Los investigadores apurarán hasta el final el tiempo máximo de detención, fijado en 72 horas, y el asesino confeso del niño Mateo en Mocejón (Toledo) pasará este jueves a disposición judicial.
Así lo ha confirmado la Guardia Civil, que detuvo a un joven de la localidad, Juan Pérez, el pasado lunes a primera hora de la tarde. El arrestado, que ha ofrecido una declaración inculpatoria errática e inconexa en tercera persona, padece problemas mentales.
El padre del veinteañero ha asegurado ante los medios de comunicación que sufre una discapacidad intelectual del 70 %, algo que tendrá que corroborarse con un informe pericial. "A mi hijo todo lo que le dicen que confiese, lo confiesa", ha llegado a decir el progenitor, poniendo en tela de juicio el trabajo de los investigadores.
Por el momento no ha trascendido si los agentes que se han hecho cargo del caso, que sigue bajo secreto de sumario, tienen previsto realizar una reconstrucción de los hechos sobre el terreno. El detenido, mientras tanto, sigue custodiado en las dependencias de la Comandancia de Toledo, en la capital de Castilla-La Mancha.
Aparece un cuchillo
Mientras tanto, el Laboratorio de Criminalística de la Guardia Civil en Madrid ya analiza si el cuchillo de cocina encontrado por un barrendero de Mocejón en un descampado cercano a la vivienda de la calle Dalí en la que el asesino confeso vivía junto a su padre es el arma homicida.
La Guardia Civil de Toledo ha confirmado que un perro del Servicio Cinológico ha marcado la presencia de "restos biológicos humanos" en el cuchillo que está siendo examinado.
Presuntamente, Juan Pérez 'El Soroso' apuñaló mortalmente hasta en 11 ocasiones el pasado domingo por la mañana a Mateo cuando jugaba con varios amigos en el campo de fútbol de Mocejón.
Los investigadores recorrerán a pie, este miércoles, todo el trayecto que cubrió el joven de 20 años: desde que a las 9 horas salió de la casa de su padre, Fernando, en la Calle de Dalí, pasando por el polideportivo municipal y hasta que llegó a la vivienda de su abuela, sobre las 10 horas, en la calle Juan XXIII, después de matar presuntamente al niño.
En la práctica, esto supone que los investigadores no se fían de la palabra del infanticida, que inicialmente confesó que el arma blanca estaba en la acequia que hay a las espaldas de las instalaciones deportivas, cuyo vallado tiene un agujero por el que escapó, y que le condujo a un descampado donde se ubica ese punto de riego.
Posible planificación
EL ESPAÑOL publica este miércoles que la investigación policial trata ahora de clarificar un posible móvil, lejos de la simple enajenación, que hubiera hecho que el joven de 20 años planificara el crimen.
"El detenido camina desde una punta del pueblo [ubicación de la casa de su padre] hasta la otra [polideportivo municipal] a una hora temprana. Con él, lleva un arma blanca, que sabe que puede utilizar, y agarra algo para tapar su rostro como previsión a ser reconocido. Después de atacar hasta la muerte a un menor, huye a pie dirección a la casa de sus abuelos, que está mucho más cerca del lugar del crimen que la de su padre. Lo hace a través de un descampado en el que difícilmente ser visto y donde, además, se supone que abandona el arma. Y, por último, al llegar a casa pone su ropa a lavar. Es difícil no pensar que hubo una planificación", explican fuentes reservadas de la investigación.
Las mismas fuentes sostienen que Juan Pérez, un casi desconocido para la mayoría de personas en Mocejón (Toledo) desde que se marchó a Madrid a vivir con su madre y su hermano, tendría "relación" con uno de los menores que se encontraban en ese momento en el polideportivo. Ese factor es clave, apuntan los investigadores, pues podría haber sido el detonante del suceso. Según los testigos, en el lugar de los hechos se encontraba jugando un partido de fútbol un grupo de adolescentes, de entre 16 y 17 años, de los que uno de ellos era vecino y conocido del asesino confeso.
En lugar de dirigirse a estos, quienes llegaron a verle "con un objeto metálico en la mano", se enseñó con un grupo de niños de años, con los que no tenía ningún vínculo, entre los que se encontraba Mateo. El tipo de relación de uno de los otros adolescentes que estaba presente en el campo de fútbol con Juan todavía se desconoce. Pero esa investigación actual, centrada en la información vertida del teléfono móvil y el ordenador del asesino, debería probar o desmentir una de las nuevas hipótesis: Juan asesinó a Mateo tras asestarle once puñaladas, pero en realidad había acudido al campo de fútbol con la intención de agredir a otro niño.