No todo vale con tal de gobernar
Siempre está en vigor el debate sobre la posibilidad de que la Izquierda que es rupturista, comparta o apoye gobiernos con fuerzas que no lo son.
Lo estuvo en el periodo de Gobierno PSOE-IU en la Junta de Andalucia, lo está ahora con la entrada de Podemos en el Gobierno de Castilla-la Mancha o lo sigue estando cuando se plantea la posibilidad de una alternativa al actual gobierno de Mariano Rajoy, así como lo estará aún más en la medida que se acerquen las próximas elecciones municipales y autonómicas.
Hay que empezar por dejar sentado que quienes planteamos la necesidad de terminar con los gobiernos autoritarios, antisociales y corruptos del PP, somos conscientes de que no se puede poner como condición para alcanzar la ruptura democrática, el hecho de que consideramos el mejor camino para la construcción de un proyecto de Nuevo País, la consecución de mayorías absolutas, y que por lo tanto hay que plantearse la posibilidad de colaboración con fuerzas como el PSOE que dirige Pedro Sánchez, que sin ser rupturista, sí pueden estar en este momento por anular las medidas que han desarrollado los gobiernos del PP.
Desde esta perspectiva, la cuestión no debe ser si se puede colaborar con el PSOE o no colaborar, sino de que forma colaborar y para que colaborar.
La cuestión es complementar la máxima de “programa, programa, programa”, con las garantías necesarias para el desarrollo de este, porque la experiencia nos demuestra que no basta con alcanzar un acuerdo programático, si este, no va acompañado de las garantías mínimas para su cumplimiento y desarrollo.
Nuestra determinación por acabar con el Gobierno del PP, nuestra voluntad de construir mayorías alternativas que permitan derogar leyes nocivas para la clase trabajadora y las capas populares, no nos puede llevar al todo vale y a conformarnos con maquillajes cosméticos que justifiquen un abandono de cuestiones que deben ser básicas en toda propuesta de mayoría alternativa al PP. Volvemos pues, a la cuestión programática: el derecho a la vivienda como una cuestión básica, la banca publica como instrumento de desarrollo social, la propiedad tierra como elemento clave a la hora de acometer un cambio del modelo productivo, entre otras.
Y es que entre dejar la cosas como están y cambiar algo para que lo básico siga igual, está la necesidad de construir una alternativa real que plantee un nuevo modelo de desarrollo económico y de articulación social que impulse una mejora de las condiciones de vida de la Clase Obrera y de las capas populares que siguen sufriendo las consecuencias de las políticas aplicadas por mandato de la Union Europea.
Este es el debate del que quieren escapar quienes pretenden justificar a toda costa un cambio de discurso y política que pasa de la oposición y confrontación a la entrada en el mismo gobierno que tanto se criticaba. Estos quieren escapar utilizando falsas descalificaciones para evitar entrar en el fondo de la cuestión.
Por eso sitúan como peligrosos izquierdistas a quienes simplemente reclamamos hablar de propuestas concretas, de la misma manera que se habla de nueva política para esconder los métodos más viejos de la política.
Hay que dejar claro que hablar de medidas para acabar con los desahucios, que plantear una banca pública o que plantear una reforma agraria integral que ponga la tierra al servicio de un cambio de modelo productivo, no es ser un radical izquierdista que plantea propuestas irrealizables para mantener su pureza revolucionaria, sino que es plantear medidas mínimas que sin ser rupturistas, si marcarían un cambio real en la forma de gobernar.
Se trata en este momento de ser capaces de situar la coyuntura de como se puede avanzar en la construcción de un proyecto de Nuevo País.
Y si es malo el sectarismo, es decir: el entender que es imposible dar ningún paso sin tener la mayoría absoluta, cuestión que por cierto no plantea nadie y mucho menos el Partido Comunista, es mucho más peligroso querer convencer que compartir gobierno con el PSOE es una cuestión de reparto de sillones, colocando alguna medida que lo justifique.
