Cuando pensamos en países como Fiji o Tonga, solemos imaginar islas paradisíacas, cocos, palmeras, arena fina y aguas cristalinas. Lugares donde la vida se vive a otro ritmo. Sin embargo, la región del Pacífico Sur —compuesta por las tres agrupaciones etnogeográficas de Melanesia, Micronesia y Polinesia— se ha convertido en un tablero geopolítico donde existe una creciente competición entre las potencias mundiales.
Sin ir más lejos, el ministro de Asuntos Exteriores chino, Wang Yi, finalizó el pasado 4 de junio una maratoniana gira de 10 días en el que ha visitado 8 países de la región. El objetivo inicial era conseguir un acuerdo integral —desde la seguridad hasta la pesca— con los 10 países de la zona, aunque no tuvo el éxito que esperaba.
No obstante, “esta gira evidencia que China es un actor diplomática y económicamente muy relevante en la región, además de visibilizar la relevancia diplomática de Beijing en la zona, sobre todo para aquellos países que están buscando diversificar su política exterior”, señala Mario Esteban, investigador principal del Real Instituto Elcano y profesor del Centro de Estudios de Asia Oriental de la Universidad Autónoma de Madrid (UAM).
Entre otras medidas, Beijing busca desarrollar un plan marino para la pesca, aumentar la cooperación en las redes de internet de la región, establecer más aulas e Institutos Confucio o incluso desarrollar una zona de libre comercio con la zona. Pero muchas naciones insulares han considerado el acuerdo precipitado. La primera ministra de Samoa, Fiame Naomi Mata'afa, explicó a medios samoanos que no tuvieron “suficiente tiempo para mirarlo”.
Aun así, varios países decidieron firmar acuerdos con Beijing por separado. Las Islas Salomón ya había rubricado a finales de marzo un polémico acuerdo en materia securitaria, que incluía una asistencia militar en caso de ser necesario. Samoa firmó un acuerdo bilateral con China para la financiación de importantes proyectos de infraestructura. Fiyi expresó su deseo de buscar acuerdos bilaterales adicionales.
En contraste, los Estados Federados de Micronesia y Palau, junto a los otros tres países que aún tienen relaciones diplomáticas con Taiwán, expresaron escepticismo y cautela sobre las propuestas de China.
Este esfuerzo de Beijing en la región supone un intento de arrebatar una zona de influencia que tradicionalmente ha dominado tanto Estados Unidos como su gran aliado regional, Australia. Ambos países son reticentes a la creciente presencia del gigante asiático.
Ned Price, portavoz del Departamento de Estado de EE.UU., señaló en una rueda de prensa el 25 de mayo que China “tiene un patrón de ofrecer tratos oscuros y vagos con poca transparencia o consulta regional en áreas relacionadas con la pesca, la gestión de recursos, el desarrollo, la asistencia para el desarrollo y, más recientemente, incluso prácticas de seguridad”.
Pero Beijing no sólo se enfrenta a los aliados occidentales, sino también a los Estados archipelágicos del Pacífico Sur. Muchos países desean que se haga mucho más para abordar las necesidades locales, especialmente en el ámbito de la acción climática. “La geopolítica significa menos que nada para alguien cuya comunidad se está deslizando bajo los mares”, señaló el primer ministro de Fiyi, Frank Bainimarama.
“La geopolítica significa menos que nada para alguien cuya comunidad se está deslizando bajo los mares”.
Naciones en riesgo de desaparecer
Para la mayor parte de estos archipiélagos el cambio climático es la mayor preocupación, algo que quedó patente en la Declaración Boe sobre la Seguridad Regional de 2018. “La primera y más importante amenaza para la seguridad [de la región] es el cambio climático”, indica Henry Ivarature, miembro de la Escuela Crawford de Políticas Públicas de la Universidad Nacional de Australia.
Los países insulares de la región se encuentran entre los más vulnerables del mundo a los impactos del cambio climático debido a toda una confluencia de factores geográficos, demográficos y socioeconómicos como la baja elevación del terreno, poblaciones pequeñas y recursos escasos. Muchos de ellos están incluso en serio peligro de desaparecer debido al aumento del nivel del mar causado por el calentamiento global.
Según un informe de la Organización Meteorológica Mundial (OMM) titulado Estado del Clima en el Pacífico Sudoccidental de 2020, en la parte occidental del Pacífico tropical, las tasas de aumento del nivel del mar son sustancialmente superiores a la media mundial, que se sitúa en 3 milímetros/año.
Kiribati, las Islas Salomón o Tuvalu podrían ser los primeros países en desaparecer si el aumento de los niveles del mar continúa a este ritmo. Kiribati ha sido, de hecho, el primer país en firmar un tratado de evacuación de su población.
Además, este aumento se está produciendo en buena parte debido al calentamiento de los océanos y al derretimiento del hielo terrestre. Según la OMM, la mayoría de las áreas en el suroeste del Pacífico muestran un aumento de la tasa tres veces superior a la media global.
A todo ello se une el incremento de los fenómenos meteorológicos extremos, lo que impacta en la vida diaria de los ciudadanos, ya que provocan cortes de energía y destruyen infraestructuras.
Al mismo tiempo, los fenómenos extremos están forzando desplazamientos masivos y desnutrición entre la población debido a su impacto en el sector agrícola. El mismo informe indica que en la región se estima que 2,7 millones de personas sufrieron desnutrición en 2020.
Aprovechar la competición geopolítica
Como dijo el primer ministro fiyiano, para cualquiera que quiera obtener réditos geopolíticos de la región, será fundamental ofrecer alternativas y herramientas para combatir el cambio climático. De esta forma, el tablero geopolítico puede ser aprovechado por las naciones isleñas para conseguir lo máximo posible de cada uno de los actores en la pugna.
Hasta ahora, indica Ivature, "los Estados del Pacífico han criticado a Australia, que es miembro del Foro de las Islas del Pacífico, por su falta de liderazgo en materia de cambio climático". Aunque el nuevo gobierno laborista parece más por la labor de realizar una escucha activa, para el investigador australiano, "los líderes del Pacífico deben observar de cerca lo que todos les proponen, incluida China".
Beijing, que cada vez tiene más intereses geopolíticos a nivel internacional, puede ser un gran apoyo. Como recuerda Esteban, "China tiene un potencial muy importante en tecnologías verdes". Pero no es el único. Estados Unidos, Australia o incluso la Unión Europea también pueden constituirse como una ayuda fundamental para salvar a la región.
En todo caso, tal y como afirma Ivature, "el Pacífico ha demostrado que no son peones en una competencia geopolítica entre las potencias globales". A lo que añade, "las potencias globales deberían entender que las necesidades del Pacífico son de desarrollo, por lo que una cooperación basada en una agenda de desarrollo podría ser un camino a seguir".
Para algunos expertos, como escribe Miranda Booth, profesora de la Universidad Charles Darwin de Australia, en un artículo para el think tank Lowy Institute, no se "debería competir con los recursos de China en un juego de 'suma cero' porque sería contraproducente".
Si las naciones insulares del Pacífico consiguen calibrar el interés geopolítico de las potencias, podrán añadir recursos elementales para su lucha contra la crisis climática. Como señala Esteban, "en aquellas zonas que cobran trascendencia geopolítica, la rivalidad entre China y Estados Unidos o entre China y otros actores da a los países un cierto margen para maniobrar y diversificar su política exterior, además de recibir apoyo y cooperación de otras fuentes".