas de la playa del Carabassí o la introducción y la recuperación del nenúfar blanco europeo en una de las charcas artificiales del paraje. Todas ellas, especies amenazadas o en peligro de extinción.
Gracias a la gestión ambiental del Clot de Galvany, desarrollada desde 1996 por el Ayuntamiento de Elche y, desde 2013, la colaboración de Aigües d’Elx, resulta cada vez más frecuente que el paraje sea elegido para la introducción de especies en peligro de extinción.
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En la primavera del 2020 y también en el 2021 se ha realizado un proceso de refuerzo de la población de cerceta pardilla, en colaboración con el Servicio de Vida Silvestre de la Generalitat Valenciana, dentro de su programa de refuerzo de los efectivos de esta especie en comunidad autónoma. Esta acción se suma a la realizada con otras especies como el pez fartet o la suelta de crías de tortugas bobas en la playa de Carabassí.
El patrimonio del Clot
Más allá del valor biológico de este paraje, también hay espacio en él para los amantes de la historia. Entre su vegetación encontramos con ruinas de una casa romana, balsas de riego y terrazas de cultivo.
Además, también podemos ver casamatas, búnkeres y explanaciones del terreno que formaban parte de la línea de defensa de la ciudad de Alicante durante la Guerra Civil.