El escándalo de la eliminación del delito de sedición impulsada por Pedro Sánchez, y su posible extensión a la malversación, está provocando aguas muy revueltas en la política española y especialmente de puertas adentro del PSOE, claramente dividido en torno a un asunto clave que puede terminar afectando a la propia Constitución. La firme decisión de Sánchez de activar estas reformas legales para favorecer a sus socios independentistas ha provocado un fuerte malestar entre los barones más díscolos del PSOE, especialmente el presidente de Castilla-La Mancha, Emiliano García-Page, muy contrario a estas reformas legales del sanchismo que, además, llegan en el momento más inoportuno, a tan sólo seis meses de unas elecciones autonómicas y municipales que pueden erosionar de forma significativa el voto de los socialistas.
La tensión interna en el PSOE es, por tanto, evidente, y esta situación de debilidad quiere ser aprovechada por el PP de Alberto Núñez Feijóo para presionar a los barones como Page y que los diputados castellano-manchegos en el Congreso rompan la disciplina de voto y frenen las cesiones de Sánchez al independentismo. Sin embargo, el propio Page ha salido este martes a explicar que esa disciplina de voto no se va a romper porque se respetará lo que decida la mayoría socialista y que, en todo caso, él seguirá dando su opinión libre sobre todo aquello que considere oportuno porque es su “obligación democrática” presentarse en “diálogo abierto” con la sociedad y que los votantes “sepan lo que pienso”, más aún cuando pronto habrá unas elecciones.
El presidente de Castilla-La Mancha defiende así su derecho a decir lo que tenga que decir, le guste a no a su partido o al presidente del Gobierno: “Si alguien piensa que debemos estar en un convento y con voto de silencio, se ha equivocado de sitio”, ha dicho García-Page, dejando claro a la vez que no piensa, sin embargo, “echar una mano” al PP para romper la disciplina de voto de los socialistas en la Cámara Baja. “Deben andar muy mal en el PP si esperan que el PSOE sea el que les eche una mano”, ha zanjado el presidente castellano-manchego: “Cada uno debe defenderse en su terreno, yo no jalearé a los presidentes del PP para que vayan contra Feijóo, nosotros no somos la solución a la impotencia política que tengan los demás”.
En este punto, García-Page ha reconocido que no conoce en detalle la reforma de la sedición que está impulsando Pedro Sánchez y que esta falta de información “viene siendo así desde hace años”, una llamativa afirmación del líder castellano-manchego que ha terminado con esta no menos sorprendente confesión: “No crean que me consultan lo más mínimo, yo no pinto una mona”, ha dicho ante los periodistas, tal vez con cierta melancolía y con la sensación de soledad que le está dejando estos días la pertenencia a un PSOE que ya no parece el suyo.