Despedida agradecida
Estos escritos semanales del Arzobispo de Toledo en la publicación PADRE NUESTRO llega a su fin por mi parte. El próximo sábado, 29 de febrero, me convertiré en Arzobispo Emérito de Toledo, pues ese mismo día tomará posesión el nuevo Arzobispo toledano, Monseñor Francisco Cerro Chaves, que hará el número 121 de los obispos en esta Diócesis. Los lectores de este semanario diocesano tal vez puedan leer en él alguna colaboración mía en el futuro inmediato. De modo que aprovecho esta oportunidad para daros las gracias a los que habéis tenido la paciencia de leerme semana a semana o de vez en cuando.
Pero también deseo despedirme por esta publicación de toda la Archidiócesis de Toledo. Estaré cerca y rezaré por todos los hijos de esta Iglesia, pues en adelante no debo ocuparme como obispo de los fieles de otra Diócesis. Os siento, pues, como una familia, de la que estaré pendiente en la medida de mis posibilidades, y cuando Dios quiera. Sé que habéis rezado mucho por mí durante mi enfermedad. Gracias, una vez más, de corazón. Estoy feliz y con una gran paz, porque a los que vivimos en la Iglesia nunca nos falta Cristo, su presencia salvadora en los sacramentos. Y eso es con mucho lo más importante.
También os digo que deseo vivamente que todo vaya bien con el ministerio de don Francisco Cerro Chaves, nuevo Arzobispo que tomará posesión el próximo día 29 de febrero. Rezad por él. Suceder a los grandes arzobispos toledano no es tarea fácil, pero creo que a don Francisco le resultará más llevadero sucederme a mí; primero porque nos conocemos, y después porque mis años de ministerio episcopal en Toledo han sido sencillos y dentro de la normalidad eclesial. Es verdad que suceder en Toledo a grandes Arzobispo con una presencia potente en Toledo y en la historia de España impresiona. Pero sé que don Francisco no escatimará esfuerzo y entrega por vosotros, pues, conozco su capacidad de trabajo y de darse a los demás. Recibidle, pues, con todo afecto y con fe y confianza, la que ha puesto en él el Papa Francisco al nombrarle.
Son tantos los encuentros mantenidos con tantas personas en estos más de diez años que quisiera que no se me olvidara a tantas personas que han dejado huella en mí en pueblos pequeños y grandes, en ciudades y en otros ámbitos de encuentro como residencias, hospitales, colegios, parroquias, grupos y movimientos apostólicos. También encuentros en parroquias con cofradías, y otros grupos católicos. He disfrutado sin duda mucho con fieles laicos y consagrados, con sacerdotes y seminaristas en tantas ocasiones y encuentros de todo tipo.
Quiera el Señor que haya podido dejar en vosotros un deseo de Dios y un ánimo para seguir a Jesucristo como hijos de la Iglesia; también para que no dejéis la presencia en la vida pública; no estéis continuamente saliendo a llevar el Evangelio, porque tenemos derecho a ello, en una sociedad plural, y ellos, quienes reciban a Cristo como su Señor, no deben encontrar trabas para la aceptación de semejante gracia. Creced en unidad, sin olvidar a los más pobres o vuestra responsabilidad a la educación en la fe y en los colegios, sean o no de la Iglesia. Ayudaos unos a otros: los sacerdotes a todos y entre sí, las familias a las familias, los consagrados a sus hermanos, los jóvenes a otros jóvenes. Cada vez es más necesario contar con la ayuda de los hermanos ante los retos que la Iglesia debe afrontar en su salida hacia los que no están.
Hacemos un pacto: yo rezo con más intensidad por vosotros y vosotros oráis un poco por mí. Mi más profundo agradecimiento, querida Diócesis de Toledo.
Braulio Rodríguez Plaza es arzobispo de Toledo