¿Quién ha ganado el debate? Si en el debate a cuatro EL ESPAÑOL situó a Pablo Iglesias en cabeza y a Pedro Sánchez como perdedor, el duelo televisivo ha reflotado al candidato socialista, al menos por comparación. Estas son las notas del cara a cara moderado por Manuel Campo Vidal:
7,25.- Pedro Sánchez
(7,5) Preparación. Sánchez había estudiado más. La intervención sobre la corrupción o los gráficos y portadas mostradas lo prueban. Sabía a por qué iba y lo desplegó en cuanto pudo. Sus papeles estaban más ordenados, a diferencia de los de Rajoy, hojas de libreta arrancadas, pintarrajeadas y esparcidas en la mesa.
(7,5). Control de los nervios. Sánchez se contuvo, aunque hizo varios gestos con la boca que denotaban bastante inquietud. Pero no le bailaron los ojos y no entró en ninguna de las trampas que le tendió Rajoy, como por ejemplo los ERE de Andalucía o las imputaciones de José Ramón Gómez Besteiro, líder de los socialistas gallegos.
(6). Claridad. Sánchez desplegó sus argumentos con relativa claridad, a pesar de que se aturulló en varias ocasiones con cifras y números. Lo que peor llevaba su exposición argumental eran las interrupciones de Rajoy, que fueron constantes a partir del bloque de la corrupción.
(8). Energía. Sánchez no se arrugó ante el presidente del Gobierno y mantuvo un tono a la ofensiva propio del aspirante.
(7,5). Comunicación no verbal. Sánchez aparecía abalanzado sobre la mesa, en una posición desafiante que casaba con el tono que quería imprimir a su discurso. Apareció serio, pero controlando los gestos. El atuendo era correcto y miraba fijamente al presidente, además de a sus papeles.
(7). Intervención final. Sin ser sobresaliente, Sánchez se concentró en mostrarse como alternativa y en reclamar el cambio.
4,1.- Mariano Rajoy
(6) Preparación. El presidente del Gobierno llevó los temas económicos muy preparados y apenas dudó al enumerar los logros de su equipo. Sin embargo, los ataques permanentes del líder del PSOE le obligó a reconducir su propia estrategia y no pudo meter los mensajes en positivo que pretendía.
(3) Control de los nervios. Perdió totalmente los nervios cuando Pedro Sánchez le atacaba una y otra vez con los casos de corrupción que asolan su partido. En más de una ocasión, Rajoy se refirió a Sánchez como un ser "ruin, mezquino y miserable", unos términos impropios de un presidente del Gobierno.
(4,5) Claridad. Rajoy sacaba pecho de la reforma laboral y de los más de un millón de empleos que se han creado en los últimos 18 meses. También discutió ligeramente de empleo, pensiones, educación e incluso "violencia de género", pero el debate saltó por los aires cuando se habló de corrupción.
(5,5) Energía. Mariano Rajoy, desencajado, ha perdido los papeles de tal manera que se le ha visto mucho más enérgico que en otras ocasiones. Sin embargo, la energía solo la ha utilizado para frenar a un Pedro Sánchez con el que rompió cuando le dijo la frase: "Hasta aquí hemos llegado".
(1,5) Comunicación no verbal. Los tics de los ojos, el movimiento de los brazos y de la cabeza... Mariano Rajoy no pudo contener los nervios ante los duros ataques de su contrincante. El formato del debate, sentados frente a frente, le ayudó a que no se le viera el movimiento de las piernas.
(4,5) Intervención final. Previsible. El presidente del Gobierno pidió el voto para dotar a España de "seguridad, estabilidad y certidumbre". Un mensaje de lo más esperado y sin suscitar ningún tipo de entusiasmo a su electorado.
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