A Page ya no le importa hablar de ruptura del pacto con Podemos y pone límites
El presidente de Castilla-La Mancha, Emiliano García-Page, ha perdido el miedo a hablar de ruptura del pacto de gobierno que mantiene con Podemos y que le ha obligado a incluir en el Consejo a dos representantes de este partido con los que no acaba de encontrarse a gusto. Y nunca se encontrará. Pese a que aún no se han aprobado los presupuestos generales de la región para 2018 y aunque el pacto pende de las leves costuras que hilvanan la relación del PSOE y Podemos a nivel nacional, mucho más deteriorada ahora que cuando Page aceptó a regañadientes el acuerdo de gobierno, el presidente castellano-manchego habla sin complejos de un posible final del pacto en caso de que sus socios rebasen la línea roja que no está dispuesto a tolerar: "Si algún día tuviera que renunciar a algún valor esencial como socialista y español, ese acuerdo entre el grupo muy mayoritario del PSOE y el muy minoritario de Podemos dejaría de tener efecto". Es solo una advertencia, pero al menos ahora se siente con fuerza para hacerla. Y hasta se permite la licencia de calificar al grupo de Podemos como algo insignificante al definirlo como "muy minoritario", obviando al tiempo que gracias a ellos sigue al frente del Ejecutivo autonómico.
Igual que Page lleva en la intercostal la herida traidora de Podemos a los anteriores presupuestos, los castellano-manchegos llevamos el recuerdo de la foto innecesaria de José García Molina, su vicepresidente y líder morado en la región, con el separatista Junqueras y la alcaldesa Colau. Molina se harta de decir que no es independentista, y seguramente es sincero, pero es el único vicepresidente de un gobierno autónomo no catalán que se ha hecho fotos con líderes del independentismo cuando más lo necesitaba el agitprop separatista. Eso no se borra fácilmente y Molina y el propio Page tendrán que asumirlo cada vez que desde la oposición se lo echen en cara y les tilden de poco fiables cuando se hable de defender la unidad de España, de sus símbolos y de sus fuerzas de seguridad. Page ha dejado clara la frontera de su paciencia respecto al pacto con Podemos, pero una cosa es hablar y otra la realidad de los hechos. Quizá no esté ya lejano el día en que el ejecutivo socialista vuelva a gobernar en solitario en Castilla-La Mancha.