El Programa de Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA) califica la contaminación por plásticos como una crisis mundial. La ONU alertaba ya en 2019 sobre el consumo y producción de este material: "Cada minuto se compran un millón de botellas de plástico y, al año, se usan 500.000 millones de bolsas".
Para aportar soluciones, algunas empresas están utilizando los plásticos reciclados como materia prima para sus productos. De esta manera, se alarga la vida útil de este material que tarda entre 150 y 1.000 años en desaparecer.
La economía circular se ha introducido en la filosofía de muchas compañías, y por eso, algunas como Circoolar o Revolución Limo tienen un objetivo claro: contribuir a reducir el impacto medioambiental en el campo del textil y el interiorismo. Y aunque en 2020, los españoles recicláramos 616.282 toneladas de envases de plástico, según un estudio de Ciclopast 2020, queda demostrado que esta no es la única solución.
Upcycling o reciclaje creativo
"En un contexto de emergencia climática y progresiva concienciación de la sociedad, el diseño sostenible no es una opción, sino que se presenta como una obligación", explica Marta Foncilla, fundadora de Revolución Limo. Su proyecto consiste en la creación de mobiliario de interior utilizando material reciclado. Es decir, hacen lo que se conoce como upcycling o reciclaje creativo.
Los productos que resultan de esta técnica, además, tienen mayor valor que los originales. En Revolución Limo utilizan plástico, que muchas veces proviene de productos de un solo uso, y crean las piezas de diseño. "Una solución estética y sostenible a una emergencia global", asegura Foncilla.
El material con el que fabrican los productos es plástico 100% reciclado. La alianza de esta iniciativa con The Good Plastic Company permite ofrecer un producto que hasta ahora no se había visto en el mercado: paneles fabricados en su totalidad con plástico reciclado de un sólo tipo. Así, una vez finalice la vida útil del mueble, se puede volver a reciclar. Con estos paneles se puede revestir una pared, suelos, barras o mostradores, y también elaborar muebles.
La nueva industria textil
La Conferencia de las Naciones Unidos sobre Comercio y Desarrollo (UNCTAD) asegura que la industria de la moda es la segunda más contaminante del mundo, ya sea por el despilfarro de agua, las emisiones de CO₂ o el desperdicio de microfibras que acaban en el mar.
Para hacer frente al "desastre" de la industria textil, Circoolar viste a los empleados de las compañías que quieren apostar por "valores éticos y sostenibles", como explica Luis Ribó, cofundador de la empresa. El poliéster es uno de los materiales más utilizados en los uniformes de trabajo. Para dar un giro a este material y ofrecer una opción más sostenible, Circoolar consigue elaborar poliéster a través de botellas PET recicladas o algodón orgánico y reciclado.
Aplican principios de economía circular en el proceso de producción y confección de todas sus prendas, entre las que se encuentran delantales, pantalones, camisas y uniformes, pero siempre con una visión ecológica. "El residuo plástico no deja de ser una materia prima para el desarrollo de estos productos", cuenta Ribó. Y por ello, consiguen crear un poliéster con las mismas características y calidad, pero más respetuoso con el medio ambiente.
Además de aprovechar el plástico reciclado, también utilizan los residuos que se generan en la industria textil. Cada prenda pasa por un proceso de ecodiseño para que en un futuro pueda volver a tener una nueva vida.
Ribó asegura que, además de la importancia de reciclar materiales como el plástico e introducirlos en un nuevo proceso de producción para alargar su utilidad, actualmente es necesario que el impacto ambiental y social positivo vayan de la mano. Por este motivo, la confección de muchas de sus prendas se realizan en talleres sociales que fomentan el empoderamiento femenino.
Escobas circulares que limpian bosques
El vertido de plásticos en espacios naturales, como bosques o zonas protegidas, también es una realidad. Una botella de plástico tarda, según Greenpeace, 500 años en descomponerse. Por eso, Plastics Europe y CIDEC han unido fuerzas en un proyecto en la zona de la Dehesa de la Villa (Madrid) con el que recogen residuos plásticos que se destinan, tras un proceso de reconversión, a crear escobas.
La primera fase de esta iniciativa tuvo lugar en un área del Parque Regional de la cuenca alta del Manzanares, en Torrelodones (Comunidad de Madrid). Allí, los voluntarios recogieron plástico que ha servido para fabricar alrededor de 100 escobas.
Este ejemplo, como los anteriores, demuestra que cuando los residuos están bien gestionados y la ciudadanía y los organismos públicos y privados se comprometen y colaboran, el impacto medioambiental de nuestra basura se reduce. Porque, como concluye Foncilla, "necesitamos los plásticos dentro del sistema productivo, no fuera contaminando el planeta".