El papel del PNV en la ruptura
Es muy famosa la frase de Javier Arzallus, dirigente del PNV, donde afirmaba «Otros mueven el árbol y nosotros cogemos las nueces»
¿Quién mueve en la actualidad el árbol? Evidentemente los secesionistas catalanes mueven actualmente el árbol, apoyados por el nacionalismo vasco como hemos visto con la visita de Otegi, o la manifestación multitudinaria en Bilbao de este fin de semana encabezada por dirigentes del PNV-Bildu.
Recuerdo aquella reunión en Perpiñán entre Rovira y la ETA, en tiempos del tripartito en Cataluña, considero que aquellos actos fueron definitivos como bases del proyecto de ruptura que hoy vivimos.
¿El PNV es un aliado de fiar?
Solo incautos o tontos de baba, pueden considerar al nacionalismo vasco un aliado del que poder fiarse. Es asombroso como desde Madrid llevan siendo manejados por el nacionalismo catalán y vasco desde hace décadas.
La influencia de unos nacionalistas separatistas en la oligarquía política y económica del Estado es algo inusual en cualquier país occidental, siendo aun más asombroso el seguidismo y defensa de estas tendencias políticas secesionistas por parte de la izquierda.
Tanto el PP posterior a Maria San Gil, como el PSOE posterior a Redondo Terreros, han servido de alfombra para un nacionalismo vasco hegemónico y sin resistencias políticos, el nacionalismo ha ganado aparentemente la partida y los políticos de Madrid se muestran encantados con el PNV.
El proyecto nacionalista
El proyecto sibilino y constante de ruptura de España no es algo espontaneo, para demostrarlo tenemos como ejemplo una carta de principios del siglo XX (1903) de Joala, dirigente y militante de primera hora del PNV y amigo personal de Sabino Arana, que envía a Engracio de Aranzadi, donde podemos ver la realidad de un pensamiento que hoy ya es realidad.
En la carta se explicaba cual era el verdadero interés ideológico de Sabino Arana en su nueva estrategia, diseñada en la cárcel, donde hablaba de volver al regionalismo moderado. Algunos historiadores y políticos conservadores, quisieron interpretar el cambio táctico de Sabino como un arrepentimiento por su ideología alucinada, pero sus compañeros de partido descifran en esta carta los intereses del cambio a la perfección.
Lo cierto es que lo descrito por Joala es hoy una realidad, parece que ya describe como anhelo, en el año 1903, el descontrol del Estado Autonómico. La carta nos ha de servir para reflexionar el por qué España está hoy como esta.
Carta de Joala (PNV) a Engracio de Aranzadi (1903):
"… No es, pues, el camino actual el que nos ha de conducir al triunfo. Nuestra pequeñez seria siempre ante el grandor de nuestro enemigo, si las cosas siguen como hasta ahora. Y ahí está el quid de la cuestión; en esa desproporción entre ellos y nosotros. Y la solución solo está en que desaparezca esa desproporción. ¿Cómo? Dándole un plan político a España que lo divida en trozos mil haciéndole perder la cohesión que entre sus regiones existe. Y para ello se vale D. Sabino de un Programa titulado, al menos por ahora, vasco-españolista. Ese programa tendrá la virtud de disminuir las fuerzas del enemigo y de aumentar las nacionalistas (…) ¿Qué cómo? Pues deseando que el regionalismo prospere en nuestro País y cunda por España, estableciéndose pleitos y contiendas entre las diversas regiones o aislándose unas de otras de modo tal que no les importe la totalidad de España. ¿Y quiénes son los más interesados en que así suceda sino nosotros mismos? Por consiguiente, a la manera que hasta aquí hemos propagado el Nacionalismo vasco sin conseguir la suficiente unión, propaguemos ahora el regionalismo vasco-españolista para que sea engendrador de diez, veinte o mas regionalismos españoles y para que forme entre nosotros la deseada unión vasca que, fácilmente, por miras egoístas, habría de ser convertida en separatismo vasco (…) Empecemos nosotros a ser regionalistas, y al ver nuestro hermoso Programa (…) ha de cundir, también entre ellos, el mismo espíritu, y se nos ofrecerán coyunturas para ir intensificando mas y mas nuestro regionalismo hasta llegar a renegar de toda unión con las demás regiones españolas: y el poder que hoy nos opone y que hace imposible nuestra independencia, se vendría por los suelos (…) No son los españoles capaces de concebir un plan como lo será el vasco-españolista; demostrémosles, pues , y, además, incitémosles a que lo pongan en práctica: es decir; hagámonos españolistas para poder dejar de serlo algún día (…) Si conseguimos ese regionalismo español, no será menester que inculquemos doctrinas nacionalistas a los vascos; ellos de por si, por egoísmo y no por razones de raza y de historia, habrían de pretender el separatismo: ¿y que es, al fin, el Separatismo, en su último término, más que la independencia justa y lógica de este País, o sea el Nacionalismo? En sus fundamentos son diametralmente opuestos, pero en su finalidad (independencia) la misma cosa. ¡Muera, pues, el Nacionalismo, porque de su muerte surgirá el Separatismo y, por consiguiente, el Nacionalismo!"