Quienes seguimos pensando que es necesaria una revolución que transforme el mundo para acabar con la injusticia que supone que una minoría explote a una gran mayoría, quienes creemos necesaria una revolución que termine con las guerras como instrumento que utilizan las grandes potencias para apoderarse de los recursos y las riquezas del planeta sin importarles la destrucción, el dolor y la muerte que causen; no somos izquierdistas que se esconden detrás de la palabra “revolución” para justificar el no hacer nada en lo concreto.
Una de las cuestiones de fondo es que los que hoy militamos en el Partido Comunista, hemos aprendido de los errores, de las derrotas, pero no hemos tirado la toalla, no hemos asumido la derrota final y seguimos creyendo que es posible derrotar no solo a la derecha del PP, sino que es posible derrotar al sistema capitalista y construir un mundo diferente: más justo, más solidario, más democrático.
Por todo ello somos los más interesados en desarrollar una práctica política que nos permita avanzar en el día a día en la mejora de las condiciones de vida de la mayoría social. Precisamente por esto planteamos propuestas muy concretas, muy ligadas a la realidad cotidiana de la gente. Pero nos rebelamos con quienes quieren hacer trampa y una vez han asumido la derrota, una vez creen que es imposible derrotar al Capitalismo y centran sus esfuerzos en hacerlo más humano. Y nos rebelamos porque es falso, porque la historia ha demostrado que al Capitalismo no se le puede humanizar, como muy bien pueden comprobar los millones de seres humanos que en todo el planeta sufren sus consecuencias.
Al paso de algún artículo que referenciaba la experiencia de 1917, simplemente situar que Lenin captó, como nadie, la relación entre la teoría y la práctica para configurar una praxis revolucionaria, entendiendo como sin teoría revolucionaria no puede haber práctica revolucionaria, sino que estaríamos ante un mero aventurismo político.
Pero al mismo tiempo, Lenin acertó al plantear, que si esa teoría no encuentra un programa que la desarrolle dentro de una coyuntura concreta, quedaría en letra muerta, convirtiendo la política en un ejercicio retórico, académico para uso de una secta de iniciados. Por eso Lenin nunca justificó la colaboración con el gobierno provisional como planteaban algunos bolcheviques.
En estos momentos, por tanto, se trata de saber situar las contradicciones del sistema capitalista para actuar sobre ellas, y tratar de plantear propuesta concretas para evitar que la economía esté al servicio cada vez de menos gente y de intereses cada vez más inconfesables. Porque si la palabra Revolución es para algunos un significante vacío, para quienes militamos en el Partido Comunista de España es un instrumento al servicio de cambiar el mundo, teniendo muy claro que la revolución en el S. XXI no puede ser igual que en el S. XX, como la de ese siglo no fue igual que la del S. XIX.
En definitiva, situemos el debate en lo concreto, por ejemplo, en el caso de Castilla-La Mancha, debatamos los acuerdos que justifican la participación de Podemos en el Gobierno y veremos como son claramente insuficientes para justificar un cambio radical de línea política. Este es el debate que algunos quieren esconder, y que desde el PCE, desde IU estamos dispuestos a desarrollar. Porque si admitimos un listón tan bajo a la hora de hablar de un acuerdo de gobierno, iremos atados de pies y manos a las próximas elecciones municipales y autonómicas.
Por eso nos rebelamos y planteamos la necesidad de dejar bien sentado que sin la plasmación de propuestas muy concretas en materia de vivienda, de empleo, de banca pública, de propiedad social de la tierra, de regeneración democrática, y concretar al mismo tiempo la garantías necesarias para cumplir esos programas; hablar de formar gobiernos con otras fuerzas políticas es querer llenar ese significante vacío que para algunos es la palabra revolución con palabras muy feas que todo el mundo entenderá.
Jorge Vega Martín. Secretario General del Partido Comunista de Castilla-La Mancha
José Luis Centella Gómez. Secretario General del Partido Comunista de España