Roberto Esteban Duque constata en su nueva obra que “el grado de locura colectiva al que nos arrastra y arrumba la `política de la identidad´ -multicultural-homosexualista, una deriva totalitaria invasora de la vida privada que penetra en todos los estratos de la sociedad, importunando sin pudor en las escuelas, universidades, medios de comunicación y grandes empresas”, según la autocrítica realizada por el autor.
Las denominadas “políticas de identidad” se han convertido, a su juicio, en “una verdadera religión de Estado, imponiéndolas a todos y castigando al disidente”. Según el sacerdote, “entre los objetivos principales de la identity politics se encuentra la desaparición del matrimonio y de la familia, incluyendo la educación de los hijos por parte de los padres, verdadera piedra de toque y máximo exponente del acoso al que la familia se ve sometida”.
El objetivo final sería el control de la población “por medio del control de la sexualidad y de las relaciones humanas. Junto a la caída de la fecundidad, otro fenómeno demográfico, como es el envejecimiento de la población, está poniendo a prueba la resistencia de la familia como eje del bienestar de los ciudadanos”.
En la segunda parte del libro analiza la Ley Trans, mostrando el autor “sus deficiencias”. Opina que “el esfuerzo por despatologizar la transexualidad se intenta justificar esgrimiendo dos argumentos insostenibles. En primer lugar, la negación de la identidad sexual binaria, varón y mujer, y su contribución a la identidad personal, como si el sexo genético y los complejos procesos endocrinos, bioquímicos, fisiológicos y anatómicos dependientes de él no existieran o fueran modulables a voluntad. Y en segundo lugar, el argumento de la ilimitada autonomía que se pretende conferir a todos aquellos que deseen modificar su apariencia sexual -que no cambiar de sexo, puesto que no es posible biológicamente-”.
Aborda, en una tercera sección, la “Ideología de género y aborto”, exponiendo el “vigoroso y nefasto proceso de deconstrucción y de ingeniería social llevado a cabo por la teoría de género. Por otro lado, no hay peor derecho para la mujer que el derecho a la salud sexual, cuando se le entiende y define desde el enfoque y tema de género
El sacerdote conquense, moralista y profesor de Bioética, finaliza con una propuesta capaz de “refundar” la familia, “un desplazamiento donde el esfuerzo gravite en la necesidad de recuperar el ideal del orden familiar. Se requiere recuperar la misma familia como realidad antecedente a la sociedad, “preservarse”, salvarla de tantos embates a que se ve sometida”.