Las placas tectónicas del PSOE se movieron el pasado martes cuando el presidente de Castilla-La Mancha, Emiliano García-Page, enmendó a la estrategia del Gobierno de Pedro Sánchez en Cataluña, con cesiones constantes al independentismo. La última de ellas, la reforma del Código Penal para rebajar las penas por delitos de malversación cuando no exista lucro personal, como ocurriese durante el procés que desembocó en el referéndum ilegal de autodeterminación del 1 de octubre de 2017.
"Soy muy contrario a la decisión del Gobierno con ERC. No es tolerable pactar con delincuentes su propia condena. Que no nos tomen por tontos. Que no se esfuercen en intentar explicar lo inexplicable porque yo creo que todos tenemos claro lo que está pasando", aseguró con unas rotundas declaraciones públicas el barón socialista más critico con el secretario general de su partido.
Las contundentes palabras de García-Page desmarcándose una vez más del sanchismo, que de inmediato se convirtieron en la noticia política del día y abrieron telediarios, no fueron una sorpresa ni en Ferraz ni en la Moncloa. Pese a que fuentes gubernamentales han deslizado que el dirigente castellano-manchego no cogió el teléfono a María Jesús Montero cuando la vicesecretaria general del PSOE y ministra de Hacienda hizo una ronda de llamadas a los barones para explicar la postura del partido sobre la reforma de la malversación, desde el Gobierno de Castilla-La Mancha matizan el reproche y lo consideran "dos veces mentira".
Afirman que el presidente de la Junta habló de viva voz con Montero hace unas semanas y que ambos intercambiaron mensajes de WhatsApp este mismo lunes. En sendas ocasiones, García-Page mantuvo la misma posición y advirtió de que estaba "absolutamente en contra de reformar el Código Penal y de que lo iba a expresar con rotundidad y claridad".
Fuentes del Gobierno castellano-manchego no esconden su indignación por la forma de proceder del entorno de Pedro Sánchez. Las relaciones entre ambas partes nunca han sido fluidas, pero actualmente pasan por un momento que podría calificarse de ruptura total.
Desde Toledo critican que decisiones de tal calado y coste electoral como la modificación del delito de malversación se trasladen a los líderes territoriales a posteriori, sin reflexión ni debate interno previo. "Esa no es manera de hacer política. Pretenden que con una llamada en la que nos cuentan la decisión que ya han tomado mostremos nuestro apoyo acrítico", indican altos cargos consultados por este periódico.
Otros interlocutores del PSOE de Castilla-La Mancha, en la misma línea, consideran que la dirección nacional de la formación política "está mimando a sus socios en el Gobierno y descuidando al partido".
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Una sensación que parece haberse extendido a otras tantas regiones más allá de Castilla-La Mancha. Los apoyos a Pedro Sánchez siguen siendo mayoritarios entre los cargos orgánicos e institucionales del PSOE, pero cada vez son más las voces autorizadas que desde varios puntos del país se atreven a criticar en público los discuros de Moncloa.
Alineados con García-Page, aunque algo más sosegados, tanto el presidente de Aragón, Javier Lambán, como el alcalde de Valladolid, Óscar Puente, o el líder del PSM Juan Lobato, tardaron menos de 24 horas en mostrar claramente su disconformidad con la reforma del delito de malversación que se ha negociado con ERC. Se espera que el asturiano Adrián Barbón sea el siguiente en dar el paso.
A menos de seis meses de las elecciones autonómicas y municipales, en comunidades como Castilla-La Mancha, Aragón o Castilla y León, donde el voto centrista es mayoritario, cunde el nerviosismo y se percibe que desde Madrid el partido piensa únicamente en defender los intereses del Gobierno central, mientras que al poder territorial no se le está ayudando en nada, sino todo lo contrario. "No nos dan ni una semana de respiro. Cuando no es la ley de caza, es la del solo sí es sí, la sedición, la malversación, etc.", afirma un socialista de alto rango en una de las estructuras autonómicas.
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Desde el Ejecutivo castellano-manchego las fuentes consultadas aclaran que Emiliano García-Page no ha elevado el tono precisamente ahora, ante la cercanía de las votaciones, por puro interés electoral. "Tenemos una trayectoria de coherencia que es la que pretendemos exhibir ante nuestro electorado. Es legítimo querer ganar las elecciones y hablarle con claridad a tus posibles votantes", reconocen, pero afirman que "en el caso de Page no se puede recurrir a ese argumento porque lleva diciendo lo mismo años, no una semana".
