El amor a España y otras emociones
Zenobia, Juan Ramón y el amor a España
Los diarios de Zenobia Camprubí son maravillosos. Una lectura deliciosa y a veces desgarrada. Son los diarios del exilio junto a su marido, Juan Ramón Jiménez, en Cuba, Estados Unidos y Puerto Rico, los países de destino desde los que esta gran pareja vivió apasionadamente su vida a partir de su salida de España en 1937 por causa de la Guerra Civil y su insostenible situación.
Estos diarios, escritosentre 1937 y 1956, son un testimonio de grandeza y de generosidad, pero sobre todo de amor por España. Amor de Zenobia y amor de Juan Ramón, que vivieron con dolor su ausencia y su lejanía, la "prisión que es estar fuera de España". Qué gran ejemplo para la España de hoy en día, tantas veces irreconocible, tan sectaria y, de nuevo, enfrentada y cainita. Empantanada.
Vayan aquí sólo unos pequeños detalles de esta pasión española de Zenobia y Juan Ramón que nunca les abandonó:
- Escribe Zenobia el 29 de mayo de 1937: "J.R. está deprimido y todavía no se ha curado de su enfermedad. Ha perdido entusiasmo en su trabajo y se está sintiendo mal por la enuritis. Piensa en España más y más cada día y esto se convierte en una especie de desesperación".
- El 19 de octubre: "J.R. está tan afectado mentalmente con la situación de España que me tiene muy preocupada. Anoche, creyendo que yo dormía, se puso a hablarle a España como un triste enamorado".
- Y el 17 de julio de 1938, tras escuchar en la radio un concierto de canciones españolas: "Las lágrimas me corrían a chorros por las mejillas antes de que se acabara y J.R. estaba secándose la cara con el pañuelo. Creo que le vi temblar la barba".
¡Emocionante!
El buscavidas, arrollador Paul Newman
"El buscavidas", absoluta obra maestra dirigida por Robert Rossen en 1961 y protagonizada por un Paul Newmanembaucador y de arrolladora personalidad en una de las mejores películas de su carrera. Momento mágico, de esplendor. Una historia cautivadora, que conmueve y atrapa, con un fascinante guión y un final magnético. Emocionante. Realismo sucio y el mundo del billar como contexto, excusa y metáfora. Sencillamente cine en estado puro. Te impacta y te deja dando vueltas sin que puedas olvidarlo fácilmente, como enganchado a unos sucesos, los de dentro y los de fuera, que son esas cosas esenciales que van ocurriendo y que dejan, no ya las heridas, sino las cicatrices imborrables en el corazón. Los golpes fundamentales de la vida y algunos giros del viento que provocan, y te cambian para siempre. Zarandeos de las tempestades del alma que sólo duelen y enseñan de verdad si son recibidos en la propia piel.
He vuelto a ver “El buscavidas” y me ha parecido incluso mejor, y esa es una maravillosa forma de entender el paso del tiempo y no haber sucumbido a sus demoliciones. Gran Robert Rossen. SensacionalPaul Newmanen su interpretación del atormentado y arrogante Eddie Felson y un reparto de secundarios maravillosos, en especial Jackie Gleason como el Gordo de Minnesota, inolvidable en su talla y su dignidad. Su elegancia. Años después Martín Scorsese rodó “El color del dinero”, algo parecido a una secuela con Paul Newman y Tom Cruise, pero la magia ya no era la misma. “El buscavidas”, una historia poderosa y una película de gran calibre que hay que ver. El precio que estás dispuesto a pagar por el orgullo, el éxito o la soberbia.
Mi reino por Angus Young
Tengo que confesarlo: AC/DC llevan siendo mi pasión adolescente desde hace cuarenta años. Mi banda favorita y emblemática, la que nunca he dejado de escuchar y de sentir cercana, a la que siempre he seguido con intensidad. No he parado hasta verlos en directo en un concierto monumental en el Vicente Calderón, volcadas y rotas de felicidad espontánea cuarenta o cincuenta mil almas que se entregaron hasta el último segundo. Con quince años yo veía a Angus Young y Bon Scott, las portadas de los discos, sus provocadoras fotos, esas canciones tan increíblemente buenas, la chulería de algunas letras callejeras, aquellos videoclips alborotados y salvajes, y salía fascinado.
La primera época con Bon Scott, entre 1974 y 1979, es sencillamente insuperable, con cinco discos de rock and roll de primera calidad y una potencia creativa tan novedosa e impactante como abrumadora. El mundo quedó alucinado. Ese fue el tiempo de los mejores AC/DC y el esplendor de Angus Young y su hermano Malcom, el talento en la sombra: la trágica muerte a destiempo de Bon Scott destroza esa cumbre y empieza entonces con Brian Johnson una etapa de notables altibajos que arranca en 1980 con el fantástico “Back in black”, uno de los discos más vendidos de la historia y la entrada en el Olimpo de una banda irrepetible. Y ahí siguen, aunque los "nuevos" AC/DC ya no eran lo mismo sin Scott y este tiempo, que se prolonga ya cuatro décadas, tiene algunos grandes fogonazos y unos directos arrolladores, pero la frescura y la espontaneidad se perdieron para siempre. Malcolm en el corazón. Aquellas inolvidables canciones de sus primeros discos están entre lo mejor de la historia del rock, que es muy larga y muy buena.
Ahora, en 2020, el año de la pandemia, AC/DC anuncian reagrupación y nuevo disco después de superar otra vez dolorosas dificultades y sus fans estamos locos por engancharnos a esta corriente de vibrante electricidad. Algo de aquella magia queda para siempre, una lucecita que brilla en algún rincón perdido, ay.