La clave de la marcha de Cospedal, según una de las periodistas que mejor la conoce
"Cospedal dejó el escaño tras saber que Rajoy se sentía traicionado por ella". Así titula Lucía Méndez su artículo de este domingo en El Mundo. La periodista hace un interesante repaso de los últimos acontecimientos en torno a la que fuera hasta hace unos meses la mujer más poderosa del Partido Popular, María Dolores de Cospedal, y su precipitada dimisión tras conocerse las grabaciones del excomisario Villarejo.
Por su interés y actualidad ofrecemos íntegro el artículo de Méndez:
Cospedal dejó el escaño tras saber que Rajoy se sentía traicionado por ella
En la campaña de las elecciones autonómicas de 2015, en las que perdió la Presidencia de Castilla-La Mancha, María Dolores de Cospedal confesó que el personaje literario con el que más se identificaba era Elizabeth Bennet, protagonista de la novela Orgullo y prejuicio, de Jane Austen. La señorita Bennet es una de las heroínas más célebres de la escritora británica, fetiche para millones de mujeres en todo el mundo. Lizzy se rebela contra las convenciones sociales que reducen el papel de la mujer a buscar un marido. La señorita Bennet es enérgica, culta, valiente, decidida, testaruda y capaz. Las mismas cualidades que sus admiradores apreciaban en María Dolores de Cospedal.
Sin embargo, el final del relato protagonizado por la ex secretaria general del PP poco tiene que ver con el desenlace feliz de Orgullo y prejuicio: Lizzy se casa con Darcy después de dejar claro que no es una muñeca. Más bien se parece al de Las amistades peligrosas, la aclamada película de Stephen Frears basada en una novela de Pierre Chordelos de Laclos. En la escena final, la seductora, atractiva, intrigante y vengativa marquesa de Merteuil -interpretada por Glenn Close- es repudiada de forma humillante en la ópera por la misma sociedad que antes la había encumbrado como a una diosa. Delante del espejo, se quita con rabia y lágrimas la máscara del maquillaje que la definía en los salones de París.
Hace sólo unos meses se la homenajeaba; hoy nadie quiere saber nada de ella
Algo parecido debe de sentir la ex secretaria general del PP al verse repudiada por el partido que hace sólo unos meses la obsequió con una entrañable comida de homenaje en la que todos sus compañeros brindaron. ¿Cómo explicarse que ahora nadie quiera saber nada de ella?
Hay que volver la vista atrás. El XIX Congreso del PP no acabó en realidad el 21 de julio, con la elección de Pablo Casado y la derrota de Soraya Sáenz de Santamaría. Faltaba un fleco, María Dolores de Cospedal, que ha sido abatida esta semana por las grabaciones del comisario Villarejo, la amistad peligrosa de su marido, Ignacio López del Hierro, un hombre simpático y con don de gentes, enamorado de su mujer y de la política.
Él no pudo hacer carrera política y vivía la de ella como si fuera suya. La ex secretaria general no quiso abandonar el escenario después del Congreso, como hizo su principal adversaria Soraya Sáenz de Santamaría. Pretendió cobrarse su respaldo a Pablo Casado a base de colocar a personas de su confianza en la dirección del PP y de situarse ella misma en la Presidencia de la Comisión de Exteriores del Congreso.
Las circunstancias de su abrupta caída han causado conmoción interna, ya que la gestión de la ex secretaria general ha marcado la historia del partido en los últimos 10 años. Todos los dirigentes del PP se hacen cruces de que en sólo cuatro meses hayan desaparecido del mapa tanto Mariano Rajoy como las dos mujeres que combatieron sin cuartel por sucederle. «¿Quién lo iba a pensar? Si nos lo llegan a decir hace medio año no lo hubiéramos podido creer».
Rajoy no daba crédito cuando supo que López del Hierro hablaba en su nombre
El desencadenante del adiós de Cospedal a la política no ha sido liberar de un peso al nuevo líder, Pablo Casado. O no principalmente. Ella quería aguantar en el escaño cuando las grabaciones sólo apuntaban a que, a través de Villarejo, pretendía conocer los detalles de la investigación del caso Gürtel en 2009.
Lo que hizo imposible su permanencia fue el escandaloso descubrimiento de que había violado el código de lealtad a su presidente, Mariano Rajoy. Es difícil imaginar a un Rajoy hecho una fiera, subiéndose por las paredes o poniendo el grito en el cielo. Pero eso fue lo que sucedió el día en el que se publicaron las grabaciones en las que Ignacio López del Hierro habla en nombre del «jefe» de su mujer y del propio PP, dejando caer que Rajoy está al tanto de los encargos para espiar a Javier Arenas y al hermano de Rubalcaba.
Algunas personas que hablaron con Rajoy aseguran que el hombre no daba crédito, y que las palabras «traición», «engaño» y «deslealtad» sobrevolaron el inmenso enfado que les trasladó el ex presidente del PP contra la que había sido su número dos durante una década.
«Hasta se le escucha decir que el partido no tenía dinero, ¿pero quién es él para hablar así? Sabíamos que él asesoraba a su mujer y que tenía mucha influencia sobre ella. Pero esto ya no tiene un pase. Es muy fuerte que este señor hablara en nombre del partido y en nombre del presidente del partido», señalan personas próximas a Rajoy.
La ex secretaria general se saltó los códigos que rigen la vida interna del PP
La «traición» al ex presidente obligó a Cospedal a renunciar a su escaño, al sentir sobre su cabeza el peligro más que real de que el propio Rajoy pudiera llegar a expresar en público -y no sólo en privado- su tremendo enojo con ella y con su marido. La ex secretaria general se había saltado todos los códigos que rigen la vida interna de un partido como el PP. Por eso la renuncia final llegó 24 horas después de conocerse esas últimas grabaciones.
El balance de la dramática salida de escena de Cospedal es el siguiente, según resumen algunos dirigentes consultados. «Después de todo, Pablo Casado ha tenido un golpe de suerte. Las dos personas que se enfrentaron a muerte en un disparatado combate interno que tantos conflictos y heridas ha causado, están fuera. El presidente tiene una oportunidad de oro para cerrar esa etapa. Ya no tiene hipotecas ni lastres. Ahora sí podrá trazar una línea clara de separación con el pasado».