Economía del bien común
“No es la generosidad del carnicero, el panadero o el cervecero lo que nos procura la cena, sino el empeño que ponen en su propio interés. No apelamos a su humanidad, sino a su egoísmo”. Con esta frase, que aparece en “La riqueza de las naciones” en 1776, Adam Smith sentó las bases teóricas del liberalismo económico. Es la suma de los egoísmos individuales lo que configura el bienestar general, según el gran economista escocés.
Jean Tirole, premio Nobel de Economía 2014, viene a decir en su libro “La Economía del bien común” que la iniciativa individual (hoy le llamaríamos emprendimiento) no procura por sí mismo bienestar o consecuencias negativas, sino que esto depende de cómo y a cuáles fines se oriente dicho emprendimiento. Y los fines a conseguir y cómo hacerlo se han de configurar mediante la norma, el derecho positivo, emanado de los poderes públicos y también mediante el consenso social respecto a la ética, el desarrollo sostenible, etc., en definitiva, en torno a cómo organizamos nuestra convivencia.
El texto de Jean Tirole se configura como una introducción a los principales problemas que aborda en la actualidad la Ciencia Económica, y las técnicas más modernas utilizadas, por ejemplo, la teoría de juegos o la teoría de la información.
¿Libro de Economía hablando de los problemas de la sociedad y de las personas? Esto puede sorprender a lectores no avisados, pero la Economía, como nos recuerda Tirole, pertenece al ámbito de las Ciencias Sociales, junto a la Historia, el Derecho, la Sociología o la Antropología.
Es cierto que desde los años 70 y 80 del pasado siglo, la Ciencia Económica se vio secuestrada por el paradigma del pensamiento único neoliberal según el cual la única racionalidad, la única eficiencia era la del mercado libre de ataduras. La argumentación se reforzaba a la luz del fracaso de las experiencias históricas que negaban la iniciativa individual y el mercado. Bastaba por tanto con mejorar las técnicas de análisis que se hacían cada vez más cuantitativas y abstrusas, en una Ciencia que iba perdiendo su perfil de “social” para ir convirtiéndose de manera artificial y nunca conseguida en ciencia “pura”. La desregulación cuasi absoluta de los mercados financieros, la financiarización y la fiduciarización, el desarrollo sin límites de la ingeniería financiera, han sido corolarios nefastos de la doctrina neoliberal y que están en el origen y desarrollo de la crisis financiera
Siempre ha habido economistas contestarios al paradigma neoliberal; pero es a partir de la Gran Recesión de los últimos diez años cuando comienzan a abrirse nuevas perspectivas o a resurgir aquellas que se encontraban adormecidas. El texto de Tirole es buen ejemplo de ello. Muchas de sus reflexiones pueden servir a nuestro profesorado como introducción a la Ciencia Económica en Institutos de Secundaria o Facultades… ah, ¿pero Vd. no lo sabía?... Sí; en los institutos de secundaria se puede reflexionar sobre nuestra organización social a partir de las reflexiones que aporta la Economía.
Pedro Gómez Mora. Miembro de ADES-CLM