El Banco de Alimentos es uno de esos lugares especiales que brilla con luz propia, donde la ayuda desinteresada cobra especial importancia. El almacén central —uno de los cuatro que hay en Madrid—, situado al norte de la capital, está sustentado en el trabajo de más de 400 voluntarios que acuden cada semana o mes religiosamente y al trabajo de poco más de diez personas en plantilla.
Ahora, a la puerta de las festividades más señaladas del año, reciben más alimentos que nunca. La filantropía se multiplica en estas fechas. Por ello, trabajan a destajo para clasificar y organizar todo. Todo para crear una reserva de alimentos que pueda durar varios meses. Nada se puede dejar al azar.