Lo cierto es que la unidad de España siempre ha sido defendida de manera recurrente y sin ambages por el político toledano, que siempre se ha posicionado en contra de privilegiar a los independentistas y se ha mostrado absolutamente contrario a la negociación de un referéndum en Cataluña. Tanto es así que el Gobierno de Castilla-La Mancha, en boca del propio presidente, se ha encargado durante los últimos días de recordar que está legitimado para impulsar iniciativas legislativas contrarias y recurrir ante el Tribunal Constitucional en caso de que se autorice la consulta. No dudarán en hacerlo si se da el caso, advierten.
Sin embargo, desde los partidos a la derecha del PSOE, tanto PP como Vox y Cs, critican a García-Page que nunca haya pasado de las palabras a los hechos. Consideran que el barón socialista tiene en su mano impedir la reforma del delito de malversación si ordena a los nueve diputados socialistas de Castilla-La Mancha que este jueves en el Congreso voten en contra de la modificación legal.
El propio Alberto Núñez Feijóo ha pedido a Page y Lambán que "hagan lo que dicen" y que se desmarquen de Pedro Sánchez con acciones concretas. Pero no van a romper la disciplina de voto.
"No son los diputados de Page, son los diputados del Grupo Parlamentario Socialista en el Congreso y es la dirección de ese Grupo la que decide qué hay que votar. Respetamos las mayorías dentro del partido, pero nosotros ejercemos nuestra responsabilidad de manera autónoma porque creemos que tenemos que hacerlo", defienden fuentes de la Junta de Comunidades de Castilla-La Mancha.
La presidenta de la Comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso, ha ido más lejos que Núñez Feijóo y ha acusado a Pedro Sánchez y a Emiliano García-Page de estar conchabados. "Es una maniobra pactada. Oye, presidente, yo aquí en Castilla-La Mancha, si no te importa, me separo un poquito de ti y, como son de derechas la inmensa mayoría de los castellano-manchegos, luego digo dos cosas de la Virgen y dos corridas de toros. Y se piensa que los castellano-manchegos toda la vida van a soportar semejante podredumbre", ha señalado en una entrevista radiofónica. Unas palabras sobre García-Page que desde el Gobierno de Castilla-La Mancha califican "una falta de respeto" y "una gran mentira". "Con Sánchez no hemos pactado nunca nada, ni esto ni nada", afirman.
Las dos almas del PSOE
Tal es la distancia que separa a Pedro Sánchez y Emiliano García-Page que, a través de las redes sociales, numerosos militantes del PSOE alineados con las tesis del secretario general piden al presidente de Castilla-La Mancha que abandone la formación política si nunca está de acuerdo con nada de lo que se hace.
Sin embargo, lo que ha demostrado el terremoto producido tras las últimas declaraciones de García-Page es que sigue habiendo vida más allá del sanchismo dentro del PSOE. Ya no solo por la coincidencia demostrada por Lambán, Puente o con históricos como Felipe González, sino porque "Emiliano ha recibido muchísimos mensajes de apoyo de compañeros", aseguran fuentes del Gobierno que preside.
Pese a ello, añaden que el barón castellano-manchego ha alzado la voz "no para levantar una bandera y que la gente se nos una", sino "por convencimiento y por coherencia política... incluso aunque estuviésemos solos". "Es un momento grave para la política española", dijo con solemnidad durante su explosiva intervención del martes.
Hoy por hoy hay dos almas conviviendo en el PSOE, la sanchista y la socialdemócrata, que es minoritaria y está representada por los díscolos, con Emiliano García-Page a la cabeza. Los más cercanos al presidente de Castilla-La Mancha aseguran que en su ánimo no está ni mucho menos posicionarse como posible sucesor de Pedro Sánchez al frente del partido, aunque consideran que el peso político que ha adquirido en los últimos años y su responsabilidad le harían desempeñar un papel relevante en caso de tener que afrontar un proceso de transición interna en el PSOE. Por el momento, dicen, en la mente de García-Page solo están las elecciones autonómicas del próximo 28 de mayo en Castilla-La Mancha.